https://www.elmostrador.cl/destacado/2020/09/03/pongamonos-en-los-zapatos-del-afiliado-respuesta-al-sr-roberto-fuentes-gerente-de-estudios-de-la-asociacion-de-afp/
Agradezco la
respuesta del Sr. Roberto Fuentes, gerente de estudios de la Asociación de AFP,
a mi columna sobre el (alto) impacto de las comisiones en el retorno final,
porque permite aclarar al afiliado un tema crucial en su fondo de pensiones,
que va más allá de documentos de trabajo archivados en la web. Seré lo más
breve posible y trataré de ir al punto.
En mi
columna señalé que, en 39 años (1981-2020) de cotizaciones ininterrumpidas, la
Tasa Interna de Retorno implícita en los flujos de caja del afiliado (esto es:
un flujo negativo mensual correspondiente al descuento del 10% del ahorro para
su pensión + la comisión mensual que paga; contra un flujo positivo al final del
año 39, correspondiente al fondo acumulado), estaría en torno a UF+5,14% y UF+5,86% anual. Esto significa
que las AFP absorbieron 1/3 del retorno bruto vía comisiones. El afiliado pagó
entre UF+2,61% anual y UF+2,87% anual por la administración de sus fondos. Planteé
que el sistema es caro. Y con lagunas previsionales sería mucho más caro.
El Sr. Fuentes, en esencia, argumenta
lo siguiente:
·
Existe una
“dificultad” para el cálculo, dado que “la rentabilidad se obtiene de un stock
y el costo se cobra sobre un flujo”. Tal “discrepancia” genera una “desalineación
entre el ciclo de ganancias por rentabilidad y el ciclo de costos”.
·
Los
problemas de la “intertemporalidad que surge de la desalineación de stock y
flujos” no serían “fáciles de conciliar”. Se haría “difícil elaborar un
indicador que genere un ranking de las AFP y entregue un nivel de
rentabilidad neta comparable con otras formas de ahorro”.
·
Por tanto, enfatiza
y analiza las comisiones como porcentaje del saldo acumulado. Interpreta las
comisiones con un “efecto prepago” y un “efecto autosubsidio”: dependiendo de
la etapa de la vida laboral, al principio se prepaga más sobre el saldo
mientras que al final se prepaga menos. De esta forma, plantea que la comisión “puede
entenderse como punto medio entre estas dos visiones”.
·
Siguiendo
dicho razonamiento, la comisión sería 0,49% anual, cifra “competitiva a nivel
local e internacional y que se encuentra entre los más bajos en su categoría,
acreditado por la OCDE”.
·
Explica que
la TIR no es el único indicador y tiene defectos. Con todo, finalmente entrega
un cálculo de TIR promedio para un afiliado del Fondo C: UF+6,9% bruto y UF+6,1%
“neta de la comisión de administración
anual”, cifra “bastante superior a los datos del señor Rojas”.
Lo positivo
es que el Sr. Fuentes reconoce que la TIR es una “herramienta que utilizan los
inversionistas para la toma de decisiones”. Porque efectivamente de eso se
trata: son inversiones de los afiliados. Sometámosla, entonces, a las mismas
mediciones de todo inversionista.
Dejemos que el lector juzgue. Para
que esto no se convierta en una discusión bizantina, una forma de zanjar la
controversia es mediante un ejemplo teórico sencillo de entender. Supongamos
que un afiliado tiene un sueldo imponible de $100, y cada mes se le descuenta
el 10% ($10) para el fondo de pensiones y una comisión mensual es 0,9% del
sueldo imponible (esto es, $0,9 mensual). Es decir, cada mes, por concepto de su previsión, el afiliado
desembolsa $10,9 con el propósito de obtener un monto acumulado al final del
periodo como resultado de los aportes que él hizo más el retorno que espera que
la AFP obtenga producto de la administración que el afiliado le paga.
Supongamos que la AFP obtiene un
1% de retorno mensual. Mes a mes, y al cabo de 12 meses, las cifras serían las siguientes:
(Nota antes de ver el cuadro:
sólo se considera 12 meses para efecto de mostrar un ejemplo sencillo;
Obviamente en 40 años los números cambian, pero el razonamiento sigue la
misma lógica).
¿Qué nos diría la Asociación de AFP en este ejemplo?
·
Que el
retorno bruto obtenido por la AFP fue 12,68% anual. Nos diría que es un excelente
retorno.
·
Que la
comisión fija de $0,9 mensual, al principio es alta (efecto prepago) en
relación al fondo administrado (9%), pero ésta va cayendo (efecto autosubsidio)
hasta llegar a solo un 0,7% del fondo administrado.
·
La comisión
como un punto medio entre ambos efectos sería un 1,36% del monto administrado (mediana).
Y este costo estaría entre los más bajos de su categoría.
·
El fondo
acumulado final de $128,09, excedió en 7% los aportes del afiliado, que fueron
$120.
·
En resumen,
queda la sensación de que la cosa va más o menos bien.
¿Pero cuál es la realidad financiera para el afiliado, no para la AFP?
·
Cada mes, al
afiliado le descontaron $10,9 por concepto de su previsión futura; una parte fue
a su cuenta individual de ahorro y otra a la AFP por el pago para hacer crecer
su fondo.
·
Los flujos
de caja relevantes para el afiliado son: flujo negativo de $10,9 cada mes (y no
$10) contra el saldo final, flujo positivo de $128,09.
·
La TIR implícita
en estos flujos de caja es -3,8% anual. ¿Pérdida? Claro, basta ver que la suma
lineal de los descuentos es $131, mientras que el saldo final es $128,09.
·
Un
inversionista normal diría: “aún no recupero la plata que puse”.
·
Así que la
cosa no va tan bien en este ejemplo.
Mismas cifras, conclusiones diferentes. ¿Ganó o perdió plata el afiliado?
Examen de grado de finanzas: el
alumno tiene que responder si en el ejemplo anterior el afiliado ganó o perdió
plata… si el alumno contesta que ganó plata, yo lo repruebo sin dudar. ¿Y usted
Sr. Fuentes, lo aprobaría? La AFP ganó plata; el afiliado no. Son cosas
distintas.
Nótese que matemáticamente todos
los cálculos estarían correctos. A eso me refería con la “creatividad” que ha
existido a la hora de presentar los números. A las AFP no les conviene
presentar la TIR.
La TIR del afiliado permite
superar todas las “dificultades” que señala el Sr. Fuentes. Me refiero a la TIR
implícita en los flujos de caja, no una supuesta TIR neta que se obtiene del
retorno bruto menos la comisión como porcentaje del saldo (eso sí que es
mezclar peras con manzanas).
Por cierto, la TIR también tiene
defectos (“todo es perfectible, incluso la capilla Sixtina”). Uno de ellos
-dice el Sr. Fuentes- es que la TIR supone que los ingresos se reinvierten a la
TIR, lo cual explicaría “la amplificación de los efectos de las comisiones que
esgrime en su artículo el señor Rojas”. Pues bien, en una evaluación de
proyectos “normal”, donde existe una inversión inicial (flujo negativo en t=0)
y flujos la mayoría positivos durante la vida del proyecto, la TIR
efectivamente asume que los flujos se reinvierten a la TIR, hasta llegar al
final (y en el caso que la TIR sea muy grande, el supuesto podría resultar un
defecto, por eso que la TIR complementa al Valor Actual Neto). Sin embargo, el
caso del afiliado es muy, muy diferente: él tiene sólo desembolsos en toda la
vida laboral contra un gran saldo acumulado al final. No hay nada que
reinvertir por parte de él. Como se trata de una evaluación expost y no exante como lo es una evaluación de proyectos típica, la TIR
responde apropiada y correctamente el gran enigma del afiliado: “todos estos
desembolsos (ahorro + comisión) que hice en 40 años, que incluye la gestión de
la AFP, me permitieron obtener un monto X al final, ¿cuánto es la
rentabilidad implícita para mí? La TIR considera el descuento mensual para
ahorro, la comisión, el horizonte de tiempo, el saldo acumulado al final del
periodo, y concilia stock y flujo… ¿Qué mejor?
Sí, la TIR es más clara, menos susceptible
de malas interpretaciones, y mucho más completa que considerar la comisión como
un punto medio entre el efecto prepago y el efecto autosubsidio.
A propósito, si tanto gusta
llevar la comisión a porcentaje del fondo acumulado, propongo que sea la propia
Asociación de AFP la que presente la idea de cambiar la comisión actual (como
porcentaje del sueldo) a una comisión como porcentaje del fondo administrado…
tengo la leve sospecha que sería todo un desafío para las AFP desprenderse del “efecto
prepago”. Es que para nuestra realidad laboral -con lagunas previsionales y
precario mercado del trabajo- al afiliado le va a llegar el día del níspero el llamado
efecto “autosubsidio”.
Otra ventaja de la TIR es que permite
hacer mejores comparaciones. Si las estructuras de costos del sistema de
pensiones difieren entre países, o tienen grados de madurez distintos o
mercados laborales diferentes, o se quiere comparar con otras inversiones
del mercado de capitales, que a su vez, tienen estructuras de costos, plazos y
riesgos distintos, el indicador llamado “comisión como un punto medio” se va a
las pailas.
Ahora, si
las AFP, con todos sus departamentos de estudios y capacidad informática de
procesamiento de datos, no pueden hacer el cálculo porque, como señala el Sr.
Fuentes, “en el caso del producto previsional, resulta difícil encontrar un
indicador”, y porque además se trata de un cálculo individual… ¡Madre mía!, entonces
el problema es otro. No me asuste don Roberto.
Finalmente,
en relación a lo tenaz, estoy completamente de acuerdo con el Sr. Fuentes. Obsesivo,
podría ser. Pero exagerado, no.
Espero que
estas columnas hayan sido un aporte al debate. El afiliado no cuenta con
departamentos de estudios que lo ayuden con información simple, clara y
verídica. La Asociación de AFP, las AFP y la Superintendencia de Pensiones
deberían considerar que las cuentas
claras conservan la amistad, sobretodo en estos tiempos sombríos para el
sistema de pensiones. No está demás ponerse en los zapatos del afiliado.
Incluso los puede salvar.
Iván Rojas B.