Este viernes 30 de septiembre las
compañías de seguros deben responder un “cuestionario” (Norma de Carácter
General N°408) que trata sobre el rol del directorio en la gestión de riesgo,
capital y estrategia de la compañía, con el fin de asegurar un sistema de
administración adecuado y vigilar su implementación. Esto vendría siendo un
calentamiento previo para ORSA, la supervisión basada en riesgo que está
promoviendo la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS).
Así, el directorio debe pronunciarse
respecto de la evaluación, procedimiento y plan para 60 preguntas o tópicos.
Las preguntas son bastante generales y políticamente correctas: ¿Quién va a
estar en contra de que el directorio monitoree los riesgos, evalúe sus
impactos, establezca protocolos formales de acción, defina auditorías, entre
otras obvias actividades? El problema es, lamentablemente, que este es otro
procedimiento más de una aparente supervisión por parte de la SVS que no se
hace cargo del tema central en el cual está envuelta la solvencia de las
compañías de seguros de vida (CSV).
Se ha dicho hasta la saciedad, en
todos los tonos, tanto en público como en cartas privadas, que la SVS ha
permitido que las CSV contabilicen sus pasivos por rentas vitalicias (RV) a un
monto considerablemente menor al que corresponde económicamente. ¿La trampa?
Mediante circulares que van en contra del diseño original del modelo de
pensiones, convenientemente la SVS ha dado el “regalito” de descontar flujos
libres de riesgo de no pago (las rentas vitalicias) a una tasa con premio. ¿El
resultado? Un falso ambiente de supervisión donde la SVS permite que las CSV
vendan RV que HOY ya no pueden pagar sin asumir riesgo en sus inversiones.
¿Evento que podría ocurrir? No se puede descartar que las CSV deban ajustar y
recortar las ya bajas pensiones, que supuestamente son seguras y pagaderas
hasta que el pensionado se muera. ¿Y si la SVS se pusiera los pantalones y
obligara a contabilizar el pasivo real (económico) que originan las RV? Muchas
podrían quedar con patrimonio negativo, es decir, quebradas; que la SVS permita
que las CSV sigan vendiendo RV sin
sincerar las cifras es una irresponsabilidad que agranda más este forado. Esto
no es un tema de futuro; ya se pasó el punto de no retorno. Que sepan los
señores directores que se están involucrando personalmente en este delicado
tema. Pan pan, vino vino.
¿De qué sirve ORSA, CBR y TSA si
el balance de las CSV no refleja su realidad económica? O sea, estamos hablando
de ficción contable en perjuicio de los jubilados. Lo que actualmente venden las
CSV se parece a una renta vitalicia…
¡pero no lo es! Y los ingenuos pensionados que eligieron esta opción
(que son la mayoría) no están debidamente informados. Y mientras tanto, la SVS
brilla por su ausencia, pero “hace como que hace la pega”; y parece que lo hace
bien, porque nadie dice ni pío. Y las
CSV, convenientemente han guardado silencio.
Partamos, entonces, por
contabilizar bien los pasivos y después hagamos todos los test habidos y por haber. La pregunta que faltó en el cuestionario
tipo “tarea para la casa” para el directorio fue: ¿Cuánto es el valor presente
de los flujos comprometidos por RV estimados con las tablas actualizadas de
esperanza de vida, descontados a la tasa libre de riesgo? Compare dicho valor
con los activos ajustados por riesgo y señale las medidas concretas que la CSV
adoptará para reponer el capital en el cortísimo plazo y así estar capacitada
para volver a operar en el mercado. Esta debería haber sido la pregunta 61.
Finalmente, y permítanme hacer
esta conclusión a título personal. Estoy tan convencido del análisis anterior
que, dado que se ha hecho oídos sordos a todas las advertencias, junto a otros
profesionales estamos analizando acciones diversas en las cuales la SVS, a lo
menos, deberá dar explicaciones públicas a la ciudadanía.
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