Hace unos días escuché la lectura de un profesional universitario por casi una hora. Pésima lectura: no leía por frases, sino por palabras, haciendo perder el sentido de la oración. Costaba seguir la idea de lo que estaba diciendo debido a las pausas innecesarias.
Coincidentemente ayer leí un artículo en La Tercera donde señalaba que un 46% de los universitarios no entiende lo que lee, asociado a que un 33% no lee nunca o casi nunca. ¿Qué queda para el resto? Las cifras son alarmantes: un 85% de los chilenos entre 16 y 65 años tiene nivel de lectura 1, es decir, con dificultad puede leer y comprender una etiqueta de un producto; un alumno norteamericano lee el doble de lo que lee un chileno; y el 25% de los egresados universitarios chilenos alcanza un nivel de lectura 4 a 5 (capacidad de inferir y generar nueva información en base a lo leído), mientras que dicha cifra es de 60% en Estados Unidos.
Buscando información adicional pude ver que el porcentaje de la población relevante con educación superior en Chile es de sólo 11%. El porcentaje de alumnos en Chile que obtiene un nivel de excelencia (nivel 5 de lectura) es de un 1,6%.
Impresionante. Pero sin ánimo de bajarle el perfil a las cifras (y asumiendo que están bien calculadas), creo que hay que mirarlas en su justa perspectiva. Comparar a secas el nivel educacional de un chileno con el de otros ciudadanos de países desarrollados no estaría del todo correcto. Una de las variables más importante (si no la única variable relevante) es el ingreso. El ingreso explica este diferencial de educación incluso a nivel nacional, por ejemplo, la cobertura de la educación superior es de 74% para el quintil de mayor ingreso en Chile (2003), mientras que es de sólo 15% para el quintil más pobre. A nivel internacional ocurre algo similar. Es obvio que entre más desarrollado es un país, la calidad de su capital humano es mejor en todo aspecto. Entonces, para ver qué tan mal estamos en educación frente a un alemán o a un estadounidense (que tienen un producto per cápita más del triple del nuestro), deberíamos ajustar por nivel de ingreso, o compararnos con países similares. A la inversa, no tiene ningún sentido comparar nuestro capital humano con el de Ruanda, por ejemplo. Es necesario comparar peras con peras y manzanas con manzanas.
En conclusión, nuestro capital humano no es tan malo como se ve a primera vista. Un ejercicio simple que me dieron una vez: supongamos que a todos los chilenos los llevamos a California. Asumamos que saben inglés, ¿en cuánto tiempo lograrían alcanzar la productividad media de un trabajador local? ¿5 años, 10 años, 15 años? Esa es la verdadera brecha.
Si Ud. puede leer, comprender, redactar correctamente y explicar “de corrido” este breve texto, duerma tranquilo.
lunes, 30 de julio de 2007
viernes, 27 de julio de 2007
Lo que Sernac no dijo
Recientemente Sernac publicó un estudio que informa las diferencias que existen en los créditos de las tarjetas de casas comerciales. Los resultados indican que para una compra tipo, cuyo precio al contado fluctúa entre $20.970 y $22.788, el costo promedio del crédito llega a $28.234, $32.438 y $39.168 para 4, 7 y 12 meses plazo. Incluso, se da que para una combinación específica de tienda-tarjeta-plazo, el costo del crédito a doce meses alcanza los $50.293, más del doble del precio al contado. Sernac calcula el “costo del crédito” como el monto de la cuota pactada multiplicado por el número de cuotas más las comisiones cobradas por la tarjeta en el período del crédito por la tenencia y uso de ella.
Aunque la metodología aplicada puede ser discutible estadísticamente y el cálculo del costo del crédito no es 100% correcto (porque suma linealmente valores en distintos momentos en el tiempo), los resultados no dejan de ser interesantes y son bastante útiles para ver las magnitudes.
Pero hay algo que Sernac se olvidó de calcular: la tasa final que efectivamente paga el cliente en cada caso, que constituye la única variable relevante a la hora de comparar distintos medios de pagos que tienen asociados estructuras de comisiones muy distintas entre sí.
Algunos cálculos sobre el informe de Sernac: agregaremos al monto de la cuota, las comisiones totales “mensualizadas”, es decir, cuota mensual más comisiones divididas por la cantidad de meses que dura el crédito. Posteriormente obtendremos la tasa implícita mensual, una aproximación de la verdadera TIR de cliente, ya que el argumento de las casa comerciales será que este costo fijo de las comisiones lo estamos asignando sólo a 1 compra.
Resultados:
1) Rango de tasas: desde 6,1% a 20,3% mensual (sí, leyó bien, es mensual).
2) En términos anuales (compuestos), ¡el rango va desde 103% hasta 823% anual!
Increíble. Lo lamentable es que quizás como consumidores ni siquiera nos demos cuenta.
Nuestro mercado de capitales debe imperativamente avanzar hacia una mayor transparencia, informando la TIR (Tasa Interna de Retorno) final al cliente. Ya es hora de que la SBIF (Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras) cumpla bien su rol supervisor en pro del interés público, incluyendo por cierto a las instituciones que, a pesar de ser no bancarias, una parte importante de sus utilidades la explica el negocio financiero.
Y para los más ilusos, esto es una prueba más de que a nuestro mercado financiero le hace falta más competencia.
jueves, 26 de julio de 2007
La grandeza de la humildad
Hace tiempo que no me emocionaba con algo visto en la T.V. Un sencillo hombre, vendedor de celulares, dio una gran lección en la búsqueda de un sueño. Paul Potts se presentó a un concurso que busca talentos en Reino Unido. Su apariencia, más allá de lo físico, reflejaba una serena humildad, la que se potenciaba con su timidez. El exigente jurado lo miró con cierta indiferencia, preguntándole casi irónicamente qué cosa iba a hacer. “Cantar ópera”, respondió. Paul empezó a cantar desde el corazón. Su pasión llenó el estudio y contagió al público. Los miembros del jurado se miraban entre sí, incluso uno de ellos se emocionó hasta las lágrimas.
Sin duda que el talento existía, aunque escondido a la vista de muchos que se basan sólo en apariencias. Paul logró su sueño, seguramente creyó que era posible alcanzarlo y luchó por ello, siempre con los pies en la tierra. Una lección para buscar nuestros talentos escondidos y tener las ganas de explotarlos, pero siempre con humildad, ya que, como dice San Lucas 14:11 “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido”.
Sin duda que el talento existía, aunque escondido a la vista de muchos que se basan sólo en apariencias. Paul logró su sueño, seguramente creyó que era posible alcanzarlo y luchó por ello, siempre con los pies en la tierra. Una lección para buscar nuestros talentos escondidos y tener las ganas de explotarlos, pero siempre con humildad, ya que, como dice San Lucas 14:11 “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido”.
jueves, 19 de julio de 2007
¿Salario mínimo de $216.000?
Se ha planteado que éticamente los empleadores debieran pagar un sueldo de $216.000 como mínimo. Incluso, podría existir una ley que “sugiriera” lo anterior. Siempre que veo algún tipo de propuesta “diferente”, encuentro muy útil analizar casos extremos. Por ejemplo, ¿qué pasaría si mañana se estableciera un salario mínimo de $1.000.000? desempleo y no contratación inmediata, porque sencillamente algunos trabajadores resultarían caros.
La razón macroeconómica de lo anterior es simple, en equilibrio, el valor de la productividad del trabajador (P*Pmarg., o retorno para el empleador) debe ser igual al salario (W, o costo para el empleador). Cada trabajador tiene asociado un grado de productividad, que viene dado principalmente por su capacitación y experiencia. Por lo tanto, si se quiere evitar que al trabajador menos calificado del país se le pague un salario menor que el valor de su productividad, se fija un salario mínimo igual a éste. De aquí un dato interesante: este es el objetivo del salario mínimo (o debería ser); generalmente se tiende a pensar que el salario mínimo es para garantizar la subsistencia. Para ello hay otras herramientas.
Entonces, el salario mínimo debería ir reflejando los aumentos en la productividad que en el tiempo va teniendo el país. Si crece más que la productividad del país, se generarían distorsiones importantes, las mismas vistas en el caso extremo. Algunos trabajadores, especialmente a los que se pretende proteger, simplemente no podrán encontrar un empleo. De hecho, se observa que las mayores tasas de desempleo la tienen las familias más pobres (25% en los pobres, según Casen 2006, que a su vez presentan bajos niveles de educación y capacitación) y también los más jóvenes (17% en jóvenes de 20 a 24 años), que poseen menos experiencia.
Como conclusión, la solución no pasa por sugerir un salario mínimo “alto”. Mucho menos por fijarlo por ley. El ser humano racional funciona esencialmente en base a incentivos. En este sentido, debiéramos avanzar a una mayor flexibilidad laboral. Si falta creatividad, por último copiémosle a los que lo han hecho mejor.
La razón macroeconómica de lo anterior es simple, en equilibrio, el valor de la productividad del trabajador (P*Pmarg., o retorno para el empleador) debe ser igual al salario (W, o costo para el empleador). Cada trabajador tiene asociado un grado de productividad, que viene dado principalmente por su capacitación y experiencia. Por lo tanto, si se quiere evitar que al trabajador menos calificado del país se le pague un salario menor que el valor de su productividad, se fija un salario mínimo igual a éste. De aquí un dato interesante: este es el objetivo del salario mínimo (o debería ser); generalmente se tiende a pensar que el salario mínimo es para garantizar la subsistencia. Para ello hay otras herramientas.
Entonces, el salario mínimo debería ir reflejando los aumentos en la productividad que en el tiempo va teniendo el país. Si crece más que la productividad del país, se generarían distorsiones importantes, las mismas vistas en el caso extremo. Algunos trabajadores, especialmente a los que se pretende proteger, simplemente no podrán encontrar un empleo. De hecho, se observa que las mayores tasas de desempleo la tienen las familias más pobres (25% en los pobres, según Casen 2006, que a su vez presentan bajos niveles de educación y capacitación) y también los más jóvenes (17% en jóvenes de 20 a 24 años), que poseen menos experiencia.
Como conclusión, la solución no pasa por sugerir un salario mínimo “alto”. Mucho menos por fijarlo por ley. El ser humano racional funciona esencialmente en base a incentivos. En este sentido, debiéramos avanzar a una mayor flexibilidad laboral. Si falta creatividad, por último copiémosle a los que lo han hecho mejor.
viernes, 13 de julio de 2007
El “señor X”
Desde abril de este año, en distintos baños públicos de Japón se han encontrado sobres con dinero junto a una carta manuscrita. Ya se han descubierto 425 sobres, con unos 10.000 yenes (US$80) cada uno. En total, el misterioso señor X (así lo han llamado) ya ha repartido unos 4 millones de yenes. Todo un enigma: se cree que es un filántropo (anciano, a juzgar por la caligrafía) que está al borde de la muerte, otros piensan que tiene depresión, y algunos mantienen la idea que está repartiendo algún premio obtenido. Como sea, la carta que deja el señor X invita al descubridor a utilizar el dinero “para su enseñanza, y dedíquese a las buenas obras, conservando el corazón puro y no guardar malos pensamientos…mis mejores deseos, lo saluda atentamente, las manos que rezan”.
Conozco a muchos “señores X”, que ayudan con algo más valioso que el dinero.
Conozco a muchos “señores X”, que ayudan con algo más valioso que el dinero.
miércoles, 11 de julio de 2007
¿Subir la tasa de interés?
Mañana será la reunión del Banco Central. Muchos han planteado que, dada la última cifra de IPC mayor a lo esperado, el Banco Central debería subir la tasa de interés (¿25 puntos base?) para de esta forma mantenerse dentro del rango meta. Algunas consideraciones:
1) Las presiones de precios (no necesariamente inflacionarias todavía) han venido principalmente por factores exógenos, como por ejemplo los mayores precios de energía y alimentos, los que inciden en los costos de muchas empresas. Un aumento en la tasa de interés podría aliviar esta supuesta presión inflacionaria, pero por la vía de frenar la economía. Aumentar la tasa no incide en el elevado precio de la energía, el cual se mantendría “alto”.
2) El IPC sobreestima la “verdadera” inflación, por lo que aún no habría necesidad de estar nerviosos. Tres razones: a) el IPC no refleja el efecto sustitución, porque ante un aumento en el precio de un producto, el cálculo de IPC lo multiplica por el “q” del año base; b) la encuesta se hace en el mismo lugar siempre, no refleja en forma directa toda la oferta; c) los productos nuevos que entran en la canasta del IPC lo hacen cuando ya han bajado de precio.
3) Es bueno tener un poco de inflación para así ajustar en forma natural algunos precios relativos, como los salarios reales.
¿Qué pasaría si el banco central no sube la tasa de interés? Me atrevería a adelantar que nada malo, y no me sorprendería que esto pasara mañana. Me parece razonable poner paños fríos y no sobrereaccionar ante un dato en particular: mantener la tasa de interés, pero a la vez aprovechar de enviar una señal clara sobre el tipo de cambio real, que debería ajustarse a la baja. Pero al parecer el mercado espera otra cosa, y asume que el Banco Central hará lo posible por mantener su credibilidad…
1) Las presiones de precios (no necesariamente inflacionarias todavía) han venido principalmente por factores exógenos, como por ejemplo los mayores precios de energía y alimentos, los que inciden en los costos de muchas empresas. Un aumento en la tasa de interés podría aliviar esta supuesta presión inflacionaria, pero por la vía de frenar la economía. Aumentar la tasa no incide en el elevado precio de la energía, el cual se mantendría “alto”.
2) El IPC sobreestima la “verdadera” inflación, por lo que aún no habría necesidad de estar nerviosos. Tres razones: a) el IPC no refleja el efecto sustitución, porque ante un aumento en el precio de un producto, el cálculo de IPC lo multiplica por el “q” del año base; b) la encuesta se hace en el mismo lugar siempre, no refleja en forma directa toda la oferta; c) los productos nuevos que entran en la canasta del IPC lo hacen cuando ya han bajado de precio.
3) Es bueno tener un poco de inflación para así ajustar en forma natural algunos precios relativos, como los salarios reales.
¿Qué pasaría si el banco central no sube la tasa de interés? Me atrevería a adelantar que nada malo, y no me sorprendería que esto pasara mañana. Me parece razonable poner paños fríos y no sobrereaccionar ante un dato en particular: mantener la tasa de interés, pero a la vez aprovechar de enviar una señal clara sobre el tipo de cambio real, que debería ajustarse a la baja. Pero al parecer el mercado espera otra cosa, y asume que el Banco Central hará lo posible por mantener su credibilidad…
jueves, 5 de julio de 2007
¿13,7% de pobres en Chile?
En Chile –según la encuesta Casen– un 10,5% de la población es pobre y un 3,7% es indigente. En total, un 13,7% de los chilenos están por debajo de la línea de pobreza. Pero, ¿qué se entiende por pobre e indigente? El Gobierno (específicamente Mideplan) define pobreza en base al ingreso per cápita total del hogar. Si ese ingreso no alcanza el valor de una canasta básica de alimentos, las personas que componen ese hogar son indigentes; si ese ingreso es menor o igual a dos canastas, las personas de ese hogar son pobres.
Esto nos lleva a otra pregunta, ¿qué es la canasta básica? La canasta básica de alimentos está definida por la CEPAL, y contiene los requerimientos calóricos mínimos diarios (2.280 calorías promedio) para asegurar el nivel de subsistencia de una persona.
La canasta básica vale $23.549 en la zona urbana y $18.146 en la zona rural (noviembre de 2006). El problema es que para efectos estadísticos, esta canasta no se actualiza. En términos reales, el valor de la canasta de 2006 es el mismo que tenía en 1987. En Estados Unidos el corte de la línea de pobreza se actualiza permanentemente, más allá de la tasa de inflación del período. Sorprende que no se haga lo mismo en Chile. Otros indicadores relevantes se actualizan cada cierto tiempo, por ejemplo, la canasta del IPC elimina bienes “obsoletos” (chuchoca) e incorpora otros (celulares), acorde con la realidad que vive la gente.
Otro problema que se presenta es que claramente la definición de pobre es muy extrema. Quizás la podríamos aplicar a un país en guerra (o posguerra) o a un país extremadamente atrasado. No se consideran elementos que siguen siendo muy esenciales, como abrigo, techo, transporte, etc., aunque sea en un mínimo nivel.
Entonces, ¿cuántos pobres hay en Chile realmente? Muchos más. Por lo menos un 20%. Dos argumentos:
1) De la misma encuesta Casen, el 10% más pobre tiene un ingreso familiar autónomo (producto de su propio trabajo) de $75.687 al mes. El 10% que le sigue posee $179.457 como ingreso mensual familiar. Incluyendo subsidios, dichos ingresos familiares son de $203.783 y $288.142 en cada tipo de hogar. Consideremos que la cantidad de personas por hogar que deben vivir con estos montos son 4,3 y 4,4, respectivamente (según Casen 2003). Trate de hacer un simple ejercicio de gasto mensual para una familia tipo de 4 personas considerando sólo “lo básico”…si lo logra, me avisa.
2) La encuesta de caracterización socioeconómica de Adimark muestra que el estrato de ingresos más bajo de la población (E) corresponde al 20,3%. Una variable importante que considera este estudio es el nivel educacional del jefe de familia: es este estrato, en el mejor de los casos, el jefe de familia posee enseñanza básica completa. El 35% de la población de Chile pertenece al estrato siguiente (D), cuyo nivel educacional en el mejor de los casos es enseñanza media completa.
Si bien es no existe una definición única de pobreza, y su medición en ningún caso es algo fácil, se debería comenzar a sincerar y refinar tanto las cifras como las definiciones, para así afinar la puntería en las políticas sociales. El costo político es alto, pero necesario.
Esto nos lleva a otra pregunta, ¿qué es la canasta básica? La canasta básica de alimentos está definida por la CEPAL, y contiene los requerimientos calóricos mínimos diarios (2.280 calorías promedio) para asegurar el nivel de subsistencia de una persona.
La canasta básica vale $23.549 en la zona urbana y $18.146 en la zona rural (noviembre de 2006). El problema es que para efectos estadísticos, esta canasta no se actualiza. En términos reales, el valor de la canasta de 2006 es el mismo que tenía en 1987. En Estados Unidos el corte de la línea de pobreza se actualiza permanentemente, más allá de la tasa de inflación del período. Sorprende que no se haga lo mismo en Chile. Otros indicadores relevantes se actualizan cada cierto tiempo, por ejemplo, la canasta del IPC elimina bienes “obsoletos” (chuchoca) e incorpora otros (celulares), acorde con la realidad que vive la gente.
Otro problema que se presenta es que claramente la definición de pobre es muy extrema. Quizás la podríamos aplicar a un país en guerra (o posguerra) o a un país extremadamente atrasado. No se consideran elementos que siguen siendo muy esenciales, como abrigo, techo, transporte, etc., aunque sea en un mínimo nivel.
Entonces, ¿cuántos pobres hay en Chile realmente? Muchos más. Por lo menos un 20%. Dos argumentos:
1) De la misma encuesta Casen, el 10% más pobre tiene un ingreso familiar autónomo (producto de su propio trabajo) de $75.687 al mes. El 10% que le sigue posee $179.457 como ingreso mensual familiar. Incluyendo subsidios, dichos ingresos familiares son de $203.783 y $288.142 en cada tipo de hogar. Consideremos que la cantidad de personas por hogar que deben vivir con estos montos son 4,3 y 4,4, respectivamente (según Casen 2003). Trate de hacer un simple ejercicio de gasto mensual para una familia tipo de 4 personas considerando sólo “lo básico”…si lo logra, me avisa.
2) La encuesta de caracterización socioeconómica de Adimark muestra que el estrato de ingresos más bajo de la población (E) corresponde al 20,3%. Una variable importante que considera este estudio es el nivel educacional del jefe de familia: es este estrato, en el mejor de los casos, el jefe de familia posee enseñanza básica completa. El 35% de la población de Chile pertenece al estrato siguiente (D), cuyo nivel educacional en el mejor de los casos es enseñanza media completa.
Si bien es no existe una definición única de pobreza, y su medición en ningún caso es algo fácil, se debería comenzar a sincerar y refinar tanto las cifras como las definiciones, para así afinar la puntería en las políticas sociales. El costo político es alto, pero necesario.
lunes, 2 de julio de 2007
Alicia y el gato
“¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?”, preguntó Alicia. “Eso depende, en gran medida, de a donde quieras ir”, respondió el gato. Sabia respuesta, cien por ciento aplicable a las decisiones que tomamos en la vida.
Tal como dijo Arthur Schopenhauer: “para el que no sabe a que puerto se dirige, no hay ningún viento favorable”, una vida sin metas es como un viaje sin rumbo. Esto podría resultar hasta obvio, porque todos en general nos movemos motivados por algo. El punto es qué tipo de metas nos motivan a actuar. Hay gente que vive exclusivamente tras fines materialistas, probablemente porque el concepto moderno de felicidad –según ciertos estudios– estaría relacionado con la posición relativa que una persona tiene en relación con sus pares. Lamentablemente, este tipo de metas produce un sentimiento de satisfacción (¿felicidad?) momentáneo.
Esto me hace recordar lo que alguna vez estudié sobre el comportamiento de las personas en las organizaciones, específicamente la teoría de la motivación y los factores que la gatillan: los higiénicos (extrínsecos) versus los motivacionales (intrínsicos). Los primeros, si no están presentes en una empresa, producen alta insatisfacción en el trabajo, y si están presentes, la eliminan, pero no necesariamente dan motivación para trabajar. Esta motivación viene dada por los factores intrínsicos, que se caracterizan por ser más “inmateriales”.
La teoría anterior la podríamos adaptar a la vida misma: los factores “higiénicos” de la vida quizás son más llamativos, probablemente porque son más “materiales”, pero no necesariamente nos sentiremos plenos. La clave está, entonces, en fijar la vista en las cosas “que no se ven”.
Tal como dijo Arthur Schopenhauer: “para el que no sabe a que puerto se dirige, no hay ningún viento favorable”, una vida sin metas es como un viaje sin rumbo. Esto podría resultar hasta obvio, porque todos en general nos movemos motivados por algo. El punto es qué tipo de metas nos motivan a actuar. Hay gente que vive exclusivamente tras fines materialistas, probablemente porque el concepto moderno de felicidad –según ciertos estudios– estaría relacionado con la posición relativa que una persona tiene en relación con sus pares. Lamentablemente, este tipo de metas produce un sentimiento de satisfacción (¿felicidad?) momentáneo.
Esto me hace recordar lo que alguna vez estudié sobre el comportamiento de las personas en las organizaciones, específicamente la teoría de la motivación y los factores que la gatillan: los higiénicos (extrínsecos) versus los motivacionales (intrínsicos). Los primeros, si no están presentes en una empresa, producen alta insatisfacción en el trabajo, y si están presentes, la eliminan, pero no necesariamente dan motivación para trabajar. Esta motivación viene dada por los factores intrínsicos, que se caracterizan por ser más “inmateriales”.
La teoría anterior la podríamos adaptar a la vida misma: los factores “higiénicos” de la vida quizás son más llamativos, probablemente porque son más “materiales”, pero no necesariamente nos sentiremos plenos. La clave está, entonces, en fijar la vista en las cosas “que no se ven”.
domingo, 1 de julio de 2007
¿Perdiendo el foco?
Permítanme expresar un punto de vista extremo, a propósito. Ayer apareció publicado un extenso artículo en La Tercera sobre la encuesta Casen 2006, específicamente sobre el decil de más ingresos de la población. Contenía varias estadísticas, por ejemplo, el decil más rico tiene un promedio de ingresos de $885 mil mensuales por persona, y el "decil superior de este decil", es decir, el 1% más rico de la población tiene un promedio de ingresos de $2,7 millones mesuales per cápita, captando el 10% del ingreso nacional total. Se enfatizaba el amplio rango de ingresos dentro de este decil en particular.
Cifras todas interesantes, y los comentarios más aún. Pero, si bien es bueno saber los ingresos de los más ricos, mejor todavía es conocer, explicar y actuar sobre los ingresos de los más pobres. Dichas cifras ciertamente que existen, y deberían tener tanta o más publicidad que la que tuvo el citado artículo. Probablemente me interese un poco, por curiosidad, saber el amplio rango de 4x4 y de destinos turísticos que están de moda en el decil de más ingresos, pero son en las cifras menos faranduleras en las que hay que sentarse a revisar con calma. Ojalá no se esté perdiendo el foco.
Cifras todas interesantes, y los comentarios más aún. Pero, si bien es bueno saber los ingresos de los más ricos, mejor todavía es conocer, explicar y actuar sobre los ingresos de los más pobres. Dichas cifras ciertamente que existen, y deberían tener tanta o más publicidad que la que tuvo el citado artículo. Probablemente me interese un poco, por curiosidad, saber el amplio rango de 4x4 y de destinos turísticos que están de moda en el decil de más ingresos, pero son en las cifras menos faranduleras en las que hay que sentarse a revisar con calma. Ojalá no se esté perdiendo el foco.
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