Es muy lamentable la situación por la que están pasando los habitantes de Chaitén y sus alrededores, unas cuatro mil personas en total. La localidad está prácticamente evacuada.
Sin duda que no es una decisión fácil dejar todas sus pertenencias y fuentes de ingresos. ¿Qué pasaría si una ciudad como Santiago se viera enfrentada una situación de emergencia similar? Probablemente el apego a las cosas materiales haría que muchos no evaluaran en forma prudente los riesgos, similar a lo ocurrido en 1902 en la hermosa isla de Martinica, donde la gente no hizo caso a las advertencias de la montaña Pelada, llegando incluso a asegurar que el peligro no era tal.
El Estado hasta ahora ha reaccionado bien en las medidas iniciales para enfrentar esta emergencia. Pero también debe demostrar que la abultada billetera de Hacienda es flexible y es capaz de afrontar una situación fuera de todo presupuesto, aunque ello implique algún desbalance menor en los flujos de corto plazo, si es necesario el ingreso de divisas al país. La rentabilidad social de esos dineros gastados en la gente que partió sin mirar atrás es altísima.
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