https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/03/25/silicon-valley-bank-panico-y-companias-de-seguros-quebradas/
A propósito de la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB), me referiré a
dos aspectos que considero relevantes para el análisis: el primero, sobre el
pánico, y el segundo, sobre una aplicación local a los riesgos de las compañías
de seguros de vida (CSV) que venden rentas vitalicias (RV).
Sobre el pánico: este es un arma letal
cuando la ignorancia acompaña al nerviosismo. El pánico, para hacer daño, no
requiere de muchos fundamentos. Basta una noticia sensacionalista y una buena
difusión para que comience el incendio.
Se ha hablado que SVB es el 16° banco
más grande de EEUU, que es la quiebra bancaria más grande desde la crisis subprime, y las comparaciones con la
crisis de 2008 son el pan de cada día. Afloran los "doctores
catástrofe" y los medios compiten por quien publica el título más aterrador.
Pero veamos las cosas en su justa
perspectiva.
Al primer trimestre de 2022, en
Estados Unidos se registran 4.844 bancos y sus activos suman US$24 trillones.
Sus pasivos equivalen al 90,5% (US$21,7 trillones). Dentro de los pasivos, los
depósitos domésticos no asegurados equivalen al 37,4% del activo, es decir, suman
casi US$9 trillones. Se dice que SVB tenía a fines de 2022 alrededor de US$209.000
millones en activos (esto es US$209 billones, o US$0,209 trillones) y alrededor
de US$175.400 millones en depósitos (US$ 0,175 trillones). Es decir, estamos
hablando de un banco que sus activos representan menos del 1% de los activos
del sistema bancario de Estados Unidos; y cuyos depósitos equivalen a menos del
2% del total de depósitos no garantizados de todo el sistema bancario de
Estados Unidos. ¿Alguien lo ha señalado? Es como si, acá en Chile, quebrara el
Banco Internacional (1,1% de los activos del sistema) o el banco Consorcio
(1,94% de las colocaciones del sistema). Puede ser preocupante, sin duda, pero
no para poner en riesgo el sistema.
Sin embargo, el pánico ha sido real
y, como señalé antes, no requiere de muchos fundamentos para causar daño propio
y contagiar a todo el sistema. Un incendio incontrolable puede comenzar con un simple
fósforo. El punto central, entonces, está en la efectividad para manejar el
pánico, lo cual dependerá de la capacidad y calidad de las autoridades.
La crisis subprime debiera ser un ejemplo del mal manejo del pánico. Ver la
cara de Paulson en la TV era casi una
imagen surrealista al estilo del grito de Munch. En el área técnica, Bernanke no diagnosticó que a los supuestos créditos malos había
que hacerles mercado en un mercado imperfecto que no les estaba asignando
valor, producto del pánico. Como comparativa, las hipotecas subprime en relación al sistema
financiero de Estados Unidos, eran menos relevantes que las pérdidas de los
créditos pesqueros chilenos en relación a nuestro sistema financiero en aquel
tiempo.
En relación al segundo punto, haré una
aplicación local a los riesgos de las compañías de seguros de vida (CSV) que
venden rentas vitalicias (RV).
En el caso de SVB, el 90% de sus
pasivos por cuentas de depósitos correspondían a depósitos no garantizados de empresas
que mantenían su liquidez en dichas cuentas; pero por el lado de los activos, el
54% de estos estaba invertido en bonos de largo plazo. Primer problema:
descalce financiero de plazos. El segundo problema lo explica el aumento en la
tasa de interés, que provocó una disminución en el valor de los activos.
Resultado: activos de largo plazo desvalorizados que no cubrían apropiadamente
los pasivos exigibles. SBV tuvo que salir a vender activos con pérdidas para
“hacer caja” y después intentó levantar capital, revelando su mala situación
financiera. Eso gatilló la corrida bancaria y el desenlace por todos conocido.
Lo que ha pasado con SVB debe ser un
mensaje claro para la CMF y su deficiente rol en regular a las CSV que venden
rentas vitalicias.
Por mucho tiempo y en varias
columnas, he señalado que las CSV tienen un real problema de solvencia, al no
tener un calce de riesgo entre activos y pasivos. Lo único que sostiene a las
CSV económicamente quebradas son dos factores: 1) La legislación que permite
una ficción contable subvalorando los pasivos, y 2) mantener pasivos de pago de
pensiones que supuestamente no son exigibles en su totalidad en el corto plazo.
La caída abrupta que tuvo la tasa de
interés provocó que las CSV hicieran una jugosa ganancia por el lado de sus
activos (distribuidas después como dividendos, use discernimiento el lector),
pero los activos vendidos fueron reemplazados por papeles menos rentables; y
por el lado de los pasivos, no se reconoció todo el aumento del valor de la
deuda con los pensionados, producto de que estos nunca han sido valorizados a
la tasa libre de riesgo sin premios. Y ahora, con el aumento en la tasa de
interés, las CSV tienen activos que se han desvalorizado (similar a lo que le
ocurrió a SVB), y pasivos que, aunque menos que antes, siguen subvalorados.
Resumen: activos que valen menos, dividendos ya repartidos a la matriz, y
deudas con los pensionados cuyo valor real no se refleja en la contabilidad. El
riesgo sistémico de las CSV es significativamente mayor que el de SBV. Téngase
presente que este es un riesgo real que afecta a todo el sistema de pensiones.
En este caso, el pánico tendrá fundamentos económicos; y mientras más tarde
ocurra, mayor será el impacto.
Que la CMF no se equivoque: mantener
este estado de ficción contable se hace cada vez más insostenible y peligroso.
Creer que la situación de insolvencia de las CSV se ve aminorada por el mero
hecho de que las pensiones no son exigibles en el corto plazo, es jugar con
fuego. Cuando se quite el velo y se dimensione el real problema, el pánico
desatado tendrá fundamentos y nadie lo va a parar.
Además, dicho sea de paso, no olvidar
el “sustito” que pasaron las CSV con el retiro de los fondos de las AFP
aplicado a las rentas vitalicias. ¿Pasivos no exigibles en el corto
plazo?
Si la CMF ha sido deficiente en su
rol regulatorio, ¿tendrá la capacidad para enfrentar un ataque de pánico masivo?
Iván Rojas B.
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