Recientemente se firmó el proyecto de ley que busca rebajar la Tasa Máxima Convencional (TMC). La forma en que esto ocurrirá será mediante una rebaja en el factor -de 1,5 a 1,35- que se aplica a la tasa de interés promedio de créditos del segmento cobrada el mes anterior. Así por ejemplo, hoy la tasa de interés promedio para créditos de consumo de hasta 200UF es 33,6% anual y, en consecuencia, la TMC es 50,37%. Con el ajuste, la TMC pasaría a 45,3% después de aprobado el cambio.
El gobierno ha planteado, además, que estima que la TMC llegará a 36% en seis meses, como resultado de las reacciones de los distintos oferentes de crédito. Para que esto ocurra, la tasa promedio del mercado debería bajar a 26,6%. ¿Logrará esto el proyecto de ley, por el sólo hecho de rebajar el factor de cálculo? No.
Note que la TMC toma como input para su cálculo la tasa promedio que cobran los mismos bancos. Ergo, si este promedio está fuera de equilibrio, el resultado no puede ser una tasa competitiva. Y ahí está el problema. Hoy, el 72% de los créditos de consumo bancarios lo concentran 4 de las 25 instituciones: Santander 27,4%, Chile 22,1%, BCI 12,1% y Estado 10%. Dada la tasa actual promedio de 33,6% anual, sin duda que el nicho es rentable: a pesar de constituir en torno al 13% de las colocaciones totales, contribuye a que curiosamente sean estas mismas instituciones las que lideran el ranking de Rentabilidad sobre el Patrimonio, a saber, ROE antes de impuestos a julio de este año de 30,3% en Santander, 29,9% en banco Chile, 28% en BCI, superando en forma significativa el 23% del sistema. ¿Existe otro sector de la economía que entregue tan atractivos retornos, permanentemente en el tiempo? La competencia no se mide por las “agresivas” campañas promocionales de captación de clientes, los frecuentes comerciales de TV o los avisos a página completa en los diarios. Si ésta realmente estuviera presente, ¿cree Ud. que existirían aquellas rentas anormales? Pensar que la situación cambiará radicalmente con la mayor “competencia” producto del menor universo de clientes (derivado de la menor bancarización) es una ilusión.
Entonces, si el promedio del sistema es, por lo menos, sospechoso de ser poco competitivo, no lo usemos para fijar la TMC. Usemos como referencia una tasa de un mercado más transparente y profundo que el nuestro, por ejemplo Estados Unidos, y consideremos esas tasas base (para ubicarnos, en Estados Unidos, las tasas promedio de tarjetas de créditos bancarias hoy están en torno al 16% anual), para luego ajustar por riesgo chileno (¿riesgo país?). A ese resultado se le aplica el factor de ajuste.
De esta forma, no será una oportunidad perdida para obligar a todos los participantes del sistema financiero chileno, bancario y no bancario, a ajustarse a su equivalente competencia externa. Y al mismo tiempo serviría de entrenamiento para cuando efectivamente un Google o Facebook cree su división de servicios financieros y tengan que competir de verdad.
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