lunes, 30 de marzo de 2009

¿Piñera Presidente?


Con esta crisis de pánico, que ya se escapó del ámbito económico, la embolinada de perdiz ha hecho que se vea negro un cuadro que a lo más es gris, especialmente para nuestro país. Tanto así que el discurso más coherente que se ha escuchado este último tiempo es el de la dupla Velasco – Bachelet, dupla que hace recordar, guardando las proporciones, a Portales-Prieto.

En fin, cuando nos sorprendamos de las positivas cifras (ya hay varias) y debamos ajustar nuestras planillas Excel, nos daremos el palmazo.

El cuadro negro ha hecho que gente inteligente yerre en sus estrategias. Por ejemplo, Sebastián Piñera y sus aliados han pisado el palito con un discurso con tono catastrofista, al más puro estilo de Obama y tantos otros, cuando lo que deberían hacer destacar el vaso medio lleno. Súper simple: esta crisis de pánico va a pasar más temprano de lo que cree la mayoría. ¡Y eso es lo que debería astutamente transmitir la alianza!

Cuando a fines de año veamos otro escenario económico y el cuadro negro sólo sea un mal recuerdo, ¿quién se llevará los aplausos? Obvio, la Presidenta Bachelet. Si el mismo opositor decía que venía una debacle que no llegó, si el mismo opositor decía que venía el fin del mundo y no llegó…el “vuelito” de la economía favorecerá a la Sra. Bachelet. No nos sorprendamos, entonces, si el grado de aprobación de la Presidenta llega a máximos inimaginables.

Si la alianza no cambia el switch ahora, ese mismo “vuelito” lo puede capitalizar Frei u cualquier otro (¿el ministro Velasco?, potenciando su carisma y vistiéndose de político de tomo y lomo, sí que sería un contendor de peso para Piñera). Así, previo a las elecciones podrían decir con toda confianza: “si eso era evidente, lo dijimos hace casi 1 año”. Bien se aplicaría hoy la misma frase que se hizo tan popular cuando George Bush perdió la reelección con Clinton: It´s de economy, stupid!

Ah, por cierto, no hay que confiarse tanto en las encuestas. Hay harto camino que recorrer todavía. No vaya a ser que estas mismas encuestas sean lo que la escritura en la pared fue para el rey babilonio Belsasar en 539 A.C.

martes, 24 de marzo de 2009

Por qué la Haya fallará a favor de Chile


Nuevamente está en el tapete la demanda peruana para definir un nuevo límite marítimo. Perú ya jugó sus cartas. Ahora Chile debe decidir si levanta o no excepciones o dejar que siga el proceso. Como estrategia chilena, sería bueno no solicitar la incompetencia del tribunal y dejar que la Haya se pronuncie. No debería sorprendernos que la corte internacional falle a favor de Chile al revisar los límites marítimos con Perú.

Simple teoría de juegos: supongamos que Perú tuvo dos opciones: no ir a la corte o efectivamente hacerlo. En el primer caso, el resultado neto para Perú es cero ganancia, es decir, se queda con la misma situación original. En cambio, si insiste en ir a la corte, existe una probabilidad P de ganar (la corte falla a su favor), en cuyo caso recibe un beneficio B dado por el nuevo límite marítimo; y como complemento, existe una probabilidad 1-P de perder, en cuyo caso recibiría una sanción simbólica S (menor que cero), “levemente” desfavorable que la situación original, ya que en teoría el caso quedaría cerrado o por lo menos no volvería a generar polémica por un buen tiempo.
A Perú le conviene ir a La Haya porque con alta probabilidad el valor esperado de esta decisión es mayor que cero, lo que matemáticamente se representa por la ecuación P*B + (1-P)*S > 0. Despejando se tiene P > -S/(B-S)), es decir, ante un mínimo nivel de éxito para Perú, la condición anterior se cumpliría, es decir, se haría el “trámite” ante La Haya. Intuitivamente se puede concluir que Perú tiene mucho que ganar y muy poco que perder con llevar este caso a dicha corte.
La Haya debe considerar que su fallo no solamente aclarará la controversia entre dos naciones, sino que pondrá precedentes para eventuales revisiones futuras: que cualquiera se sienta tentado a poner en dudas pretéritos tratados, independientemente de si fueron “justos” o no en el momento en que éstos fueron firmados. En el caso chileno, los tratados de 1952 y 1954 deberían ser la base sobre la cual se zanje definitivamente el tema.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Economía Urbana


Si a cualquier persona le preguntaran si desea que en su barrio se instalen edificios, la respuesta lógica esperable por la mayoría sería… adivine: NO. No hay para qué hacer un plebiscito. Con todo, así quedó demostrado recientemente en Vitacura, por si quedaban dudas.

Otra cosa muy distinta es que se le pregunte a cada vecino cuánto estaría dispuesto a pagar (en sus contribuciones, por ejemplo) para cumplir sus deseos. Es que a veces se nos olvida que una ciudad es una unidad productiva más, donde resulta necesario que todos asuman sus costos, externalidades incluidas, en orden a operar de la forma más eficiente. Así, sin un privado desea instalar un edificio de 50 pisos, debería incluir dentro de sus costos todas las externalidades negativas que esto produce al entorno, y en base a eso finalmente decidir.

Aunque cueste creerlo, nuestra capital es chica y densa. Su extensión alcanza unas 79.000 hectáreas, con una densidad de 68 habitantes por hectárea, superior a ciudades de países desarrollados como Barcelona, Madrid, París, Londres o Toronto, ciudades mucho más grandes en superficie y con una densidad de 50 habitantes por hectárea para abajo; nuestra densidad más bien se compara con la de ciudades latinoamericanas e incluso asiáticas.

Existe una clara correlación entre el nivel de desarrollo –medido por el PIB per cápita- y la densidad. Y es lógico que así sea, porque en la medida que crece el ingreso de las personas, éstas demandan más espacio interior (casas más grandes, segunda vivienda) y exterior (equipamiento, áreas verdes, vías de acceso), entre otros bienes con elasticidad ingreso positiva. Lo anterior llevará a que, aparte del crecimiento “normal” de la ciudad de Santiago –hoy en torno a las 1.400 hectáreas al año– a una densidad marginal mucho más baja, se deban rehacer barrios completos debido a su obsolescencia. En otras palabras, un Santiago mucho más grande que el actual, y menos denso. Parece que esto último que no es tan evidente entre los que tratan los temas urbanos.

Esta revolución urbana en Chile va más allá de lo que dicte un plan regulador específico; será uno de los impactos económicos más relevantes en las próximas décadas. Un correcto plan regulador debiera captar este fenómeno y anticipar el crecimiento de la ciudad. Las preferencias de la gente en promedio se darán en forma natural, no necesariamente por la vía de un plebiscito comunal.

martes, 17 de marzo de 2009

Access Rule


En Estados Unidos hace más de tres décadas que se dieron cuenta que era vital tener un mercado de valores nacional, con el objetivo de promover la competencia entre los distintos mercados accionarios y entre las órdenes de compra-venta de los clientes en forma individual. Así, nació la regulación National Market System (NMS).

Una de las medidas de la NMS es la denominada Access Rule, que busca asegurar que los intermediarios logren realizar las órdenes de sus clientes a los mejores precios. Esto implica acceso a todos los mercados. Por lo tanto, las bolsas no pueden discriminar entre corredores que son miembros de ésta y aquellos que no lo son.

En Chile, la Bolsa de Comercio de Santiago representa cerca del 87% del monto transado en acciones. Existe una modalidad para que inversionistas institucionales y corredores extranjeros operen directamente en esta bolsa, siempre que utilicen un corredor perteneciente a ella. Pero en el caso de un corredor miembro de otra bolsa (Bolsa Electrónica o Bolsa de Valparaíso), existe una barrera de entrada adicional, que consiste en enterar garantías por un monto equivalente al valor de la acción de la Bolsa de Comercio de Santiago (como referencia, la última transacción fue por $1.631 millones). Es decir, para efectos prácticos, es lo mismo que “comprar” la acción. No es la solución de fondo. Al contrario, da para un claro ejemplo de abuso de posición dominante en un texto de economía I… situación que no es nueva, basta recordar que a fines de los 80 algunos bancos quisieron participar en el mercado accionario y, como vieron su acceso restringido (¿club de Tobi?), crearon una nueva bolsa.
Algunos países han fusionado las distintas bolsas que tenían; en el caso chileno resultaría útil tener una sola bolsa nacional, aunque per sé no es garantía de solución a los problemas planteados. Por otra parte, la desmutualización -otra forma de abordar este problema, no necesariamente excluyente con la fusión- permite ser corredor sin ser accionista de la bolsa, al separar ambos derechos involucrados. Lamentablemente, el proyecto está hibernando, a la espera de un cambio en el contexto económico mundial (¿?)… quizás después lo retenga el auge bursátil, que no dará tiempo para analizar estos asuntos.
Asegurar libre entrada es un principio básico para mantener la competencia en cualquier mercado. Si se quiere hacer de Chile un gran centro financiero hay que empezar por solucionar este problema. La desmutualización y la interconexión en tiempo real son los primeros pasos.
Aparentemente en Chile hay condiciones de competencia entre las bolsas (como en varios otros mercados, dicho sea de paso). Conviene meditar en la premisa que guió la NMS antes señalada: “Inversionistas deben tener la seguridad que participan en un sistema que maximiza las oportunidades de que el vendedor más interesado pueda encontrar al comprador más interesado”. Magna premisa, que ojalá todo mercado pudiera garantizar.

martes, 3 de marzo de 2009

Shadow banking system


Hay algo que ha quedado claro con la presente crisis de pánico (o del crédito, como oficialmente se le llama): la falta de información relevante para tomar buenas decisiones de inversión. Por ejemplo, una mayor transparencia en la información sobre el derivado por excelencia de esta crisis -los Credit Default Swaps- habría permitido evaluar correctamente el activo subyacente y sus riesgos, facilitando el seguimiento posterior en la interminable cadena sucesiva de pagos y reestructuraciones de cartera. Cuando la información es relevante, estandarizada y pública, el proceso de toma de decisiones es óptimo; el problema es que la información es incompleta, irrelevante o simplemente incomprensible.

Lo anterior pareciera ser obvio, pero por increíble que parezca, existen argumentos en contra de la transparencia porque el shadow banking system ha prosperado en Estados Unidos. Se plantea que la información simétrica entre los agentes podría afectar la liquidez de los instrumentos y con ello impedir atractivos retornos al estar obligados a poner sobre la mesa las estrategias de inversión que se realizan.

Con todo, la discusión está vigente en dicho país, pero ¡ojo!, se relaciona con el óptimo manejo de estos instrumentos financieros más sofisticados, donde se busca imitar lo que ocurre en las bases de este mercado de capitales. En efecto, la transparencia es parte del núcleo de este mercado y, por ejemplo, permite que cada consumidor pueda hacer lo más básico de un proceso de compra: comparar alternativas para un crédito y elegir.

En Chile, en cambio, no se puede conocer oficialmente el costo efectivo que un crédito tiene para el consumidor; la única forma de estandarizarlo es informar la tasa efectiva (o tasa interna de retorno), incorporando todos los costos asociados a un crédito (muchos de ellos fijos, como los gastos notariales, seguros y comisiones) y considerando el monto líquido que recibe el cliente). Esta es la vara con la que se debería medir. Así no nos llevaríamos sorpresas cuando nos llega un estado de cuenta, sabríamos ex-ante que muchos créditos superan por varios puntos la Tasa Máxima Convencional –invento que busca proteger al consumidor- o simplemente tomar la mejor decisión financiera. La gente sería su propio Sernac.

Mientras tanto, nos embolinan la perdiz con informes que suman linealmente las cuotas pagadas en distintos periodos de tiempo (típicos informes que salen en marzo y diciembre), que entregan rangos de tasas para un crédito determinado (olvidando el estadígrafo relevante, el promedio) o cobros por zona geográfica (como si el dinero tuviera costos de transporte). Y más encima, ahora se nos dice el sistema financiero chileno es un ejemplo en la rapidez con que se está traspasando la rebaja de tasas a los clientes, cuando lo que importa es el nivel en que éstas se encuentran, porque el spread promedio sigue alto, superando varias veces el de otras economías, aún ajustado por riesgo.

La transparencia es aquel bien en el que nadie se opone de palabra, por lo menos en la etapa de desarrollo en la que hoy nos encontramos. Es políticamente incorrecto. Pero algo impide que sigamos avanzando. Las externalidades positivas serían enormes, ¿qué porcentaje de las rentas del sistema financiero se eliminarían si cada consumidor pudiera tomar decisiones óptimas? Por ahora, es una transferencia unilateral de riqueza en nuestro criollo shadow banking system.