jueves, 1 de septiembre de 2016

El Muro del Silencio





 
El columnista D’Artagnan ha manifestado en varias columnas que nuestro modelo de desarrollo está capturado por intereses creados en todas las áreas y donde todo está en un perfecto equilibrio mediocre, convirtiéndose en una implementación degenerativa del modelo original. Ser revolucionario y romper esquemas –dice- va en contra de la subsistencia propia del modelo.

En este equilibrio mediocre, los medios de comunicación juegan un importante papel al (des)informar convenientemente hechos relevantes. Con pocas excepciones, y especialmente dado el grado de concentración y relación con el mundo de los negocios, la muralla china entre la línea editorial y la línea comercial es más bien un corralito para infantes.

Lo peor es que como todo funciona “más o menos bien”, lo anterior no es “tan evidente”; porque en estricto rigor sí se informa, pero cuando la noticia pudiera enojar a gente relacionada (llámese clientes importantes), ésta se “suaviza”, disimula en una caluga pequeña que nadie lee, y no se habla más del tema. Y los pocos audaces que sí informan, pronto reciben llamados o ven reducidos sus ingresos por publicidad. Las agencias hacen su pega. Una elegante forma de presionar.

Los casos Arcano y AC Inversions, por ejemplo, son dignos se señalar. Páginas y páginas repetitivas, una y otra vez; pero cuando se trata de un “compadre”, el énfasis es totalmente diferente, incluso el timing cambia, al informar cuando ya no queda otra. Y algunas veces simplemente la información es sesgada, parcial o induce a error.

Una forma de abordar el grado de concentración en el mercado de los medios de comunicación y sus evidentes conflictos de interés es designar en un ente independiente que informe la matriz publicidad-empresas-medios y determinar inconsistencias entre el tiraje de un medio (audiencia, visitas, etc.) y la publicidad que una determinada empresa o grupo contrata en él.

¿Está libre un grupo económico, empresa, agencia publicitaria o el Estado, de contratar publicidad en los medios que ellos quieran, vetando a algunos por las razones que sean? En un mercado perfecto sí, porque tal “discriminación” sería parte normal del poder negociador entre las partes y no alteraría mayormente el mercado; en un mercado imperfecto –como el nuestro-, no. Ni siquiera es válido no contratar o quitar publicidad a un determinado medio cuando su línea editorial no es del agrado del avisador. Tal discriminación no sólo sería un abuso de posición dominante en el mercado del avisaje publicitario, sino que “fomentaría” la poca transparencia en todos los mercados, toda vez que dicha presión sirve para acallar –y quizás eliminar-  al incómodo informador. El diario de Condorito no podría subsistir en Chile.

Un avisador relevante, entonces, debería estar obligado a distribuir proporcionalmente su gasto en publicitad en un abanico de medios, sin discriminar. La SVS, por su parte, debería exigir a las empresas que informen claramente dicha matriz. Y no estaría mal que la FNE metiera sus narices de vez en cuando.

Cuando no hay competencia por las buenas, se debe regular la cosa. La idea planteada, sin duda, puede ser perfectible, pero es un buen comienzo para romper este dañino muro del silencio.

Iván Rojas B.

 

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