https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/05/20/caso-australis-huele-a-pescado-podrido-y-algo-mas/
El caso Australis es interesante de analizar en lo
que ocurrió y en lo que actualmente es el foco de atención. En esta columna
expongo una hipótesis; hay algo que no (me) cuadra en todo esto.
Cuenta la leyenda que el empresario chileno Isidoro
Quiroga vendió a los chinos la compañía salmonera Australis en US$ 921 millones, y en ese proceso, la versión china alega que en
el due diligence y a
la hora de negociar la compraventa se les ocultaron graves problemas
de sobreproducción de salmón, con el fin de alcanzar un precio más alto, y dicen ser
víctimas de una estafa. Los chinos piden deshacer la venta y que se les
devuelva lo pagado más US$ 300 millones en daños. Señalan que la sobreproducción
sistemática fue para justificar los múltiplos de valorización de la compañía
que terminaron pagando; sin sobreproducción –dicen-, la empresa valdría la
mitad de lo que se pagó.
La versión chilena del
cuento dice que los chinos estaban al tanto de dicha “iregularidad”, la cual
habría sido informada en informes y correos electrónicos que señalarían que los
controladores chinos estaban al tanto de los problemas y que fueron informados
expresamente de los casos de sobreproducción. Incluso más, dicen que los chinos
ordenaron expresamente a la administración local mantener e incluso aumentar
los niveles de producción.
¿Cuento chino o cuento
chileno? Bueno, serán los tribunales de justicia los que determinen si los
chinos sabían o no sabían la situación irregular de sobreproducción de
Australis. Mientras tanto, el taxímetro de los abogados corre con fuerza.
A todo lo anterior,
agréguese el lobby reservado ante el
ministro Marcel, por ambos lados. En el caso de los chinos, presionando a
Marcel, además, con que ellos son también los principales importadores de fruta
chilena y China es el principal destino de las exportaciones de nuestro país.
Lo que me motiva a escribir
esta columna es que resulta curioso que el tema se centre en si los chinos sabían
o no sabían de esta ilegalidad, y no en la ilegalidad en sí, ni en sus aristas.
Y es que estamos hablando de una sobreproducción no de un 10% o un 15%, ¡sino
de 50% en varios años! El potencial de cosecha de los 47 sitios de Australis
era de 117.000 toneladas por año, mientras que la cosecha autorizada era de tan
solo 72.000 toneladas por año. La pregunta que debería centrar la discusión es:
¿nadie se dio cuenta? Qué raro.
A la empresa nunca “la
pillaron” realmente; se autodenunció por las infracciones, y enfrenta multas de
la Superintendencia del Medio Ambiente por más de US$ 70 millones. O sea, estamos
hablando que se pudieron producir, transportar y exportar decenas de miles de
toneladas en exceso (y millones y millones de dólares de diferencia) y nadie vio
nada, nadie dijo nada, nadie supo nada. Ni aduanas, ni el SII, ni la CMF
(Australis es una empresa que se transaba en bolsa), ni los auditores, ni
analistas, ni las estadísticas de comercio exterior llamaron la atención… qué
raro. Ni el p*q en los análisis llamó la atención. Pasó piola.
Entonces esto huele mal, muy
mal. ¿Cómo se “esconde” una sobreproducción de esa cuantía? Camiones,
containers, facturas, … no es fácil esconder, o equivalente decir, no es tan
difícil buscar y encontrar. Entonces, la hipótesis es: ¿No estaremos en
presencia de un caso de corrupción? Vale la pena al menos investigar, mucho más
allá de aclarar si los chinos sabían o no sabían esta denominada eufemísticamente
“contingencia por exceso de producción”.
¿Por qué pasó esto? ¿Dónde
están las autoridades? Sorprende que el escándalo no sea el verdadero
escándalo; sorprende que no se hable tanto en la prensa; sorprende que haya
pasado piola. Si se comprueba o sale
a la luz que el olor a podrido viene de corrupción en distintos niveles, el
caso Australis no solo dejaría al desnudo debilidades regulatorias de la
institucionalidad local y un daño a la imagen de Chile, sino que pasaría a
estar en la lista negra en la que figuran otros emblemáticos casos que han
socavado el núcleo de la institucionalidad y han generado cuantiosa pérdida
social, al demostrar que es posible conseguir una ventaja ilegítima, secreta y
privada, contraria a lo que sería la realización de
prácticas transparentes.
Iván Rojas B.
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