Sancho: Mire vuestra merced, que con la barriga llena ya
puedo pensar mejor.
Don Quijote: Ten en cuenta Sancho, que la salud de
todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Por tanto, come poco y
lento, para que dicho trabajo tenga buen desempeño… ¿En qué parte de la
tertulia habíamos quedado?
Sancho: En su propuesta para salir de este embrollo.
Don Quijote: Esta propuesta tiene que ver con lo que yo
llamo el síndrome del abrelatas…
Sancho: ¿Cuál es ese síndrome?
Don Quijote: Cuando a principios
de la centuria XIX se estableció la primera fábrica de conservas, no se creyó
importante crear un instrumento para abrir las latas, faena que se dejaba
al arbitrio de cada parroquiano, que debía recurrir a cualquier objeto que
tuviera en casa. Imagínate la situación: aquellas primeras latas, vacías,
pesaban casi un kilo y no era fácil manipularlas; parecían cajas fuertes. En
1850 se consiguió crear un envase más ligero. Y por paradójico que parezca, el
abrelatas fue un artilugio inventado en 1870. Con el sistema de pensiones
pasará lo mismo: es hora de inventar el abrelatas.
Sancho: ¿Y en concreto, qué sería eso?
Don Quijote: Como te decía Sancho amigo, mientras
mayor sea la fama de una obra, tal como la ha tenido el sistema de pensiones, mayor es
la necesidad de escudriñar sus faltas. Mas ten en cuenta que es mejor corregir
que reemplazar por añejas recetas fracasadas. Si acaso pretendes doblar la vara
de la justicia, que no sea con el peso de los pecados, sino con el de la
misericordia. Porque no todo se debe echar al Gehena; queremos avanzar y no
retroceder, aunque la corrección sea dolorosa y el resultado un tanto
extravagante.
Como ya te lo señalé, el primer paso será dejar la
soberbia y bajar del altar a este limitado semidios llamado sistema de
pensiones basado en la búsqueda de retornos en el mercado de capitales. Una de
las mayores tentaciones de este dios es implantar en el entendimiento de un
hombre la idea de que puede esperar una jugosa recompensa sin desvelo alguno.
No obstante, eso que llaman retorno esperado es una hermosa e intrigante mujer,
pero borracha y antojadiza, y sobre
todo, ciega, que cabalga una bestia color escarlata llamada riesgo. No dijeron
ni pío sobre el peor escenario proyectado al final de cuarenta años y callaron
al no haber señalado que no existe dominancia corregida por riesgo. U ocultaron
o ignoraron esta información; a esta altura da lo mismo, ambos pecados son graves.
Las pérdidas proyectadas al final de cuarenta años quedaron en el olvido.
Sancho: Pero el sistema en esos términos ha sido
exitoso, dicen que del fondo acumulado en un plazo largo, por cada peso
aportado por el afiliado, hay tres de rentabilidad. Eso es un hecho objetivo. El
problema real está en los bajos aportes y las lagunas, es decir, la bencina del
meche…
Don Quijote: A tu primera observación (que el fondo
acumulado es casi todo retorno obtenido puro), yo diría: ¡enhorabuena!, pero
preguntaría: ¿y si hubiese terminado en pérdidas? No se le dijo nada exante al afiliado, ninguna advertencia,
al contrario, fueron cuentos incompletos; Aún, más, ese maravilloso retorno que
tú señalas, corregido por riesgo, no le gana a un depósito a plazo. ¿Te dijeron
eso Sancho? Recuerda que es exante
donde se toman las decisiones, porque todos son generales a posteriori de la
guerra. Entonces, exante y expost, no
es tanta la maravilla del sistema de pensiones. Todo esto, aún con estanque de
combustible lleno p´al meche. Ahora
bien, las lagunas y la baja cotización ciertamente son un problema, pero no te
confundas Sancho, porque esto es adicional, y aún sin estos problemas que no
son responsabilidad del sistema de pensiones, el retorno acumulado debe ser
analizado con el peor escenario y el escenario de seguridad máxima.
Así que retomando la idea que estaba diciendo antes
que me interrumpieras, el arrepentimiento requiere de humildad para reconocer
que el mercado de capitales no está para solucionar un problema demográfico.
Podrá ayudar en forma accesoria… si le va bien, pero nada más, y asumiendo
riesgo. Es necesario enfatizar esto, porque un sistema de pensiones no se puede
dar el lujo de contar cuentos incompletos y que se mal interpreten. Debe estar
sanforizado por todos lados. Como la pluma
es más peligrosa que una espada, lo que queda escrito, ni la muerte lo apaga. Y
acá quedaron -no escritas con pluma, sino peor, con palabras melosas– promesas
implícitas.
Sancho: ¿Y será necesario tal arrepentimiento?
Don Quijote: Mucho, porque un
buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen estas enfermedades. Se
toma conciencia que hay que actuar. Una vez apagada la altivez con la pócima de
la razón, la humildad permitirá abrir la sesera y darse cuenta que la única
forma de (volver a) darle credibilidad y legitimidad al sistema, será rediseñarlo
con tres principios rectores fundamentales:
Primero, el libre albedrío.
“¡Libertad, libertad! mis amigos”, eso decía el denominado padre de la
creatura. Todos aquellos que abogan por la libertad en muchos otros aspectos,
mucho más complejos incluso, deben dejar de ser conservadores y paternalistas para
con las pensiones.
Segundo, seguridad máxima. Con
esto me refiero a que el diseño debe ser en ambiente seguro, esto es, con
proyecciones libres de riesgo como escenario central. El resto será accesorio,
siguiendo el tercer principio…
Tercero, transparencia total. Esto
significa no endiosar al mercado y señalar sin pelos en la lengua ni frases
confusas que si un afiliado quiere -en las condiciones que más adelante
señalaré- obtener un fondo acumulado esperado X al final de un plazo largo (mayor
que el fondo acumulado proyectado por el escenario central sin riesgo), debe
estar plenamente consciente que también podría perder plata y terminar con un
fondo final menor que haber guardado la plata debajo del colchón. Entonces,
como las cuentas claras conservan la amistad, cada afiliado debe saber y
entender la advertencia que no hay magia en todo esto, porque la magia es un
arte oculta, y por lo tanto, este juego es sin llorar. Así o más claro si es
posible, la negligente Autoridad lo debe explicar. Es la única forma de no
hacer promesas, o mejor dicho, decir frases ambiguas que se interpretan o malinterpretan
como promesas.
Sólo así se podrá reconquistar el
amor de aquella inmensa masa que se encuentra defraudada.
Teniendo en claro estos tres
principios rectores, se debe dilucidar
el enigma del derecho…
Sancho: ¿Enigma del derecho?
Don Quijote: ¡Sí señor! Como sociedad tendremos que zanjar
la cuestión: ¿Es la pensión un derecho para los ciudadanos? Al igual que la
educación, la salud… ¿qué viene después, vivienda? Es decir, no se puede
rediseñar un sistema de pensiones recurriendo al auxilio de un, digámosle el
semidiós mercado de capitales, sin antes responder dicho enigma instaurado en
la arena social-política. Por fortuna las respuestas posibles no son muchas. La
respuesta más probable será que sí.
Sancho: Pero ya existe la pensión solidaria que garantiza
el Estado, que es un tipo de derecho…
Don Quijote: Así como están de caldeados los ánimos,
ingenuo Sancho, me atrevería a apostar mil besos de mi Dulcinea que, bajo la
bandera de la pensión digna, se terminará fijando un monto superior. Este año
que es abundante en hambruna, alimenta las revueltas y consignas. Los vientos
soplan para ese lado, y nada ni nadie va a cambiar esa dirección. ¿Que si estoy
o no de acuerdo con eso, probablemente quieras preguntar? Me anticipo y te
respondo que eso es irrelevante, porque estoy constatando un hecho que desde mi
punto de vista es irreversible.
Lo que estoy señalando es el salvavidas del sistema
de capitalización adaptado a esta nueva realidad: dado que es altamente
probable que se establezca una pensión mínima –catalogada de digna-, de un
monto mayor a la pensión básica solidaria actual (no te ilusiones que será mucho
más, porque será pagada a todo evento con cargo al erario público), esa sería
la base de todo análisis.
Sancho: ¿Y dónde entra el modelo de capitalización
individual?
Don Quijote: Como deberá haber plena transparencia y
cuentos completos y bien contados, las cuentas individuales deberían ser
opcionales para que cada afiliado, mediante un plan de ahorro y descuento por
planilla, pueda ahorrar apostando cual casino a obtener un retorno esperado según
sea la oferta de los multifondos. Este ahorro será en una AFP o cualquier otra
institución financiera calificada. Y el porcentaje de descuento será lo que el
afiliado determine. Si ahorra poco, podrá esperar poco más adicional a la
pensión garantizada. Y con la advertencia clara que independiente de lo que
ahorre, puede perder. Si el multifondo elegido o cualquier otra alternativa de
inversión le da el palo al gato y se obtiene un buen retorno acumulado,
excelente; si no se logra poner el cascabel al gato, mala suerte, bien también.
Sancho: ¿Y el empleador no pone nada?
Don Quijote: Bueno, que ponga algo. Me gustaría
decirte que esa inquietud es harto artificial, porque importa el porcentaje de
descuento total; la repartija no depende de leyes, depende de las elasticidades
de oferta y demanda de trabajo. Pero para vestir mejor el santo y que la galería
quede contenta, dejemos que el porcentaje elegido por el afiliado se reparta
entre él y su empleador. Te concedo ese punto Sancho.
Sancho: ¿Y el retiro de fondos en este esquema?
Don Quijote: Finalmente, y como parte fundamental para
darle credibilidad y legitimidad al sistema, deberá considerarse el retiro de
los fondos cuando el afiliado quiera y por el monto que desee, con o sin
pandemia, con o sin enfermedad, con o sin desempleo, sea invierno o verano,
incluso si es año bisiesto. Libre albedrío, con pleno conocimiento y responsabilidad
de sus actos y, no olvides, sin lloriqueos. La libertad, Sancho amigo, es uno
de las más grandes dádivas que Dios dio al hombre. Por la libertad, así como
por la honra, se puede y se debe aventurar la vida.
Sancho: ¡Pero eso sería irresponsable!
Don Quijote: ¿Qué es más
irresponsable: permitir el retiro bajo un esquema bien pensado que asegura una
pensión mínima, o prometer implícitamente tasas de reemplazo y haber jugado con
la ignorancia de la gente? Acusan de populismo, y su soberbia les impide
analizar y separar las causas de la solución. ¡Oh ceguera, raíz de infinitos
males y tamaña dificultad que enfrentamos! Con cien palos de fondo, cifra aunque
no es la gran cosa, la gran mayoría nunca va a llegar a acumular en su vida, se
puede obtener una pensión estimada de $600 lucrecias... ¿Valió la pena tanta pomada
vendida? ¿Acaso no ven que el retiro de fondos santifica el sistema?
Venturoso aquel que no tiene necesidad de retirar
dichos fondos y puede rascarse con sus propias uñas; venturoso aquel que no
tiene necesidad de pedir prestado al Estado, aunque sea a tasa cero real.
Agradézcaselo al mismo cielo. Mas sábete Sancho que no todo aquel que retira
fondos, huye o reniega del sistema. Yo reconozco su utilidad, mas no le prendo
incienso en su sobrevalorado altar.
Iván Rojas B.
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