¿Qué reformas haría usted al sistema financiero para lograr mayor justicia, equilibrio y equidad? La pregunta, realizada en el debate presidencial, fue precedida de una ácida crítica a los bancos, resaltando la falta de acceso al crédito y los altos intereses y comisiones, y el contraste de las utilidades bancarias versus las ganancias de los depositantes.
Una oportunidad de oro para que en un minuto los candidatos se lucieran y marcaran diferencias. Las respuestas: crear un Sernac financiero, para que los bancos “no cometan tantos abusos que muchas veces quedan totalmente impunes”; “más Estado, no más mercado”; “el sistema financiero se sirve a sí mismo y no para apoyar el sistema productivo”; “tasas absurdas, que no existen en ningún otro país”.
La mala noticia es que la palabra clave no se oyó: competencia, concepto que por sí solo debería ser el eje de las reformas en el citado mercado —y también en otros—. Un plan de gobierno en sí mismo. Sin competencia real, nuestro país seguirá siendo el eterno candidato al club de países desarrollados.
La buena noticia es que la falta de competencia bancaria pasó a ser tema de interés nacional. Y en esta pasada los bancos quedaron muy mal parados. Cada vez se hace más común relacionar las palabras abuso, cobros excesivos y usura con las abultadas utilidades de esta industria.
Las instituciones financieras, bancarias y no bancarias, deberían tomar nota de esto... y también las entidades reguladoras, porque con más competencia las rentabilidades anormales en la banca –esas mismas que a la super de bancos le producen ingenuo orgullo- desaparecerían rápido. Las nuevas tecnologías de producción de este siglo así lo prueban. Destrucción creativa, diría Schumpeter.
No se sorprenda cuando reciba un e-mail con una oferta de crédito de Google Bank. Si no me cree, lea “The power of mobile money” (The Economist, 24 de septiembre de 2009).
Una oportunidad de oro para que en un minuto los candidatos se lucieran y marcaran diferencias. Las respuestas: crear un Sernac financiero, para que los bancos “no cometan tantos abusos que muchas veces quedan totalmente impunes”; “más Estado, no más mercado”; “el sistema financiero se sirve a sí mismo y no para apoyar el sistema productivo”; “tasas absurdas, que no existen en ningún otro país”.
La mala noticia es que la palabra clave no se oyó: competencia, concepto que por sí solo debería ser el eje de las reformas en el citado mercado —y también en otros—. Un plan de gobierno en sí mismo. Sin competencia real, nuestro país seguirá siendo el eterno candidato al club de países desarrollados.
La buena noticia es que la falta de competencia bancaria pasó a ser tema de interés nacional. Y en esta pasada los bancos quedaron muy mal parados. Cada vez se hace más común relacionar las palabras abuso, cobros excesivos y usura con las abultadas utilidades de esta industria.
Las instituciones financieras, bancarias y no bancarias, deberían tomar nota de esto... y también las entidades reguladoras, porque con más competencia las rentabilidades anormales en la banca –esas mismas que a la super de bancos le producen ingenuo orgullo- desaparecerían rápido. Las nuevas tecnologías de producción de este siglo así lo prueban. Destrucción creativa, diría Schumpeter.
No se sorprenda cuando reciba un e-mail con una oferta de crédito de Google Bank. Si no me cree, lea “The power of mobile money” (The Economist, 24 de septiembre de 2009).
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