A raíz de mi última columna (“Caso
venta BBVA: la historia de un mercado imperfecto que no le permitió competir de
igual a igual”) y del artículo posterior de El Mostrador (“Banco
y tarjeta, la mina de oro del grupo Falabella que silenciosamente se ha
convertido en el mejor negocio de los Solari”), me permito entregar
antecedentes adicionales que creo que pueden ser de interés.
Si consideramos sólo las
utilidades generadas en Chile -país donde tiene ampliamente desarrollado su
negocio financiero, siendo el modelo “copy-paste” en la región-, el
Holding Falabella ganó USD 723,7 millones en 2016; sin el negocio inmobiliario,
las utilidades en Chile fueron USD 461 millones.
¿Cuánto de las utilidades en Chile
fueron generadas por las tiendas por departamento? Respuesta: sólo USD 68,6
millones, menos del 10%.
¿Cuánto de las utilidades en Chile
fueron generadas por supermercados? Respuesta: sólo USD 11,1 millones, ¡un 1,5%!
Por otra parte, ¿Cuánto de estas
utilidades fueron generadas por Banco Falabella y CMR? Respuesta: USD 81,8
millones el banco y USD 183,2 millones CMR. Una primera conclusión ineludible
es que el negocio financiero (Banco + CMR), generó utilidades por USD 265 millones, MÁS DEL TRIPLE de las
utilidades de las tienda por departamento + supermercados. Sí, más del triple.
¿Quiere incorporar el negocio de
mejoramiento del hogar? Las utilidades por
USD 265 del negocio financiero son un 35% superiores que las utilidades
de tienda por departamento + supermercados + mejoramiento del hogar.
Entonces, ¿Quién apoya a quién?
¿El negocio bancario apoya al retail o al revés? Comenzar sincerando
esto es el primer paso para un correcto análisis, que apuntaría precisamente a
determinar si la “exitosa” estrategia corporativa de Falabella, que extrae lo
mejor de dos mundos (retail y financiero), tiene validez en un escenario
con condiciones de equilibrio de mayor competencia dentro de un mundo
globalizado, de efectiva regulación y control, de mayor obsolescencia producto
de una acelerada destrucción creativa y dentro de una sociedad con mayor poder
de opinión, organización y acción, que demanda condiciones justas de
convivencia, en el amplio sentido de la palabra.
Dicho lo anterior, resultan a lo
menos curiosas algunas declaraciones que rescata el artículo de El Mostrador
citado al principio.
En Falabella “aseveran que no hacen venta de productos cruzados, sino
simplemente, una vez que los clientes toman un producto, luego le hacen ofertas
donde lo invitan a acceder a esas oportunidades de financiamiento y deuda”.
Curiosa “invitación”. La diferencia entre venta conjunta y venta atada es bien
sutil. La Ley 20.555 se refiere a venta atada, como aquella operación en que,
para la adquisición de un determinado producto o servicio financiero, se
exige la contratación de otros productos o servicios de manera imperativa. Es
decir, se condiciona la venta de un producto a que el consumidor compre otro
producto o servicio. La venta conjunta ocurre cuando dos bienes se venden en
forma separada, pero hay un descuento si se compran juntos, sin imponer o
condicionar la contratación de uno u otro. Cuando dos productos se ofrecen
en forma conjunta con un descuento tal que a nadie le convenga comprar sólo uno
de ellos, esto se transforma en venta atada.
¿Cómo calificaría usted la
siguiente publicidad del 23/09/2017, publicada a página completa en un diario?
¿Sería venta atada o conjunta?: Notebook Lenovo modelo 310-15ISK, precio normal
$699.990, OPORTUNIDAD ÚNICA CON CMR $399.990. Ahorro $300.000 (42%). ¿Quién
elegiría comprar y pagar $699.990 con la tarjeta del banco de Chile, Santander
o cualquier otro banco? ¿Cómo compite el Chile y Santander con eso? Claramente
la opción de $399.990 restringe los medios de pago a aquellos administrados por
una empresa relacionada; no se trata solamente de un simple descuento o
beneficio adicional.
La venta atada puede ser usada en
forma exitosa y rentable para reducir la competencia a través de excluir a
competidores en un mercado. ¿Qué ocurre con el pequeño comerciante que no tiene
medio de pago propio? Incluso los bancos (que dicho sea de paso, no son santos
de mi devoción), están en desventaja. El propio ejecutivo de Falabella lo dice sin
pelos en la lengua: “La mitad de las sucursales está en las tiendas”. ¿Por
qué no puede el banco de Chile o Santander tener una oficina en la tienda
Falabella también? ¿Porque no quieren? Dicha “ventaja” de aprovechar a los
clientes que andan paseando en la tienda, le permite ofrecer el producto
estrella: el crédito, porque sabemos que gana poco en la venta de zapatos y
camisas y casi nada en supermercados.
Otra cita: “Desde Falabella
detallan que el éxito está en el foco del negocio y la estrategia seguida para
aprovechar las ventajas de la marca”, junto con un manejo eficiente de los
medios, logrando un buen posicionamiento con sus clientes. Efectivamente, de
eso se trata la discusión. Lo curioso es que se crea que dicha estrategia es
válida para ser replicada en la región, sin cuestionarse el por qué es posible
generar dichos retornos o si serían anormales en ambiente de real competencia.
El caso de las ventas atadas es
solo una arista en este mercado imperfecto. Costo efectivo del crédito,
correctos precios de transferencia entre empresas relacionadas, financiamiento
entre empresas relacionadas, utilización del mercado de capitales, entre otros,
son factores a considerar en un verdadero test de competencia, donde los
argumentos sean analizados independiente de quién haya sido el emisario, y no
caer en barato recurso de la falacia ad hominem.
La guinda de la torta es, quizás, cuando el ejecutivo de Falabella
señala que “el giro único en la banca se refiere a la empresa o unidad
productiva, no a las actividades del dueño”.
Pongamos un ejemplo: el dueño de una empresa eléctrica quiere aprovechar
su infraestructura y base de datos de clientes y crear otra empresa que ofrezca
créditos en la cuenta de la luz, incluso permitirá pagar la cuenta de la luz en
cuotas si el cliente quiere. Optimizaría costos estableciendo sucursales de su
banco en las mismas oficinas de atención a clientes “de la cuenta de la luz”. ¿Qué dirían las Autoridades? ¿Qué dirían los
bancos? ¿Qué diría el propio Falabella si ocurriera una situación así? ¿Acaso
no sería esto una forma sutil de bypasear el giro único, aunque
legalmente, por cierto, se cumpla con todo el papeleo que se requiere? Pero a
juzgar por las declaraciones del ejecutivo de Falabella, no habría problema.
Claramente aquí hay un error de composición. Para ser justos, no es
sólo Falabella el que sacaría ventaja de mercados imperfectos, pero es el
principal actor que pone la música que se baila en una fiesta donde reina la
información insuficiente y el analfabetismo financiero. Por otra parte, la
culpa no es –sólo- del chancho, sino del que le da el afrecho: una mala
aplicación de la legislación existente y escasa regulación han fomentado mercados
imperfectos. ¿Quién paga el pato? Los consumidores.
Finalmente, resulta curioso que Falabella acuse el golpe por la mayor
competencia por las compras en el extranjero vía internet, señalando competencia
desleal mediante levantar la bandera de los impuestos. Tema que deberá ser
solucionado, pero no hay olvidar que ha traído grandes beneficios a los
consumidores. Y, además, es imparable. ¿Qué pasará cuando Google o Facebook
creen un banco?
Iván Rojas B.
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