lunes, 27 de julio de 2020

Reflexiones para un nuevo sistema de pensiones

https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2020/07/27/reflexiones-para-un-nuevo-sistema-de-pensiones/


El sistema de pensiones chileno es un enfermo que está grave desde hace tiempo. El proyecto del retiro del 10% -aunque no lo vean, ni lo crean, los propios defensores del modelo que votaron en contra- es una oportunidad de oro para dar el primer paso en dar credibilidad a un nuevo modelo de pensiones, en el cual no se eche por la borda el sistema de capitalización individual, pero que sí lo baje del altar en el que se le ha puesto.

La paradoja de la situación actual es que los principales responsables de que el sistema de pensiones esté al borde del precipicio son sus propios defensores, los cuales, debido a una soberbia intelectual, forzaron el debate y lo llevaron –sin querer- desde una arena técnica/social a una netamente social/política.

Diagnóstico

El sistema de pensiones actual tiene tres pilares: un pilar solidario, un pilar de cotización obligatoria administrado por las AFP, y un pilar voluntario. El pilar de la cotización obligatoria, no obstante, es la columna vertebral. Se llegó a endiosar el modelo de pensiones debido a que en su origen solucionó el problema del saco roto del sistema de reparto. Y se cifraron todas las esperanzas en el mercado de capitales: se creyó tan firmemente, casi como un dogma de fe, que bajo ciertos supuestos y parámetros, después de varias décadas la receta ahorro-retornos daría a luz convenientes tasas de reemplazo. Fue tan así que quedaron establecidas -no en papel, sino peor, en el inconsciente colectivo- promesas implícitas.

Y las promesas no se cumplieron. Los defensores salieron en manada a explicar a los ignorantes que las razones (tales como, las lagunas previsionales producto del desempleo e informalidad laboral, los bajos sueldos, el bajo porcentaje de aporte o el escaso ahorro voluntario), no son responsabilidad del sistema de pensiones… Es que al Meche había que echarle bencina. Lo que callaron es que el Meche, aun con estanque de combustible lleno, podría no haber llegado a destino; y cuando se trata de diseñar un sistema de pensiones esto es del todo relevante.

Si la esencia del sistema de pensiones es la cuenta individual que busca retornos en el mercado de capitales, entonces hay que tener claro que la regla básica de ese juego se resume en la doble dimensión riesgo-retorno. Esto lo sabe medio mundo. Se sabe, pero al parecer no se entiende. Si los defensores del modelo captaran realmente las consecuencias de ello, se habrían dado cuenta que todas sus estimaciones de valores futuros esperados, aún con de plena densidad de cotizaciones (desde ya un gran supuesto), al final de cuarenta años, corregidas por riesgo, no son mejores que la opción segura de retorno libre de riesgo; se habrían dado cuenta que el mercado de capitales a veces no perdona y no tiene misericordia, y que al final de cuarenta años, existe alguna probabilidad de terminar con un fondo acumulado menor que haber guardado la plata debajo del colchón.

Se podrá contraargumentar que dicha probabilidad es ínfima; con tal de ganar el valor esperado, vale la pena correr el riesgo. Sin embargo, cuando se quiere diseñar un sistema de pensiones obligatorio, donde se trata de administrar platas ajenas a un gran colectivo de trabajadores, éste debe ser sometido a todas las pruebas de rigor y por sobre todas las cosas contar el cuento completo en forma abierta y transparente al vulgo que no entiende lo que lee.

Otro de los cuentos mal contados, categoría mito incluso en círculos académicos, es que el largo plazo arregla todo, y el retorno compensa cualquier tropezón en el camino. Los defensores omiten un detallito: en el largo plazo, la varianza del retorno acumulado también se amplifica. Así, en el largo plazo, puede que el fondo acumulado esperado aumente, pero también el peor escenario se hace cada vez más adverso. Se reafirma la premisa anteriormente señalada.

Los porfiados defensores también señalan que, en el fondo acumulado, por cada peso aportado por el afiliado, hay tres de rentabilidad, y que eso es un hecho irrefutable (y por tanto, el problema real está en los bajos aportes y las lagunas previsionales). Nuevamente se olvidan los conceptos: si hoy el fondo acumulado es casi todo retorno obtenido, ¡Excelente!, pero preguntemos: ¿y si hubiese terminado en pérdidas? No se le dijo nada exante al afiliado, ninguna advertencia, al contrario, fueron cuentos incompletos; Aún más, a riesgo de ser repetitivo, ese maravilloso retorno que se señala, corregido por riesgo, no le gana a un depósito a plazo. ¿Le dijeron eso a la gente? Recordemos que es exante donde se toman las decisiones y se diseñan los sistemas, porque todos son generales a posteriori de la guerra. Ahora bien, las lagunas y la baja cotización ciertamente son un problema, pero no hay que confundirse, porque esto es adicional, y aún sin estos problemas que no son responsabilidad del sistema de pensiones, el retorno acumulado esperado debe ser analizado con el peor escenario y el escenario de seguridad máxima.

En síntesis, se diseñó un sistema de pensiones obligatorio donde se toman decisiones de platas ajenas y se juega en el mercado de capitales porque se autoconvencieron que vale la pena correr el riesgo para obtener un valor esperado, pero no fueron transparentes con la ciudadanía al contar la historia incompleta. Si se hubiese contado el cuento completo, hoy no estaría hablando de promesas incumplidas. 

Haber diseñado un sistema cuyos resultados corregidos por riesgo no son mejores que una opción segura de estrategia pasiva de inversión, y que además, cuyo peor resultado esperado es obtener un monto acumulado menor que guardar la plata debajo del colchón (tasas reales libres de riesgo cero o incluso negativas), no fue tanta maravilla. No da para el Nobel. Las cosas son lo que son, no lo que pretenden ser.

Y lo peor, defender el sistema de pensiones con tanto fanatismo, donde ahora cualquier hereje que lo critique es menospreciado, le hace el peor favor al mismo, porque mejor sería que aquellos que defienden el sistema primero analicen las limitaciones conceptuales que tiene, quizás así habrían sumado feligreses en vez de opositores.

Para repensar el sistema, los defensores del mismo deben terminar son la soberbia intelectual que los ha caracterizado y reconocer que mientras mayor sea la fama de una obra, tal como la ha      tenido el sistema de pensiones, mayor es la necesidad de escudriñar sus faltas y estar dispuestos a trabajar en base a ello, analizando todas las medidas, por extravagantes (¿populistas?) que parezcan.


Repensando un nuevo sistema de pensiones

A principios del siglo XIX se vendían latas de conservas, que pesaban casi un kilo vacías y no era fácil manipularlas. No se creyó importante crear un instrumento para abrir las latas; cada consumidor se las debía arreglar en casa. En 1850 se consiguió crear un envase más ligero. Y por paradójico que parezca, el abrelatas se inventó en 1870. Con el sistema de pensiones pasa lo mismo: es hora de inventar el abrelatas.

En mi humilde opinión, la única forma de (volver a) darle credibilidad y legitimidad al sistema, será rediseñarlo con cuatro principios rectores fundamentales:

·         Primero: libre albedrío. “¡Libertad, libertad! mis amigos”, eso decía el denominado padre de la creatura. Los defensores del sistema abogan por la libertad en muchos otros aspectos, pero con las pensiones son conservadores y paternalistas.

·         Segundo: seguridad máxima. El diseño debe considerar como escenario central un ambiente seguro, esto es, proyecciones libres de riesgo. El resto será accesorio.

·         Tercero: transparencia total. Señalar sin pelos en la lengua ni frases confusas que, si un afiliado quiere -en las condiciones que más adelante se señalarán- obtener un fondo acumulado esperado X mayor que el fondo acumulado proyectado por el escenario central sin riesgo, debe estar plenamente consciente que también podría perder y terminar con un fondo final menor que haber guardado la plata debajo del colchón. Entonces, como las cuentas claras conservan la amistad, cada afiliado debe saber y entender esta advertencia. Este juego es sin llorar. Es la única forma de no decir frases ambiguas que se interpretan o malinterpretan como promesas. 

·         Cuarto, educación financiera obligatoria en la enseñanza media.

Como sociedad tendremos que previamente zanjar la cuestión: ¿Es la pensión un derecho (adquirido) para los ciudadanos? Esto va más allá de la actual pensión solidaria que garantiza el Estado. Así como están de caldeados los ánimos, bajo la bandera de la pensión digna, se terminará fijando un monto superior. Si personalmente estoy o no de acuerdo con esto, es irrelevante, toda vez que trato de constatar un hecho que desde mi punto de vista es irreversible.

No hay que ser adivino para aventurar que es altamente probable que se establezca una pensión mínima –catalogada de digna-, por un monto mayor a la pensión básica solidaria actual, pero no mucho más, porque será pagada a todo evento con cargo al erario público.

Esa sería la base de todo rediseño del sistema.

¿Cuál sería el nuevo rol del modelo de capitalización individual?  Se debe reconocer que el mercado de capitales no está para solucionar un problema demográfico. Podrá ayudar en forma accesoria… si le va bien, pero nada más, y asumiendo riesgo. Siguiendo los principios rectores, las cuentas individuales deberían ser opcionales para que cada afiliado, mediante un plan de ahorro y descuento por planilla, pueda ahorrar apostando a obtener un retorno esperado según distintas opciones de inversión. Este ahorro será en una AFP o cualquier otra institución financiera calificada. Y el porcentaje de descuento será lo que cada afiliado determine. Si ahorra poco, podrá esperar un poco más adicional a la pensión garantizada. Y con la advertencia clara que puede perder todo o parte de sus ahorros. Si el multifondo elegido o cualquier otra alternativa de inversión le da el palo al gato y se obtiene un buen retorno acumulado... ¡Excelente!; si no es así, mala suerte, bien también.

En relación a cuánto, del ahorro mensual elegido, es de cargo del empleador, se debe tener en cuenta que dicha discusión es bastante artificial. La repartija real no depende de leyes, depende de las elasticidades de oferta y demanda de trabajo. Pero para vestir mejor el santo y que la galería quede contenta, dejemos que el porcentaje elegido por el afiliado se reparta entre él y su empleador en partes iguales.

Finalmente, y como parte fundamental para darle credibilidad y legitimidad al sistema, deberá considerarse el retiro de los fondos cuando el afiliado quiera y por el monto que desee, con o sin pandemia, con o sin enfermedad, con o sin desempleo, con o sin crisis. Libre albedrío, con pleno conocimiento y responsabilidad de sus actos y, sin lloriqueos posteriores.

¿Irresponsable? ¿Qué es más irresponsable: permitir el retiro bajo un esquema bien pensado que contempla una pensión mínima, o haber prometido implícitamente tasas de reemplazo y haber jugado con la ignorancia de la gente? Hoy, con cien millones de fondo - cifra aunque no es la gran cosa, la gran mayoría nunca va a llegar a acumular en su vida-, se puede obtener una pensión estimada de menos de $600 mil... ¿Valió la pena tanta pomada vendida? ¿Acaso no es evidente que el retiro de fondos santifica el sistema? Y dicho sea de paso, corrige también el gran forado de las compañías de seguros quebradas con las rentas cuasi-vitalicias que venden.

No todo aquel que retira fondos, huye o reniega del sistema. En lo personal, reconozco su utilidad, pero no le prendo incienso en su sobrevalorado altar.

Iván Rojas B.


lunes, 20 de julio de 2020

Repensando un nuevo sistema de pensiones… en un lugar de la Mancha (Parte II)



Sancho: Mire vuestra merced, que con la barriga llena ya puedo pensar mejor.

Don Quijote: Ten en cuenta Sancho, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Por tanto, come poco y lento, para que dicho trabajo tenga buen desempeño… ¿En qué parte de la tertulia habíamos quedado?

Sancho: En su propuesta para salir de este embrollo.

Don Quijote: Esta propuesta tiene que ver con lo que yo llamo el síndrome del abrelatas…

Sancho: ¿Cuál es ese síndrome?

Don Quijote: Cuando a principios de la centuria XIX se estableció la primera fábrica de conservas, no se creyó importante crear un instrumento para abrir las latas, faena que se dejaba al arbitrio de cada parroquiano, que debía recurrir a cualquier objeto que tuviera en casa. Imagínate la situación: aquellas primeras latas, vacías, pesaban casi un kilo y no era fácil manipularlas; parecían cajas fuertes. En 1850 se consiguió crear un envase más ligero. Y por paradójico que parezca, el abrelatas fue un artilugio inventado en 1870. Con el sistema de pensiones pasará lo mismo: es hora de inventar el abrelatas.

Sancho: ¿Y en concreto, qué sería eso?

Don Quijote: Como te decía Sancho amigo, mientras mayor sea la fama de una obra, tal como la ha      tenido el sistema de pensiones, mayor es la necesidad de escudriñar sus faltas. Mas ten en cuenta que es mejor corregir que reemplazar por añejas recetas fracasadas. Si acaso pretendes doblar la vara de la justicia, que no sea con el peso de los pecados, sino con el de la misericordia. Porque no todo se debe echar al Gehena; queremos avanzar y no retroceder, aunque la corrección sea dolorosa y el resultado un tanto extravagante.

Como ya te lo señalé, el primer paso será dejar la soberbia y bajar del altar a este limitado semidios llamado sistema de pensiones basado en la búsqueda de retornos en el mercado de capitales. Una de las mayores tentaciones de este dios es implantar en el entendimiento de un hombre la idea de que puede esperar una jugosa recompensa sin desvelo alguno. No obstante, eso que llaman retorno esperado es una hermosa e intrigante mujer, pero  borracha y antojadiza, y sobre todo, ciega, que cabalga una bestia color escarlata llamada riesgo. No dijeron ni pío sobre el peor escenario proyectado al final de cuarenta años y callaron al no haber señalado que no existe dominancia corregida por riesgo. U ocultaron o ignoraron esta información; a esta altura da lo mismo, ambos pecados son graves. Las pérdidas proyectadas al final de cuarenta años quedaron en el olvido.

Sancho: Pero el sistema en esos términos ha sido exitoso, dicen que del fondo acumulado en un plazo largo, por cada peso aportado por el afiliado, hay tres de rentabilidad. Eso es un hecho objetivo. El problema real está en los bajos aportes y las lagunas, es decir, la bencina del meche

Don Quijote: A tu primera observación (que el fondo acumulado es casi todo retorno obtenido puro), yo diría: ¡enhorabuena!, pero preguntaría: ¿y si hubiese terminado en pérdidas? No se le dijo nada exante al afiliado, ninguna advertencia, al contrario, fueron cuentos incompletos; Aún, más, ese maravilloso retorno que tú señalas, corregido por riesgo, no le gana a un depósito a plazo. ¿Te dijeron eso Sancho? Recuerda que es exante donde se toman las decisiones, porque todos son generales a posteriori de la guerra. Entonces, exante y expost, no es tanta la maravilla del sistema de pensiones. Todo esto, aún con estanque de combustible lleno p´al meche. Ahora bien, las lagunas y la baja cotización ciertamente son un problema, pero no te confundas Sancho, porque esto es adicional, y aún sin estos problemas que no son responsabilidad del sistema de pensiones, el retorno acumulado debe ser analizado con el peor escenario y el escenario de seguridad máxima.

Así que retomando la idea que estaba diciendo antes que me interrumpieras, el arrepentimiento requiere de humildad para reconocer que el mercado de capitales no está para solucionar un problema demográfico. Podrá ayudar en forma accesoria… si le va bien, pero nada más, y asumiendo riesgo. Es necesario enfatizar esto, porque un sistema de pensiones no se puede dar el lujo de contar cuentos incompletos y que se mal interpreten. Debe estar sanforizado por todos lados.  Como la pluma es más peligrosa que una espada, lo que queda escrito, ni la muerte lo apaga. Y acá quedaron -no escritas con pluma, sino peor, con palabras melosas– promesas implícitas.  

Sancho: ¿Y será necesario tal arrepentimiento?

Don Quijote: Mucho, porque un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen estas enfermedades. Se toma conciencia que hay que actuar. Una vez apagada la altivez con la pócima de la razón, la humildad permitirá abrir la sesera y darse cuenta que la única forma de (volver a) darle credibilidad y legitimidad al sistema, será rediseñarlo con tres principios rectores fundamentales:

Primero, el libre albedrío. “¡Libertad, libertad! mis amigos”, eso decía el denominado padre de la creatura. Todos aquellos que abogan por la libertad en muchos otros aspectos, mucho más complejos incluso, deben dejar de ser conservadores y paternalistas para con las pensiones.

Segundo, seguridad máxima. Con esto me refiero a que el diseño debe ser en ambiente seguro, esto es, con proyecciones libres de riesgo como escenario central. El resto será accesorio, siguiendo el tercer principio…

Tercero, transparencia total. Esto significa no endiosar al mercado y señalar sin pelos en la lengua ni frases confusas que si un afiliado quiere -en las condiciones que más adelante señalaré- obtener un fondo acumulado esperado X al final de un plazo largo (mayor que el fondo acumulado proyectado por el escenario central sin riesgo), debe estar plenamente consciente que también podría perder plata y terminar con un fondo final menor que haber guardado la plata debajo del colchón. Entonces, como las cuentas claras conservan la amistad, cada afiliado debe saber y entender la advertencia que no hay magia en todo esto, porque la magia es un arte oculta, y por lo tanto, este juego es sin llorar. Así o más claro si es posible, la negligente Autoridad lo debe explicar. Es la única forma de no hacer promesas, o mejor dicho, decir frases ambiguas que se interpretan o malinterpretan como promesas. 

Sólo así se podrá reconquistar el amor de aquella inmensa masa que se encuentra defraudada.

Teniendo en claro estos tres principios rectores,  se debe dilucidar el enigma del derecho…

Sancho: ¿Enigma del derecho?

Don Quijote: ¡Sí señor! Como sociedad tendremos que zanjar la cuestión: ¿Es la pensión un derecho para los ciudadanos? Al igual que la educación, la salud… ¿qué viene después, vivienda? Es decir, no se puede rediseñar un sistema de pensiones recurriendo al auxilio de un, digámosle el semidiós mercado de capitales, sin antes responder dicho enigma instaurado en la arena social-política. Por fortuna las respuestas posibles no son muchas. La respuesta más probable será que sí.

Sancho: Pero ya existe la pensión solidaria que garantiza el Estado, que es un tipo de derecho…

Don Quijote: Así como están de caldeados los ánimos, ingenuo Sancho, me atrevería a apostar mil besos de mi Dulcinea que, bajo la bandera de la pensión digna, se terminará fijando un monto superior. Este año que es abundante en hambruna, alimenta las revueltas y consignas. Los vientos soplan para ese lado, y nada ni nadie va a cambiar esa dirección. ¿Que si estoy o no de acuerdo con eso, probablemente quieras preguntar? Me anticipo y te respondo que eso es irrelevante, porque estoy constatando un hecho que desde mi punto de vista es irreversible.

Lo que estoy señalando es el salvavidas del sistema de capitalización adaptado a esta nueva realidad: dado que es altamente probable que se establezca una pensión mínima –catalogada de digna-, de un monto mayor a la pensión básica solidaria actual (no te ilusiones que será mucho más, porque será pagada a todo evento con cargo al erario público), esa sería la base de todo análisis.

Sancho: ¿Y dónde entra el modelo de capitalización individual?

Don Quijote: Como deberá haber plena transparencia y cuentos completos y bien contados, las cuentas individuales deberían ser opcionales para que cada afiliado, mediante un plan de ahorro y descuento por planilla, pueda ahorrar apostando cual casino a obtener un retorno esperado según sea la oferta de los multifondos. Este ahorro será en una AFP o cualquier otra institución financiera calificada. Y el porcentaje de descuento será lo que el afiliado determine. Si ahorra poco, podrá esperar poco más adicional a la pensión garantizada. Y con la advertencia clara que independiente de lo que ahorre, puede perder. Si el multifondo elegido o cualquier otra alternativa de inversión le da el palo al gato y se obtiene un buen retorno acumulado, excelente; si no se logra poner el cascabel al gato, mala suerte, bien también.

Sancho: ¿Y el empleador no pone nada?

Don Quijote: Bueno, que ponga algo. Me gustaría decirte que esa inquietud es harto artificial, porque importa el porcentaje de descuento total; la repartija no depende de leyes, depende de las elasticidades de oferta y demanda de trabajo. Pero para vestir mejor el santo y que la galería quede contenta, dejemos que el porcentaje elegido por el afiliado se reparta entre él y su empleador. Te concedo ese punto Sancho.

Sancho: ¿Y el retiro de fondos en este esquema?

Don Quijote: Finalmente, y como parte fundamental para darle credibilidad y legitimidad al sistema, deberá considerarse el retiro de los fondos cuando el afiliado quiera y por el monto que desee, con o sin pandemia, con o sin enfermedad, con o sin desempleo, sea invierno o verano, incluso si es año bisiesto. Libre albedrío, con pleno conocimiento y responsabilidad de sus actos y, no olvides, sin lloriqueos. La libertad, Sancho amigo, es uno de las más grandes dádivas que Dios dio al hombre. Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida.

Sancho: ¡Pero eso sería irresponsable!

Don Quijote: ¿Qué es más irresponsable: permitir el retiro bajo un esquema bien pensado que asegura una pensión mínima, o prometer implícitamente tasas de reemplazo y haber jugado con la ignorancia de la gente? Acusan de populismo, y su soberbia les impide analizar y separar las causas de la solución. ¡Oh ceguera, raíz de infinitos males y tamaña dificultad que enfrentamos! Con cien palos de fondo, cifra aunque no es la gran cosa, la gran mayoría nunca va a llegar a acumular en su vida, se puede obtener una pensión estimada de $600 lucrecias... ¿Valió la pena tanta pomada vendida? ¿Acaso no ven que el retiro de fondos santifica el sistema?

Venturoso aquel que no tiene necesidad de retirar dichos fondos y puede rascarse con sus propias uñas; venturoso aquel que no tiene necesidad de pedir prestado al Estado, aunque sea a tasa cero real. Agradézcaselo al mismo cielo. Mas sábete Sancho que no todo aquel que retira fondos, huye o reniega del sistema. Yo reconozco su utilidad, mas no le prendo incienso en su sobrevalorado altar.


Iván Rojas B.



martes, 14 de julio de 2020

Repensando un nuevo sistema de pensiones… en un lugar de la Mancha (Parte I)



Don Quijote: ¿Has visto, Sancho amigo, tamaña pelotera que ha causado el proyecto del retiro del diez por cien de las aefepés?

Sancho: Sí don Quijote. Sucumbimos al populismo y la demagogia.

Don Quijote: ¿Pero no sabes tú que antes de poner etiquetas y eslóganes, deberías tener el cuadro completo, para que así te permita leer bien las señales? Es lo mínimo que se le exige al escudero de un caballero andante. Para hablar y comer pescado hay que tener mucho cuidado.

Sancho: El cuadro que veo es que se va a desvestir un santo para vestir otro. Y esto será pan para hoy, hambre para mañana.

Don Quijote: ¡Tremenda deducción que has hecho, Sancho, por Dios! Perdona mi ironía, es verdad lo que dices. El trueque de consumo futuro por consumo presente no es una pócima gratuita. Mas lo que has dicho es un resultado matemático, medio obvio por lo demás. Veamos las causas primero, porque en una de esas el retiro de fondos corrige un problema mayor. Como dijo el gran trovador Arjona, vamos aclarando el panorama…

Sancho: ¿Un problema mayor a la crisis?

Don Quijote: Justamente querido Sancho. Porque la sombra de la muerte que se le asomó al sistema de pensiones no fue la pandemia. La plaga –que provocará el retiro voluntario de la décima parte, en caso de ser aprobado- quizás será el empujoncito del sistema al vacío; la estocada de gracia. Mas independiente de ello, el enfermo está grave desde hace tiempo.

Sancho: O sea, de la crisis económica de la pandemia nos pasamos a la crisis del sistema de pensiones…

Don Quijote: Correcto Sancho amigo. Tengamos eso claro para empezar a hablar. Y aquella crisis tiene dos responsables: la soberbia y la ignorancia. Dicha combinación ha sido, y lo sigue siendo, fatal. Es que la mano derecha, por el hecho de escribir las letras y usar mejor la espada, se ha creído más sagaz que la zurda.  

La derecha en general llegó a endiosar el modelo de pensiones, porque cuando nació la creatura, ésta era hermosa y prometedora. Su alimento siempre fue el mercado de capitales. Se creyó tan firmemente, casi como un dogma de la santísima fe, que bajo ciertos supuestos y parámetros, al alcanzar la madurez, la creatura solucionaría el problema de las desfinanciadas pensiones que existía previo a su nacimiento.

Sancho: Pero eso es cierto. Hace poco, el denominado padre de la creatura, la comparó a un Mercedes Benz, de la más grande sofisticación, el cual, combustible mediante, podía llegar a destino.

Don Quijote: No pues señor, eso es casi cierto. Gran diferencia. Y es que ahí entramos a las grietas del sistema, donde la ceguera es del mismo tamaño de la altivez. Si no tienes claros los conceptos, empezamos a construir teorías sin sustento.

Sancho: Que fuertes palabras don Quijote, si la idea era buena.

Don Quijote: Es que a estas alturas, no utilizar franqueza de expresión es una ignominia. Permíteme explicarte mis razones y porqués.

Sancho. Soy todo oídos. Pero ojalá no sea la razón de la sinrazón.

Don Quijote: Ya verás que tengo razón, incrédulo burlón.  Si la columna vertebral del sistema de pensiones es la cuenta individual que busca retornos en el mercado de capitales, entonces hay que tener claro que la regla básica de ese juego se resume en la doble dimensión riesgo-retorno.

Sancho: jajaja, pero don Quijote, eso lo saben todos; hasta yo lo sé, que no soy ningún sabiondo ni intelectual.

Don Quijote: No me interrumpas Sancho. Lo saben pero no lo entienden. Si captaran realmente las consecuencias de ello, se habrían dado cuenta que todas sus estimaciones de valores futuros esperados, aún con de plena densidad de cotizaciones (desde ya un gran supuesto de estanque lleno de combustible, pero por ahora no me acordaré de él), al final de cuarenta años, corregidas por riesgo, no son mejores que la opción segura de retorno libre de riesgo; se habrían dado cuenta que el mercado de capitales a veces no perdona y no tiene misericordia, y que al final de cuarenta años, existe alguna probabilidad de terminar con un fondo acumulado menor que haber guardado la plata debajo del colchón. Dicho sea de paso, el hecho que ocurran crisis cada ciertos años y la destrucción creativa que deja obsoletas a las más admiradas compañías, nos recuerdan la dimensión riesgo del mercado, su lado oscuro.

Sancho: Pero esa probabilidad es ínfima don Quijote. Con tal de ganar el valor esperado, vale la pena correr el riesgo.

Don Quijote: Lo que estoy comentando no es un detallito cuando se quiere de diseñar un sistema de pensiones obligatorio, porque no se trata de una decisión de inversión de un agente individual. Insisto, se trata de diseñar un sistema donde se toman decisiones de platas ajenas, y éste debe ser sometido a todas las pruebas de rigor y por sobre todas las cosas contar el cuento completo en forma abierta y transparente al vulgo que no entiende lo que lee. Y eso ya es un desafío que puede ser, y de hecho lo es, un agravante. Haber diseñado un sistema cuyos resultados corregidos por riesgo no son mejores que una opción segura de estrategia pasiva de inversión, y que además, cuyo peor resultado es un fondo acumulado menor que guardar la plata debajo del colchón (tasas reales libres de riesgo cero o incluso negativas), no fue, perdóname la franqueza Sancho, tanta maravilla. No da para el Nobel. Las cosas son lo que son, no lo que pretenden ser. Y lo peor, defender el sistema con tanto fanatismo, donde ahora cualquier hereje que siquiera hable mal del sistema de pensiones es menospreciado, le hace el peor favor al mismo, porque mejor sería que aquellos que defienden el sistema primero lo bajen del altar, sin darse ínfulas de sabelotodos y pedantes, quizás así habrían sumado feligreses en vez de opositores. La vanidad y la ignorancia fueron la raíz de esta ceguera. Y recuerda Sancho que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Así las cosas, haber llevado el debate, sin querer, a la dimensión política de derecha-izquierda, fue nefasto: los primeros por su arrogancia y miopía y los segundos por no proponer nada, o mejor dicho, por proponer recetas añejas y peores. Ignorancia a la máxima potencia es una crónica de una muerte anunciada para el sistema porque aunque se rechace el proyecto, los perros hambrientos no soltarán la presa que sangra… ya le agarraron el gustito. 

(Después de una pausa reflexiva)

Sancho: El largo plazo arregla todo, y el retorno compensa cualquier tropezón.

Don Quijote: Así lo repiten como loros. Y se lo creen. Para que sepas mi querido Sancho, en el largo plazo, la varianza del retorno acumulado también se amplifica. ¿Te contaron eso Sancho? Apuesto mi Rocinante que no; pregúntales a los hinchados de orgullo qué significa eso y qué implicancias tiene. Te diré solo una cosa: no creas todos esos viejos cuentos a medias y mal contados. En el largo plazo, puede que tu fondo acumulado esperado aumente, pero debes tener la perspicacia y tener plena conciencia que también tu peor escenario se hace cada vez más adverso. Eso no hace más que reafirmar la premisa que te dije antes. ¿Se está dispuesto a diseñar un sistema de pensiones obligatorio y tomar decisiones de platas ajenas para jugar en el mercado de capitales con estas reglas? Si la respuesta es sí (porque, como dices tú, vale la pena correr el riesgo para ganar el valor esperado), entonces contemos el cuento completo. Eso no más digo yo, porque si se hubiese contado el cuento completo, no estarían hablando de promesas incumplidas.  


Sancho: Nadie ha hecho esas promesas. Eso es un mito.

Don Quijote: Ay, mi ingenuo Sancho. Como no estás experimentado en los sucesos del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles. Cuando vendes un ungüento medicinal, hay una promesa implícita. Y tanto se ha repetido desde los años ochenta a la fecha, que está arraigada en el inconsciente colectivo. La gente no lee Sancho; muchos ni entienden lo que leen. Quedó la ofrenda y ahora se pasa la cuenta. ¿Crees que ahora los vas a hacer razonar en base a supuestos y parámetros de las estimaciones? Esa promesa no la va a sacar nadie de la mente de las personas, menos ahora donde se clama por derechos a la orden del día. ¿Acaso has olvidado tú mi promesa de hacerte gobernador de alguna ínsula o reino que ganase a lo largo de estas aventuras?

Sancho: Por supuesto que no la he olvidado…

Don Quijote: Lo mismo pasa con la ciudadanía mi querido Sancho. La palabra empeñada es más fuerte que un papel escrito.

Sancho: ¿Y cómo salimos de este embrollo don Quijote?

Don Quijote: Se debe aprovechar la ocasión para repensar todo el sistema. Te anticipo que no habrá una salida dulce a esta amarga dificultad. Para repensar hay que terminar con la soberbia intelectual de los que se las creen todas y en realidad no saben mucho. Son ellos los que deben sacarse el velo primero y  reconocer las limitaciones de sus dioses y estar dispuestos a trabajar en base a ello, analizando todas las medidas, por populistas que parezcan en una primera lectura. Deben comenzar sabiendo que amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.

Sancho: Otra vez la derecha…

Don Quijote: Porque como decía mi santa madre: “Al que se le da más, se le exige más”.

Sancho: ¿Y los otros?

Don Quijote: Los otros siempre ladrarán, pero hay que dejar que los perros ladren, eso es señal de que avanzamos. No me esperaría otra cosa. Entre zurdos y derechos no pueden durar las amistades, porque la igualdad de pensamiento sirve de eslabón a los corazones; pero entre los zurdos y los derechos no puede haber amistad duradera.

Sancho: Don Quijote, cuénteme lo que usted propone.

Don Quijote: Está bien Sancho…

Sancho: Pero primero pasemos a esta posada a descansar la lengua y alimentar nuestras barrigas. Mire que de tanto hablar y pensar ya me ha dado fatiga. No por nada me apellido Panza…

Proyecto de retiro del 10% de los fondos de las AFP: un engendro


https://www.elmostrador.cl/destacado/2020/07/10/proyecto-de-retiro-del-10-de-los-fondos-de-las-afp-un-engendro/

Y la Cámara aprobó el proyecto que permitiría retirar el 10% de los fondos de las AFP. Algunos aplauden y otros suspiran. Lamentables ambos, porque los primeros ven en esto un paso para el desplome de un sistema al cual le imputan -justa pero también muy injustamente- la generación de bajas pensiones,  y los segundos porque le prendieron velitas y dotaron de facultades y poderes mágicos al mercado de capitales, y vendieron el sistema de capitalización individual como una solución íntegra, en vez de una “ayuda para la vejez”. Este exceso de marketing ahora les pasó la cuenta; dejaron que las expectativas se dispararan y apagaron el incendio con bencina.

Como sea, un sector político capitalizó este triunfo y cacarea por doquier. A río revuelto, ganancia de pescadores.

Y ahora nos encontramos con este proyecto mal hecho: un retiro de una parte de los fondos, a la chilena. ¿Por qué?  Porque en vez de sentarse a repensar el modelo global y rediseñar un sistema que contemple retiros en base a ciertos parámetros conceptuales generales que se pueden dar ahora, en 10 o 20 años más, nació este engendro para enfrentar la coyuntura. Con este proyecto quedan varias dudas: ¿Por qué el 10% y no otro porcentaje? Porque a algún iluminado se le ocurrió que eso era “razonable”; ¿Y qué pasará cuando venga otra pandemia u otra crisis? ¿Y por qué no abordar el tema de una enfermedad grave? ¿Y debe ser necesariamente para enfrentar una emergencia? ¿Quién determina qué es y qué no es una “emergencia”? Y así tantas otras preguntas que este limitado proyectito no responderá.

En la columna “La tentación del retiro del 10% del fondo de las AFP” (https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2020/07/03/la-tentacion-del-retiro-del-10-del-fondo-de-las-afp/), señalé que sí estoy de acuerdo con retirar una parte de los fondos de la AFP, tanto durante como al final de la vida laboral, sujeto a ciertos parámetros, y con la plena conciencia (léase costo) y libertad de cada afiliado.

Lo que se propone hoy es un retiro voluntario del 10% del fondo acumulado de la cuenta individual, con un máximo de UF150 ($4,3 millones) y un mínimo de UF35 ($1 millón). Si el ahorro acumulado de un afiliado no supera las UF35, podría retirar todo. Como la mayoría de los afiliados ha ahorrado poco (en efecto, el saldo promedio de la cuenta de ahorro individual es $11,4 millones, y el 50% de los afiliados tiene acumulado menos de $4 millones), va a haber muchos casos que la racionalidad económica indicará lo obvio: retirar todo, porque las personas saben que no alcanzarán a ahorrar un monto suficiente que les permita obtener una pensión mayor a la pensión básica solidaria. Resultado: un subsidio de papá Estado, sin costo efectivo para gran parte de los afiliados; más déficit. Este engendro olvidó una premisa esencial: para que el retiro de los fondos tenga una cierta coherencia económica, la decisión debe estar acompañada de un costo de oportunidad.

Sistema de capitalización individual: fuiste una buena idea, pudiste ser grande y admirado, pero te marketearon mal, y los perros hambrientos aprovecharon la oportunidad y no soltaron la presa. Descansa en paz.

Iván Rojas B.

lunes, 6 de julio de 2020

La tentación del retiro del 10% del fondo de las AFP



Recientemente la Corte de Apelaciones de Antofagasta ordenó a una AFP entregar la totalidad de fondos previsionales a una profesora. El debate se ha planteado desde la discusión legal de si el afiliado es –realmente- el dueño de sus fondos y puede disponer de ellos, hasta, en lo concreto, permitir el retiro del 10% del fondo acumulado ante situaciones de crisis extrema global (como la pandemia) o particular (enfermedad terminal grave). En tiempos de crisis, este ahorro siempre será una tentación.

Lo bueno de la discusión es que obliga a pronunciarse por qué sí o por qué no. No hay medias tintas, y eso se agradece. Sin embargo, hasta ahora los argumentos -para ambos lados-, a mi entender, son bastante superficiales y particulares; se echa de menos una mirada global.

El sistema de capitalización individual nació como LA alternativa de reemplazo del sistema de reparto, que fue un saco roto desfinanciado. La característica principal del nuevo sistema es que cada persona tiene una cuenta individual, donde sus fondos son administrados por las AFP, y la pensión obtenida dependerá de los aportes realizados durante la vida laboral y del retorno obtenido del fondo acumulado. La idea fue buena, en el sentido que cada uno ahorraba para algo concreto, cuantificable y propio. Y abordaba, dicho sea de paso, el escenario adverso de la pirámide demográfica invertida.

Según las estimaciones, y bajo ciertos parámetros y supuestos, el nuevo sistema basado en las AFP generaría pensiones con un porcentaje razonable de tasas de reemplazo. Si bien nunca se hizo una promesa directa, así fue (mal) interpretada por la ciudadanía y quedó firmemente arraigada en su inconsciente colectivo. El principal pecado fue contar un cuento incompleto: si se usa un retorno esperado para calcular el fondo acumulado al final de la vida laboral, también se debió contar el peor escenario y  el escenario seguro, en los cuales, el nuevo sistema ya no es LA solución integral, que fue la pomada que se vendió. Si a eso agregamos variables exógenas al modelo, como son la densidad de cotizaciones y lagunas previsionales, era de esperar lo que ocurrió finalmente: paupérrimas pensiones. La realidad superó a la ficción.
El problema es, entonces, adaptando el famoso ejemplo del padre de la creatura, que al Mercedes Benz no basta con sólo echarle bencina. Porque aún con el supuesto de estanque lleno (gran supuesto, por lo demás), “se espera” que llegue a destino, mas no se puede asegurar. Y diseñar un sistema de pensiones en base a la generación de retornos esperados y no en ambiente seguro, es jugar en una ruleta. Es olvidar el Equivalente Cierto en el juego riesgo-retorno.

A lo anterior agreguemos que al momento de jubilar, la opción preferida de los pensionados (rentas vitalicias) sufre de un pequeño problemita, a saber, que se le prometieron pagos que las compañías de seguros no pueden cumplir sin asumir riesgo, y que el balance de éstas  no refleja su real endeudamiento con los pensionados. Se vendió un producto que no es tal: los pensionados entregaron toda su plata acumulada contra recibir pagos con riesgo, sin saberlo; una renta que no es tan vitalicia que digamos. Y que basta solo un tropezón para que todo el sistema caiga. De hecho, ya están técnicamente quebradas.

Con este diagnóstico real del enfermo se debería analizar el retiro de parte del fondo acumulado. Así, el retiro de fondos se puede abordar en dos escenarios: al momento de pensionarse y durante la vida laboral. Pero en ambos, es “sin llorar”. ¡Libertad, libertad, mis amigos!, decía el padre de la creatura…

En el primer escenario, el retiro de los fondos acumulados en la AFP resulta -por paradójico que parezca- en un salvavidas para el sistema de pensiones, porque corrige -dolorosamente, es cierto- en parte significativa la falla estructural que tiene con las rentas vitalicias (que quiéralo o no, son parte del sistema). ¿Qué monto retirar? El monto que exceda la cifra que garantiza la pensión mínima garantizada por el Estado. En un país que supuestamente está “maduro” para discutir el aborto, la eutanasia, la despenalización de ciertas drogas, entre otros temas conflictivos, supongo que también podrá discutir que una persona a los 65 años podrá decidir qué hacer con su plata, sin llorar al papá Estado después, y firmando todos los papeles que haya que firmar.

El segundo escenario -retirar una parte de los fondos durante la vida laboral- tiene complicaciones adicionales. ¿Por qué el 10% del fondo? ¿Bajo qué causales? ¿Quién determinaría dichas causales? ¿Cuántas veces se podrá retirar fondos durante la vida laboral? ¿Cuál sería el tope? Considerando el diagnóstico explicado anteriormente, lo económicamente razonable y en pos de la libertad de las personas, sería permitir en cualquier momento el retiro del monto que excede el valor presente descontado a la tasa libre de riesgo del fondo final que asegura la pensión mínima que garantiza el Estado. ¿Cuántas veces durante la vida laboral? Las veces que quiera, siempre que se cumpla con la condición anterior. Y por supuesto, a libre disposición, haya o no crisis.

Todo esto es coherente con el cuento completo: que el sistema de capitalización individual nunca fue LA solución integral al problema demográfico implícito en las pensiones; el mercado de capitales es una ayuda, por cierto, pero no por ello hay que prenderle velitas.

Iván Rojas B.