“¿Cuál es el punto si todos nosotros sabemos el resultado?”, pregunta un joven en The Economist, con referencia a la segunda vuelta en las elecciones este 27 de junio en Zimbabwe. En efecto, el régimen de terror y la permanente campaña de violencia del actual gobierno contra sus propios ciudadanos, hizo que finalmente esta carrera la corriera sólo uno. Fuentes oficiales declaran que Robert Mugabe –quien está en el poder desde 1980– jurará hoy (domingo) por un nuevo período.
Los países vecinos en la práctica tienen muy pocas herramientas para presionar en pos de algún cambio efectivo. Además, ya tienen un desafío colosal de repuntar sus propias economías. Entonces, ¿cómo ayudar a un país de unos 13 millones de personas, con una esperanza de vida de 42-44 años, con PIB per cápita de USD260 (entre los más pobres del mundo, unas 27 veces más bajo que Chile), con una inflación de más del 1.000% anual, con un penoso top 1 como la economía que más destruyó valor entre 1995-2005, y para colmo, con un 20% de su población entre 15 y 45 años enferma de Sida?
El rol del mundo desarrollado es esencial, especialmente Estados Unidos. El Presidente Bush ha declarado sanciones contra el régimen ilegítimo de Mugabe. Pero, a priori, dichas sanciones serán poco efectivas, porque se trata de una persona a la que aferrarse ciegamente al poder ha hecho que viole permanentemente los derechos humanos, sin importarle nada ni nadie, sanciones más o sanciones menos. Se requeriría “cirugía mayor”, y para ello, según la teoría de juegos sería crucial cambiar el mapa de beneficios y costos” del señor Mugabe, con las señales correctas, so pena de afectar temporalmente la soberanía (la desgracia ocurrida hace poco en Myanmar puso este último punto nuevamente sobre la mesa).
Con la perspectiva de los años, la historia probablemente evaluará como un punto de viraje positivo la intervención de Estados Unidos en Irak. Si bien acá no se replica el mismo caso, bien vale la pena una discusión abierta sobre una solución real mancomunada. Y en este hipotético escenario, ¿cuál de los dos candidatos al trono, Mc Cain u Obama, se vería con más liderazgo, actitud y temple?
Al margen de todo lo anterior, y desde un punto de vista más macro, se confirman nuevamente las sabias palabras del rey Salomón, escritas hace más de 3.000 años: “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”.
Los países vecinos en la práctica tienen muy pocas herramientas para presionar en pos de algún cambio efectivo. Además, ya tienen un desafío colosal de repuntar sus propias economías. Entonces, ¿cómo ayudar a un país de unos 13 millones de personas, con una esperanza de vida de 42-44 años, con PIB per cápita de USD260 (entre los más pobres del mundo, unas 27 veces más bajo que Chile), con una inflación de más del 1.000% anual, con un penoso top 1 como la economía que más destruyó valor entre 1995-2005, y para colmo, con un 20% de su población entre 15 y 45 años enferma de Sida?
El rol del mundo desarrollado es esencial, especialmente Estados Unidos. El Presidente Bush ha declarado sanciones contra el régimen ilegítimo de Mugabe. Pero, a priori, dichas sanciones serán poco efectivas, porque se trata de una persona a la que aferrarse ciegamente al poder ha hecho que viole permanentemente los derechos humanos, sin importarle nada ni nadie, sanciones más o sanciones menos. Se requeriría “cirugía mayor”, y para ello, según la teoría de juegos sería crucial cambiar el mapa de beneficios y costos” del señor Mugabe, con las señales correctas, so pena de afectar temporalmente la soberanía (la desgracia ocurrida hace poco en Myanmar puso este último punto nuevamente sobre la mesa).
Con la perspectiva de los años, la historia probablemente evaluará como un punto de viraje positivo la intervención de Estados Unidos en Irak. Si bien acá no se replica el mismo caso, bien vale la pena una discusión abierta sobre una solución real mancomunada. Y en este hipotético escenario, ¿cuál de los dos candidatos al trono, Mc Cain u Obama, se vería con más liderazgo, actitud y temple?
Al margen de todo lo anterior, y desde un punto de vista más macro, se confirman nuevamente las sabias palabras del rey Salomón, escritas hace más de 3.000 años: “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”.