A raíz de las preocupaciones por la evolución que ha tenido el tipo de cambio y la reciente intervención del Banco Central, conviene revisar la relación que existe entre esta variable y el crecimiento económico.
El crecimiento económico depende del stock de capital físico, humano, recursos naturales, de la tecnología disponible y de la combinación eficiente de dichos recursos.
Llevar el capital humano a su óptimo implica un proceso más lento que realizar ajustes en el capital físico. En el corto plazo, se puede potenciar el crecimiento de un país si se aplican políticas correctas que aumenten el capital físico, especialmente en un país pobre, que se caracteriza por tener déficit de capital físico versus el humano.
En equilibrio, la tasa de retorno del capital físico debería ser igual a la del capital humano (incluso la misma a nivel mundial), de lo contrario los recursos se inclinarpian a uno en desmedro de otro. Llegar a dicho equilibrio tiene asociado un aumento en la productividad y, en consecuencia, de la riqueza per cápita, lo que se traduce en que el principal precio no transable (los salarios) aumente.
Entonces, el crecimiento tiene asociado una apreciación real del tipo de cambio, definido como el ratio entre el valor de los bienes transables respecto de los no transables. Como es una relación entre dos valores, el tipo de cambio real refleja la capacidad adquisitiva de los factores no transables, medido en bienes transables. Un mayor ingreso per cápita implica una mayor poder adquisitivo de los factores no transables. Así, el tipo de cambio real no es si no una medida de la riqueza relativa de un país respecto al resto del mundo.
Por lo tanto, no debería sorprender que una apreciación del tipo de cambio real en una economía con alto crecimiento sea un fenómeno de equilibrio. Sugerir que el crecimiento económico de un país requiere de una depreciación real, como es habitual escuchar en Chile, es simplemente invertir las cosas.
Nuestro país, que en promedio viene implementando políticas correctas, aún tiene déficit de capital físico (aunque en menor grado que China e India). Por lo tanto, lo que se debería esperar es una apreciación respecto del mundo desarrollado y una depreciación respecto del mundo emergente más atrasado que también viene implementando políticas correctas. Con todo, la convergencia al mundo desarrollado probablemente traiga asociado una caída en nuestro tipo de cambio real.
En este contexto, es incorrecto pensar que el sector exportador (transable) pierde competitividad al producirse una apreciación real. Dicha apreciación se produce precisamente porque la economía, como un todo, es más productiva. Pedir que la autoridad intervenga en tal sentido es contraproducente. Y aunque no lo fuera, no es el tipo de cambio la herramienta para beneficiar discrecionalmente a un sector en particular, a riesgo de generar distorsiones en el resto de la economía.