En una importante revista de circulación nacional, el ministro del trabajo plantea que está en desacuerdo con la “costosa inflexibilidad” laboral que, a su juicio, supuestamente no habría en Chile. El problema es de percepción, señala, ya que el mercado del trabajo chileno es uno de los más flexibles del mundo, ubicándose en el puesto doce de una muestra de 161 países. Y cita algunos ejemplos de lo que contempla nuestro código del trabajo: permite jornada parcial (art. 40 bis), jornadas flexibles (art. 40 bis C), contratos temporales (art. 159) y remuneraciones por productividad (art. 44), además de la posibilidad de establecer el salario mínimo proporcional, diferenciado y por hora.
En conclusión, el ministro señala que habría una ceguera en torno a la flexibilidad real, o dicho de otra forma, la inflexibilidad laboral tendría mucho de mito.
Pero planteemos otro punto de vista. La mera existencia de una legislación “flexible” no garantiza que efectivamente el mercado laboral también lo sea. De hecho, los contratos de tiempo parcial casi nadie los usa en Chile (si no, pregúntele lo difícil que esto resulta a una mujer que desee trabajar media jornada). No es un problema de regulación, agregando más leyes y abultando el código.
Si consideramos el mercado de Estados Unidos, muchas de las prácticas laborales (vacaciones, indemnizaciones, licencias médicas, períodos de descanso, aumentos de sueldo, beneficios y finiquitos) no son reguladas ni por la legislación respectiva (la FLSA, Fair Labor Standards Act, Acta de Estándares Laborales Justos) ni por leyes estatales (en general), sino que son determinadas libremente entre el empleador y el empleado. ¿Se atropellan los derechos de los trabajadores? Al contrario, ésta es una instancia en que el trabajador negocia, se defiende y decide si opta por dicho puesto de trabajo o no.
Es esta la real flexibilidad laboral, que permite adaptarse mejor a los vaivenes de la economía y maximiza el valor del capital humano al facilitar su desplazamiento hacia los sectores más rentables. Si no lo cree, considere que en Estados Unidos existe una de las más altas tasas de rotación laboral (que no es dañino) y el período promedio en que una persona se encuentra desempleada se mide en semanas y no meses o años como en nuestro caso.
Finalmente, más que la posición relativa en los rankings, lo que importa realmente es la aceleración de la convergencia de Chile a las economías de primer nivel.
En conclusión, el ministro señala que habría una ceguera en torno a la flexibilidad real, o dicho de otra forma, la inflexibilidad laboral tendría mucho de mito.
Pero planteemos otro punto de vista. La mera existencia de una legislación “flexible” no garantiza que efectivamente el mercado laboral también lo sea. De hecho, los contratos de tiempo parcial casi nadie los usa en Chile (si no, pregúntele lo difícil que esto resulta a una mujer que desee trabajar media jornada). No es un problema de regulación, agregando más leyes y abultando el código.
Si consideramos el mercado de Estados Unidos, muchas de las prácticas laborales (vacaciones, indemnizaciones, licencias médicas, períodos de descanso, aumentos de sueldo, beneficios y finiquitos) no son reguladas ni por la legislación respectiva (la FLSA, Fair Labor Standards Act, Acta de Estándares Laborales Justos) ni por leyes estatales (en general), sino que son determinadas libremente entre el empleador y el empleado. ¿Se atropellan los derechos de los trabajadores? Al contrario, ésta es una instancia en que el trabajador negocia, se defiende y decide si opta por dicho puesto de trabajo o no.
Es esta la real flexibilidad laboral, que permite adaptarse mejor a los vaivenes de la economía y maximiza el valor del capital humano al facilitar su desplazamiento hacia los sectores más rentables. Si no lo cree, considere que en Estados Unidos existe una de las más altas tasas de rotación laboral (que no es dañino) y el período promedio en que una persona se encuentra desempleada se mide en semanas y no meses o años como en nuestro caso.
Finalmente, más que la posición relativa en los rankings, lo que importa realmente es la aceleración de la convergencia de Chile a las economías de primer nivel.
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