La expresión “la cuenta de la vieja” consiste en hacer cálculos simples paso a paso, obviando complicados métodos matemáticos que sólo los sabios pueden dominar. Tratemos de aplicar este razonamiento a la crisis financiera actual. Probablemente la vieja piense así:
1. Las colocaciones hipotecarias en EE.UU. suman cerca de USD 10,6 trillones, equivalentes a poco más de un 70% del PIB de dicho país. Los nocionales (valores de referencia) de los instrumentos derivados asociados a estas hipotecas (Credit Default Swaps) suman USD 62 trillones, más de 4 veces el PIB de EE.UU. e incluso superior al PIB mundial.
2. En el primer negocio, la tasa de morosidad ha fluctuado entre 4% y 5% (años 1985-2007), elevándose hoy a casi un 6,5%. Además, si antes el banco podía recuperar entre un 95% y un 98% de la deuda cuando remataba una casa, ahora recupera un 80%.
3. Primer cálculo de la vieja: la pérdida esperada para los bancos comerciales sería 10.600*4%*(1-0,95)= USD 21 billones; la pérdida “inesperada” sería 10.600*6,5%*(1-0,80)= USD 138 billones. Como se supone que el negocio era rentable operando en las condiciones normales de incobrabilidad, la pérdida neta sería de unos USD 117 billones (algunos autores incluso llegan a USD 70 billones). Esta cifra de pérdida efectiva es grande, pero no es para causar histeria.
4. En el negocio de los CDS podemos hacer tres análisis: a) la cobertura inicial de riesgo de crédito que realizaron los bancos comerciales, donde, ante en la ocurrencia de default, la contraparte queda obligada a pagar el valor par del bono asociado; la cuenta de la vieja diría que el gran ganador es el banco, obteniendo un monto más allá del caído por el crédito, debido a que los nocionales de los CDS superan varias veces las colocaciones con las cuales se relacionan. b) la circulación posterior del instrumento, ya no como medio de cobertura de riesgo, sino exclusivamente como medio de generación de ganancias de capital. Si la liquidación de estos derivados se hace por compensación, la cuenta de la vieja nos diría que hay una transferencia de recursos entre las instituciones, es decir, lo que unos pierden, otros lo ganan. c) como ahora prácticamente nadie quiere comprar estos instrumentos, porque no está claro el activo subyacente que lo sustenta y su riesgo debido a los créditos “empaquetados”, no hay mercado. Como no hay precio, el mark to market está obligando a las compañías que dentro de sus activos tienen estos derivados a contabilizarlos prácticamente a valor cero. La cuenta de la vieja diría que la contabilidad está exagerando las pérdidas reales.
5. Los USD 700 billones del plan de rescate apuntarían al objetivo correcto: sacar la cartera tóxica de los activos de las compañías y restablecer las confianzas para que puedan operar en condiciones normales. En una de esas sobra plata y no al revés.
6. El mecanismo de contagio al sector real estaría dado principalmente por la mayor tasa de interés como resultado de la iliquidez generalizada. Mucha de esta iliquidez obedecería a sobre reacción de los distintos agentes, provocando un círculo vicioso, aunque hasta ahora acotado. Una frase para el oro: “el pánico es inversamente proporcional al conocimiento”.
Al final, después que pase la tormenta, probablemente la sabia viejita concluya que se construyó una casa antes de su tiempo óptimo. Y por cierto, si hay algo positivo de todo esto, es que se han normalizado los precios de la energía… el verdadero salvataje.
1. Las colocaciones hipotecarias en EE.UU. suman cerca de USD 10,6 trillones, equivalentes a poco más de un 70% del PIB de dicho país. Los nocionales (valores de referencia) de los instrumentos derivados asociados a estas hipotecas (Credit Default Swaps) suman USD 62 trillones, más de 4 veces el PIB de EE.UU. e incluso superior al PIB mundial.
2. En el primer negocio, la tasa de morosidad ha fluctuado entre 4% y 5% (años 1985-2007), elevándose hoy a casi un 6,5%. Además, si antes el banco podía recuperar entre un 95% y un 98% de la deuda cuando remataba una casa, ahora recupera un 80%.
3. Primer cálculo de la vieja: la pérdida esperada para los bancos comerciales sería 10.600*4%*(1-0,95)= USD 21 billones; la pérdida “inesperada” sería 10.600*6,5%*(1-0,80)= USD 138 billones. Como se supone que el negocio era rentable operando en las condiciones normales de incobrabilidad, la pérdida neta sería de unos USD 117 billones (algunos autores incluso llegan a USD 70 billones). Esta cifra de pérdida efectiva es grande, pero no es para causar histeria.
4. En el negocio de los CDS podemos hacer tres análisis: a) la cobertura inicial de riesgo de crédito que realizaron los bancos comerciales, donde, ante en la ocurrencia de default, la contraparte queda obligada a pagar el valor par del bono asociado; la cuenta de la vieja diría que el gran ganador es el banco, obteniendo un monto más allá del caído por el crédito, debido a que los nocionales de los CDS superan varias veces las colocaciones con las cuales se relacionan. b) la circulación posterior del instrumento, ya no como medio de cobertura de riesgo, sino exclusivamente como medio de generación de ganancias de capital. Si la liquidación de estos derivados se hace por compensación, la cuenta de la vieja nos diría que hay una transferencia de recursos entre las instituciones, es decir, lo que unos pierden, otros lo ganan. c) como ahora prácticamente nadie quiere comprar estos instrumentos, porque no está claro el activo subyacente que lo sustenta y su riesgo debido a los créditos “empaquetados”, no hay mercado. Como no hay precio, el mark to market está obligando a las compañías que dentro de sus activos tienen estos derivados a contabilizarlos prácticamente a valor cero. La cuenta de la vieja diría que la contabilidad está exagerando las pérdidas reales.
5. Los USD 700 billones del plan de rescate apuntarían al objetivo correcto: sacar la cartera tóxica de los activos de las compañías y restablecer las confianzas para que puedan operar en condiciones normales. En una de esas sobra plata y no al revés.
6. El mecanismo de contagio al sector real estaría dado principalmente por la mayor tasa de interés como resultado de la iliquidez generalizada. Mucha de esta iliquidez obedecería a sobre reacción de los distintos agentes, provocando un círculo vicioso, aunque hasta ahora acotado. Una frase para el oro: “el pánico es inversamente proporcional al conocimiento”.
Al final, después que pase la tormenta, probablemente la sabia viejita concluya que se construyó una casa antes de su tiempo óptimo. Y por cierto, si hay algo positivo de todo esto, es que se han normalizado los precios de la energía… el verdadero salvataje.
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