https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2021/09/01/murallitas-chinas/
Cuenta la historia que hace poco más de un mes se filtró al mercado financiero chilensis un chat de un ejecutivo de la corredora de bolsa Larraín Vial, en el cual recomendaba vender acciones de Vapores, que pertenece al grupo Luksic. Esta recomendación fue interpretada como una posición “oficial” de la corredora y no como una opinión “personal” del ejecutivo caído en desgracia (que fue la versión oficial; no quedaba otra).
Como sea, las
acciones de Vapores llegaron a perder 15% de valor. El rumor de pasillo fue que
Larraín Vial compró acciones Vapores unos días después del condorazo, y aprovechó el fuerte repunte posterior de la acción.
La gracia cayó como patá en la guata al grupo Luksic y
cuentan las malas lenguas que Larraín
Vial tuvo que deshacerse en explicaciones con su cliente. Y es que no se trata
de cualquier cliente; es un cliente VIP. Y más encima, se trata de un cliente
que había reconquistado después de una separación de casi una década: en el año
2011, la corredora cuestionó el valor de un aumento de capital de Vapores,
generando el castigo de los Luksic, los cuales congelaron a Larraín Vial para
hacer negocios. La misión de reconquista tardó, pero fue exitosa: en los
últimos dos años Larraín Vial ha venido haciendo todas las grandes operaciones
de Vapores. Así que ahora este pastelazo
fue un chiste de mal gusto.
Sean ciertos o no
esos cahuines de Sanhattan, el punto relevante es la “muralla china” que debe
existir entre el departamento de
estudios y el departamento de inversiones de cartera propia y a nombre de
terceros. La muralla china es un concepto claro y sencillo que normalmente se aplica al mercado de capitales, y tiene asociado una
separación de la información sensible entre departamentos o empresas de un
mismo grupo, con el fin de prevenir conflictos de interés en operaciones que
pueden afectar el mercado de valores. La barrera, entonces, limita el flujo de
información reservada o privilegiada entre entidades relacionadas y
supuestamente garantizaría que cada unidad tome sus decisiones de manera
autónoma. Además, implica adoptar medidas para que en la toma de decisiones no
surjan conflictos de interés, tanto en el seno de la propia entidad, como entre
las entidades pertenecientes a un mismo grupo.
En mis tiempos de
bolsero me llamaba la atención que era muy raro ver que una corredora de bolsa
recomendara “vender” una acción, especialmente si se trataba de una empresa
importante. Casi todas las recomendaciones eran “comprar” y “mantener”. Nadie
se quemaba. A lo más se ponía “en observación”, y cuando ya era evidente,
“desinvertir”.
A esas murallitas
chinas, en la práctica, les creo lo mismo que el fideicomiso ciego, que con suerte
es tuerto. Porque aunque se transparente la cartera propia y de terceros, la
presión de los clientes VIP con sus jugosas comisiones es potente. Por cierto,
una presión implícita; jamás tácita. El enojo del cliente VIP directamente
afectado es la primera derivada, porque se suman las caras largas de los inversionistas institucionales (AFP, Cías de
seguros, etc.)… nadie quiere que se diga abiertamente que en su cartera existe
una manzana podrida (no, al menos, hasta venderla, ojalá sin ruido ambiental).
Ya que estamos
hablando de murallitas chinas, por cierto que el concepto aplica más allá del
mercado de capitales.
En los medios de
comunicación, debería existir una real muralla china entre la línea editorial y
la comercial. ¿No le dice nada ver cómo empapelan con avisos y suplementos los
moribundos diarios domingueros, con publicidad que desde el punto de vista de
marketing tiene impacto casi nulo? Publicidad cara en diarios de papel que ya están
obsoletos, que llegan cada vez a menos personas y de un perfil que muy
probablemente no es el foco del cliente objetivo. Es “curioso” ver cuatro o más
páginas completas de un mismo producto en el mismo diario, el mismo día.
Otro caso: ¿recuerda
el patético evento ocurrido en 2014, cuando Diario Financiero le censuró una
columna al economista Claudio Agostini porque no se ajustaba a “la línea
editorial”? La columna se refería a las empresas chilenas que se han coludido
en el exterior y mencionaba dos que se han declarado culpables y han pagado
multas: LAN Cargo y Vapores. Las multas a las que se refería fueron por hechos ocurridos
cuando Vapores pertenecía al Grupo Claro, controlador del diario. La razón que
dio Diario Financiero fue que por política editorial, no publicaban ninguna columna
que mencionase a alguna empresa vinculada con el grupo controlador. El profesor
Agostini renunció. ¿Seguirá vigente dicha política?
A propósito de
multas a peces gordos, hay que verlas con lupa en el diario, página par esquina
inferior izquierda. Y las entrevistas cargadas de cloroformo pueden ser de dos
o tres páginas, y con foto.
En fin, las murallas
chinas son buenas; muy buenas, cuando funcionan de verdad. Incluso más, fortalecen el mercado. Quizás son las únicas
murallas positivas. Y los países del primer mundo se caracterizan por tener
murallas que cada vez se van perfeccionando. Nosotros, tenemos murallitas no
más.
Iván Rojas Bravo