El título es similar a un
artículo publicado en la Revista del Campo (El Mercurio) el 14 de diciembre.
Como no estaba de acuerdo en sus argumentos, envié una carta respuesta al
señalado medio, la cual a la fecha no ha sido publicada. Una lástima.
Dada la importancia económica del
tema, me permito re-escribir esta columna en Estrategia.
En síntesis, el artículo señaló
que debido al alto volumen que se espera en la cosecha de uva vinífera, los
productores enfrentarían un tercer año consecutivo con bajos precios (en
realidad el cuarto año); además, el que los productores hubiesen reaccionado a
los bajos precios aumentando la producción de los campos como forma de hacer
rentables sus hectáreas, podría presionar aún más a la baja el precio de la
uva.
Algunos comentarios:
1)
En Chile la producción de vino es del orden de 1.300
millones de litros al año, de los cuales se exporta un 85%. De esta forma, el vino
es uno de los productos más transables de nuestra economía, mucho más que la
leche, madera, celulosa o el trigo. Pero en el contexto internacional, donde se
producen unos 27.000 millones de litros y se exportan-importan unos 10.000
millones, el vino chileno que se exporta representa en torno a un 10% del
comercio mundial; un aumento en la producción local de 100 ó 200 millones de
litros es insignificante. Es decir, Chile es un tomador de precios.
2)
En ausencia de imperfecciones de mercado, el
precio de la uva vinífera debería estar relacionado establemente con el precio
del vino de categoría equivalente. La función de demanda del insumo uva
vinífera es una función derivada de la demanda del vino y, por lo tanto, es más
inelástica que la demanda del producto final.
3)
La relación precio de la uva sobre el precio del
vino a granel -siguiendo un criterio de homologación- debería ser parecida y
estable en Chile, España, China o Estados Unidos, de lo contrario, habría
oportunidades de arbitraje.
4)
En una economía abierta como la nuestra, el
precio internacional de este insumo debería determinar también el precio
interno. Si el precio local pagado de la uva tiene un nivel y/o trayectoria
distinta a los precios mundiales relevantes, significa que estamos frente a un
mercado imperfecto, de tipo oligopolio-oligopsonio.
5)
En EEUU -gran productor, exportador e importador
de vino y uno de los mercados más competitivos del mundo- tanto la trayectoria
como el nivel de los precios de la uva en California en los últimos años
difieren significativamente del precio de la uva local; estas diferencias
confirman que el mercado en Chile adolece de serios problemas que podrían dar
curso a sanciones compensatorias internacionales y a investigaciones serias de
colusión en Chile, donde tres o cuatro grandes compañías controlan, por
producción propia o compras a terceros, alrededor de un 75% del mercado, y año
a año fijan el precio al cual comprarán la uva a los pequeños y medianos productores.
Existe a lo menos una colusión implícita que lleva a un equilibrio no
competitivo. ¿Qué coherencia tiene los precios al alza en Estados Unidos con
las bajas permanentes en Chile? ¿Sería este un caso donde los exportadores de
vino chilenos estarían teniendo una ventaja competitiva a nivel internacional
basada, en parte, en abuso de poder negociador con sus proveedores en el
mercado interno?
6)
Aparte del efecto adverso sobre los atomizados pequeños
y medianos viñateros, esta forma no competitiva de operar en Chile lleva a tomar
malas decisiones de inversión, no óptimas desde el punto de vista de la
asignación de recursos y con altos costos sociales: mientras Chile debería
estar aumentando drásticamente la cantidad de hectáreas productivas de uva
vinífera (duplicando o triplicando las actuales plantaciones, a lo menos, para
ser un gran actor a nivel mundial, dadas sus excepcionales ventajas
comparativas), la superficie plantada ha disminuido, estimándose entre 5.000 y
7.000 hectáreas en el último año, y reconvirtiéndose a otros productos de mayor
rentabilidad privada. Este es parte del costo que la sociedad paga por tener un
mercado imperfecto y señales equivocadas.
7)
Por todo lo anteriormente señalado, una “gran
cosecha chilena” no debería afectar los precios ya que es cuantitativamente
irrelevante a nivel mundial. Las menciones a que “hay mucha uva” o “que viene
una gran cosecha”, tan típicas en artículos en esta época pre fijaciones de
precios de la uva, sí se prestan para que gente menos sofisticada se deje
engañar por lo que podría ser la estrategia comunicacional de un condenable
cartel.