jueves, 14 de octubre de 2021

Joaquín Cortez y su lamento por las Compañías de Seguros de Vida

 https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2021/10/14/joaquin-cortez-y-su-lamento-por-las-companias-de-seguros-de-vida/


 

El presidente de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), Sr. Joaquín Cortez, ha expresado su pesar por el efecto que podría tener un segundo anticipo de rentas vitalicias (RV), que es la aplicación del retiro del 10% a los pensionados por esta vía.

De aprobarse la iniciativa, la institución que preside estima una catástrofe: en el caso de que se retire el máximo legal posible, las compañías de seguros de vida (CSV) experimentarían una pérdida que va desde el 30% al 60% de su patrimonio. En este contexto, un mínimo de 3 y un máximo de 9 CSV (de un total de 15) tendrían problemas de solvencia y, por lo tanto, de cumplimiento de requisitos patrimoniales y de endeudamiento. Adicionalmente, en el escenario de máximo anticipo, 7 CSV enfrentarían problemas de liquidez en un horizonte de un año.

Según la CMF, se pondría en riesgo la viabilidad futura de las CSV para el pago de las RV de los actuales 698 mil pensionados, y como daño colateral, el riesgo de pago de seguros de vida a más de 2,5 millones de personas, seguros complementarios de salud a 7 millones de personas y los seguros de invalidez y sobrevivencia a toda la fuerza laboral que cotiza en las AFP.

Pero las lágrimas de cocodrilo del Sr. Cortez no me las compro completamente. No es que su preocupación no sea válida; de hecho, la comparto y suscribo. El proyecto de ley que permite a los pensionados de rentas vitalicias efectuar un nuevo adelanto del pago de sus pensiones es una demencia por donde se le mire. Desde abanicarse en el derecho de propiedad de los fondos, pasando por el efecto retroactivo aplicado al primer anticipo, considerar el anticipo de un 10% sobre el monto de la prima original y no sobre el saldo insoluto, y considerar pagos con tope máximo de descuento 5% de la pensión, los cuales muchos llegarán a su fin sin pagar completamente el anticipo… está todo tan mal hecho, que desde el punto de vista técnico no resiste ningún análisis. Sin embargo, acostumbrémonos a que estas cosas raras pasan. El riesgo existe, siempre existe; y es más que la varianza del retorno esperado; es más de lo que puede contener una celda de Excel.

¿Pero será este el mayor escenario de riesgo que el sistema financiero haya enfrentado en los últimos 35 años, como lo ha planteado la CMF? La respuesta es un rotundo NO.

Si ocurre el escenario de riesgo que prevé la CMF, el segundo anticipo de las RV será como el Coronavirus que afectó a un enfermo de un largo y ramificado cáncer en estado terminal. ¿De qué murió el enfermo? ¿De Coronavirus o de cáncer? Como a estas alturas, por culpa de Netflix y del home office, estoy medio chalado con las teorías conspirativas, me atrevo a decir que incluso será conveniente para muchos implicados que el acta de defunción diga que el enfermo falleció de Covid-19 y se esconda el diagnóstico real.

A continuación explico el guion.

En variadas columnas anteriores publicadas casi todas en El Mostrador, he expresado el real problema de las CSV. Los pasivos registrados en sus balances, correspondientes a la deuda que tienen con los pensionados, están subvaluados, principalmente porque la tasa de descuento utilizada para valorizar las cuotas que les deben a los pensionados es incoherente con dicho flujo que debe ser pagado a todo evento, tal como se ha vendido la pomada.

En esencia, como las CSV a) están altamente apalancadas, b) los activos están valorizados a precios de mercado (es decir, ya han incorporado las caídas en las tasa de interés), y c) la duration de los pasivos es “larga”, entonces, basta solo incorporar una pequeña diferencia en la tasa de descuento para que los pasivos se disparen en comparación al poco patrimonio relativo que tienen. La otrora SVS y hoy la CMF, advertidas de esta situación, siguieron permitiendo -¡a sabiendas!- que las CSV registraran pasivos subvalorados, al otorgar incoherentes premios en la tasa de descuento, vestidos mediante oficios circulares supuestamente complejos y técnicos. Los ajustes que se han hecho han sido muy menores. Dicho sea de paso, el problema de la mayor esperanza de vida es una bicoca al lado de este.

La delicada situación fue advertida al Sr. Joaquín Cortez, en su calidad de presidente de la CMF, junto con todos los comisionados. También fue advertida, entre otros, a los señores Carlos Pavez Toloza (como superintendente de valores y seguros), Osvaldo Macías Muñoz (como intendente de seguros de la SVS, actual superintendente de pensiones), Daniel García Schilling (como intendente de seguros de la SVS), Rodrigo Vergara Montes (como presidente del Banco Central) y Rodrigo Valdés Pulido (como ministro de Hacienda).

Las respuestas que recibí a algunas cartas (no todas), sin excepción, fueron del tipo “agradecemos su preocupación, siga participando”, y me remitían a la normativa que regula a las CSV… ¡Y lo que estaba planteando era precisamente que la normativa estaba errada (y lo sigue estando)! Con eso unilateralmente daban por cerrado el caso. No recibí ningún argumento en contra.

Las respuestas indirectas dadas, después de años, por ex reguladores, señalan que se trata de “una vulnerabilidad teórica y no en la práctica”; además, apuntan a que las grandes CSV “tienen el respaldo de poderosos holdings financieros internacionales”. Lo preocupante de ese razonamiento lo expuse en la columna “Compañías de Seguros quebradas: ¿solo una vulnerabilidad teórica?” publicada en mayo de este año en El Mostrador (https://www.elmostrador.cl/destacado/2021/05/25/companias-de-seguros-quebradas-solo-una-vulnerabilidad-teorica/). Y respecto a las espaldas financieras, la misma CMF por el problema actual, que es mucho menor, reconoce que “la probabilidad de que las CSV con déficit de capital concurran a hacer aportes adicionales son reducidas”.

Para hacer la comparación, la gravedad del problema de los pasivos subvalorados de las CSV supera con creces al peor escenario de riesgo que la CMF prevé con el segundo anticipo del 10% de las RV. Acá no estaba hablando de una pérdida que podría llegar hasta el 60% del patrimonio; estaba hablando de patrimonio negativo. Como no se trataba de una bomba que pudiese estallar en el plazo inmediato, no pescaron; mientras exista el regalito en la tasa de descuento, mientras la deuda con los pensionados no fuese exigible en su totalidad, mientras las CSV pudiesen pagar las cuotas de las RV, mientras siguieran llegando nuevos aportantes al conveniente esquema, y mientras el pensionado no sepa cuánto es el saldo insoluto de cero riesgo que la CSV le debe, el problema supuestamente estaría controlado.

En definitiva, mientras el enfermo de cáncer terminal tuviera una apariencia sana y nadie sepa su diagnóstico real, el problema supuestamente estaría controlado. Pero llegó lo inesperado, al enfermo de cáncer le dio Covid-19. Y para todo los que actuaron negligente, es conveniente que la causa de muerte sea precisamente “la mala pata” del Covid-19. Un as bajo la manga vestido de tragedia. El pensamiento maquiavélico de los negligentes implicados en permitir que las CSV tuviesen una contabilidad trucha podría ser el siguiente: “si muere una CSV, que sea por el demente e inesperado anticipo del 10% y no por el real diagnóstico… total, nadie cacha ; echémosle la culpa a los políticos que aprobaron estas medidas populistas”. Poncio Pilato, revuélcate en tu tumba.

Otra parte del guion es que no sería extraño que la CMF tirara un nuevo salvavidas a las CSV para enfrentar los aportes de capital requeridos en cómodas cuotas. Todo esto bien vestido, por supuesto. Reitero, es curioso que la propia CMF reconozca que “la probabilidad de que las CSV con déficit de capital concurran a hacer aportes adicionales son reducidas”. Digno de Ripley.

Incluso más, el guion para las CSV también apunta a, que ante el riesgo de que se “sepa la firme” sobre la contabilidad de las CSV, la “tragedia ideal” sería un proyecto de ley que permita retirar el 100% del saldo contable de las RV. Se solucionaría el problema completo. Se bajaría la cortina de la CSV, pero se salvaría el patrimonio... se daría cristiana sepultura al putrefacto muerto. Una manera moderna y original de “inmunizar” el patrimonio; lo tendré presente cuando vuelva a hacer clases de finanzas. Si eso va acompañado de indemnizaciones por parte del Estado de Chile por las demandas en tribunales internacionales, mejor aún.

En fin, el lamento del Sr. Cortez es totalmente entendible y válido. Pero habría sido más valioso si hubiese abordado de la misma manera aquella silenciosa y mucho más grave catástrofe heredada sobre la cual fue advertido, y sobre la cual minimizó y no prestó oído.

 

 

 

Iván Rojas B.

martes, 5 de octubre de 2021

Venta atada y “El Modelo”

 https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2021/10/05/venta-atada-y-el-modelo/

Esta columna es una continuación a la primera parte publicada en agosto titulada “Venta atada y protección al consumidor” (https://www.elmostrador.cl/mercados/2021/08/18/venta-atada-y-proteccion-al-consumidor/).

Una de las grandes críticas que se le hace al “modelo” (de desarrollo chileno) es que éste produce una serie de “abusos” a la ciudadanía en general -consumidores en particular- en pro del enriquecimiento de unos pocos. Pero una cosa es el “modelo” teórico y otra es su implementación. No confundir es de la esencia para hacer un buen diagnóstico y tomar buenas decisiones, corrigiendo lo que haya que corregir. Hoy la confusión se ha extendido más que el Covid-19.

El caso de las ventas atadas, entre varios otros, es un buen ejemplo. Como señalé en la parte 1, en Chile es posible observar tanto ventas conjuntas pro-competencia como ventas atadas anti-competencia que “pasan piola”, disfrazadas de venta conjunta.  Es la implementación del modelo la que ha fallado, y no necesariamente el modelo.

Para determinar si una venta atada debe ser prohibida o sancionada es necesario considerar en detalle tanto las características del mercado del bien “comodín” como las del mercado del bien “atado”. En especial, se requiere determinar si los mercados son suficientemente competitivos, si las empresas que realizan ventas atadas tienen poder de mercado en uno de ellos, si hay ahorros de costos significativos en producir y vender en forma conjunta y si existe un número importante de consumidores que preferiría comprar los dos bienes o servicios que están atados aunque se vendieran separadamente.

En un mercado competitivo en que hay consumidores que preferirían comprar los dos bienes y también suficientes consumidores que preferirían comprar sólo uno de ellos, las empresas van a ofrecer los bienes tanto en forma conjunta como separada. Sin duda, muchos consumidores comprarían los dos productos separados si pudieran. Por tanto, en mercados competitivos las ventas atadas serían inofensivas, porque, en el fondo, la compra de productos conjuntos es voluntaria, es decir no sería “verdaderamente atada”, ya que siempre existirá la opción de comprar cada producto por separado a precios competitivos.

El problema ocurre cuando uno de los mercados -el del bien “atado”- no es competitivo. En este contexto, observar ventas conjuntas y ventas atadas que parecen conjuntas es un primer mal signo. Si agregamos poder de mercado por parte de las empresas, las cosas se ven peor, ya que si la empresa tiene poder de mercado sobre alguno de los productos,  le puede poner un precio alto de manera que el consumidor siempre prefiera la compra conjunta.  

¿Y cómo estamos? A continuación expongo dos ventas atadas clásicas, dignas de aparecer en un libro de economía para dar clases a alumnos de pregrado. Ambas tienen que ver con el mercado del crédito de consumo, mercado que no es competitivo, entendiendo competencia desde el punto de vista económico y no desde el punto de vista del marketing, confusión que también atrapa desde opinólogos hasta analistas.

El primer ejemplo es el mercado del retail que ata el crédito de consumo. ¿Ha visto en el retail una oferta “imbatible” donde el precio con la tarjeta propia del retail hace prácticamente inviable la opción de pago contado? Se podría argumentar que igual gana el consumidor porque puede “aprovechar” la oferta con tarjeta y después pagarla dentro del mes, pero eso sería un análisis muy simplista.

En un retailer importante, el negocio financiero genera mucho más utilidad que vender camisas, zapatos y televisores. La tienda física es un banco disfrazado, que incluso le pone “la pata encima” a los bancos tradicionales ya que es más atractivo ir a vitrinear que ir a un frío banco. Aquí, la venta atada es parte integral de la estrategia de la compañía. Nótese bien y sin eufemismos, la venta atada constituiría un medio exitoso y rentable para reducir la competencia a través de excluir a competidores en el mercado del retail que no tienen como medio de pago la tarjeta de crédito propia. Éxito que acapara premios en Icare y entrevistas de páginas completas en los diarios regalones, pero nadie dice que dicho éxito se basa en imperfecciones de mercado, lo que en la jerga popular, se diría, éxito en base a abusos. El  mundo académico analiza este éxito –y lo aplaude- desde el punto de vista del management y se ha olvidado de la economía; mucho Porter y poco Samuelson.

El segundo ejemplo es el mercado automotriz que ata el financiamiento. Con la escasez de autos producto de la pandemia, resulta que a los vendedores ya no les conviene el pago contado; ahora es el mundo al revés, los locales de autos se dedican a vender créditos. El precio del auto con crédito es menor (y bastante menor) que el precio al contado. Si logra prepagarlo sin costo relevante, me avisa. Por supuesto, no está claro que esta modalidad de venta beneficie al consumidor. Si usted solo tiene cash para comprar un auto, no es un cliente atractivo; es muchísimo menos atractivo que dar un auto en parte de pago o tomar un crédito de consumo. La tienda de autos se transformó en una financiera. ¿Tendrá algo que decir la FNE o la CMF? Sería interesante saber su experta opinión.

El Decreto Ley N°211 fija normas para la defensa de la libre competencia. El Art. 3 letra b identifica como conductas que van en contra de la competencia a “la explotación abusiva por parte de un agente económico, o un conjunto de ellos, de una posición dominante en el mercado, fijando precios de compra o de venta, imponiendo a una venta la de otro producto”. A su vez, el Art. 26 del mismo cuerpo legal señala que el Tribunal podrá modificar o poner término a los actos contrarios a la libre competencia, ordenar la modificación o disolución de las sociedades y/o aplicar multas.

En definitiva, el reglamento existe; hay que aplicarlo (bien). ¿Y si la Autoridad exigiera -“por si las moscas” y para asegurarse- separar societariamente el negocio del retail del negocio financiero, y que cada uno compita de verdad en su mercado, sin subsidios cruzados? Una medida así no tendría riesgo alguno, porque en caso de existir verdadera competencia, separar las sociedades sería inocuo, mientras que en caso de haber una imperfección, sería corregida.  Con todo, ¿se atrevería la Autoridad? ¿Sería capaz de mojarse? ¿Qué opina usted?

La existencia de ventas atadas disfrazadas de venta conjunta no quiere decir necesariamente que  el modelo no funciona. Sí funciona, pero se ha mal implementado, mal regulado, mal corregido. Es una distorsión del modelo correcto. Como “la calle” no sabe distinguir estos conceptos, al final apuntan errado. Se dan cuenta de los abusos, por cierto, que son las nefastas consecuencias de este tipo de conductas, pero diagnostican mal, y protestan mal.

Los políticos, que van donde calienta el sol, hace rato que se divorciaron del análisis técnico. Los académicos, por su parte, brillan por su ausencia, compitiendo por quien tiene el paper con las fórmulas más raras. Y la Autoridad… bueno, a estas alturas ya está demás comentar que ha sido pesada en la balanza y hallada deficiente.

Los abusos no son parte del modelo. Las imperfecciones y externalidades, si bien, se pueden producir, también se pueden corregir; las herramientas existen. Pero con un mal diagnóstico, no hay modelo que resista.

 

Iván Rojas B.