http://www.elmostrador.cl/mercados/2016/02/09/para-el-estado-seguimos-siendo-ninos-a-los-65-anos/
Cuando nos integramos a la vida laboral, el Estado nos dice que somos malos administradores del dinero, que pensamos sólo en el presente y no prevemos nuestro futuro. Así, independiente de si el sueldo es el mínimo o si es alto (con un tope que un bajo porcentaje de los trabajadores supera), el Estado nos obliga a ahorrar para acumular fondos para nuestra jubilación; los trabajadores independientes tampoco se salvan.
El Estado quiere que los
individuos sean responsables con su futuro y los obliga a ahorrar, para que no
sean cargas del mismo, después. El argumento de destinar obligatoriamente un
porcentaje del sueldo para el sistema de capitalización individual puede ser
totalmente discutible, especialmente si se cifra la confianza absoluta en que
éste será la solución de un problema que escapa al mercado de capitales.
Pero concedamos por un momento el
punto, y estemos de acuerdo en que nuestra irresponsabilidad financiera no nos lleva a tomar decisiones
con madurez durante nuestra vida laboral, que somos “botaratas”, que tenemos cero capacidad de ahorro y/o priorizamos el
consumo presente, donde lo urgente se antepone a lo importante. Por lo tanto,
concedamos también, que es necesario que nos obliguen a ahorrar para nuestra previsión
y que cada uno se hace responsable de su jubilación con sus ahorros personales,
especialmente cuando se ha demostrado que el anterior sistema de reparto no se
autofinanciaba.
Okay hasta aquí. El punto a
discutir ahora es que al momento de jubilar, el Estado sigue creyendo que a los
65 años todavía somos niños incapaces de tomar sabias decisiones
financieras y nos obliga a retirar de a
poco nuestra plata, ya sea mediante un Retiro Programado con la AFP (que
algunos quieren eliminar), o mediante la contratación de una Renta Vitalicia
con una Compañía de Seguros de Vida.
Hace poco (diciembre 2015), en
Perú se aprobó un proyecto de ley en que los afiliados a una AFP que cumplan 65
años podrán elegir si perciben la pensión que les corresponda o solicitan a la
AFP la entrega de hasta el 95,5% del fondo disponible de su cuenta individual, o
en los montos que el pensionado considere necesario, en cuyo caso no tendría
derecho a ningún beneficio de garantía estatal. Además, se podrá retirar lo
aportado en caso de enfermedad terminal y utilizar un 25% de la cuenta
individual como garantía para la adquisición de una vivienda en cualquier
momento de la afiliación. Ahora está en manos del Presidente, quien debe
promulgar u hacer observaciones. Simplemente notable. Parece que Perú se nos
está adelantando. Uno de los defensores de este proyecto planteó que “con este
cambio al día de su jubilación el afiliado va a tener la libertad de decidir si
se queda en la AFP o saca su plata y compra dos taxis usados y los pone a
trabajar”.
Si asumimos que una persona
alcanzó la madurez a los 65 años y va a ser responsable con sus años postreros,
¿por qué no dejamos que tomen sus propias decisiones informadas?
Propuesta para Chile: que al
momento de jubilar (¡o incluso antes!) se permita retirar lo que exceda a la
pensión mínima garantizada. Que quede a libre disposición para que el lolo de
65 años decida lo que para él es su óptimo: si compra 2 taxis, emprende un
negocio, si quiere viajar por el mundo o cumple su sueño y se compra una motocicleta
y sale a recorrer Chile. ¿Acaso no es mejor que sea la propia persona la que
decida, y no el Estado, cuál es el mejor destino de sus recursos, especialmente
a esa altura de su vida?
Los agoreros de siempre nos
llenarán de “hay que”… analizarlo muy bien, ser muy cuidadosos, cuidar que no
se farreen la plata, ver el efecto en las pensiones. Se les podrá responder que,
como el Estado se “cubre” al retener los fondos que garantizan la pensión
mínima, le da lo mismo el uso de la
plata excedentaria, porque este juego es sin llorar. ¿Son niños o adultos a los
65 años? La libertad trae aparejado responsabilidad.
Finalmente, la principal
oposición a esta propuesta vendría por parte de las Compañías de Seguros de
Vida, las que ya no tendrían un mercado cautivo con sus Rentas Vitalicias. Lo
más grave: una propuesta como aquella desnudaría, “por el lado de los quesos”, la débil situación patrimonial en la
que ellas ya se encuentran, con respirador
artificial gracias a una ficción contable.
Iván Rojas B.
Iván Rojas B.
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