lunes, 17 de noviembre de 2008

GM, dead or alive?


The market is following a delicate financial situation facing the largest automaker in the U.S., General Motors (GM). With 266,000 employees, the giant has been "dancing with the ugly": loss of $38 billion and $16 billion by the year 2007 and the first half of this year, respectively. The market has spoken loud and clear: the share price has fallen from a "floor" in 2007 from $30 to less than $3 today. The stock market collapse also occurred in other major companies in the industry, but concerned about the status of GM that some analysts have assigned a zero target price. Amazing.

But start of a simple diagnostic of the company (all figures in billions of U.S. dollars). GM has assets of 136 and debts of 193 (67 of theses relate to debt of the operation). The company generated a gross margin of 12 in 2007, but the increased costs of administration caused that line operational losses scored 4.3. The results of the first half of 2008 are worse: -5.4 gross margin and operating income of -12.5. The financial costs of the company from 2.9 in 2007 and 0.7 in the first half of 2008 are not as "high" in relation to the total amount of debt.

The plan of $25 billion in state AID is not the solution. The company does not necessarily need more debt, which could even aggravate the situation. Why more debt, if GM is already in default? The fundamental problem is on the left side of the balance sheet, where assets are show a very low return of the average for the industry.

It is in this arena that would open an opportunity for another giant, Toyota, which more than 320,000 employees. Although the global auto industry is going through a cycle of low, the company is in good standing for this challenge: in 2007 recorded a gross margin of 16% and a cash generation (EBITDA) of $31. 2 billion.

Likely, GM will be another company in the hands of Toyota. But not with the rules of the game today (labor restrictions, regulatory and trade, among others), which historically have favored a more American workers than the Japanese. This involves making a "clean slate" as part of the cost of recovering the patient. Only then would the Japanese miracle, that despite the lower expected sales, a better operational efficiency - a 10% operating margin, "a lá Japanese"? - would allow GM to reverse its position, with a business that reaches cover its costs, expenses and properly serve the debt.

A bargain for $1.65 billion? And why not? If Obama is the new President, is no unusual for a Japanese company -and no Chrysler- to buy GM. A good idea in times of crisis, where the big fish can be eat a similar size, but weaker.
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Una oportunidad en tiempo de crisis

El mercado sigue de cerca la delicada situación financiera por la que atraviesa el principal fabricante de automóviles de Estados Unidos, General Motors (GM). Con 266.000 empleados, al gigante le ha tocado “bailar con la fea”: pérdidas de USD38 billones y USD 16 billones el año 2007 y el primer semestre de este año, respectivamente. El mercado ha hablado fuerte y claro: el precio de la acción ha caído desde un “piso” en 2007 de USD30 a menos de USD 3 hoy. Y si bien la caída bursátil también se ha dado en otras importantes compañías de la industria, es tan preocupante la situación de GM que algunos analistas le han asignado un precio objetivo de cero. Inédito.

Pero partamos por un diagnóstico simple de la compañía (todas las cifras en billones de USD). GM tiene activos por 136 y deudas por 193 (de los cuales 67 corresponden a deuda de la operación). La compañía generó un margen bruto de 12 en 2007, pero los mayores gastos de administración provocaron que la línea operacional anotara pérdidas por 4,3. Los resultados al primer semestre de 2008 son peores: margen bruto de -5,4 y resultado operacional de -12,5. Los gastos financieros de la compañía de 2,9 en 2007 y 0,7 en la primera mitad de 2008 no son tan “altos” en relación al monto total de deuda.

El plan de ayuda estatal de USD25 billones no es la solución. La compañía no necesariamente necesita más deuda, la que incluso podría agravar la situación. ¿Para qué más deuda, si ya está en default? El problema de fondo está en lado izquierdo del balance, donde los activos muestran un retorno muy bajo el promedio de la industria.

Es en este escenario en que se abriría una oportunidad para otro gigante, Toyota, que posee más de 320.000 empleados. A pesar de que la industria automotriz mundial está pasando por un ciclo a la baja, la compañía se encuentra en buen pie para este desafío: anotó un margen bruto de 16% y una generación de caja (Ebitda) de USD31,2 billones.

Muy probablemente GM en manos de Toyota sea otra empresa. Pero no con las reglas del juego actuales (restricciones laborales, regulatorias y comerciales, entre otras), que históricamente han favorecido más a los trabajadores americanos que a los japoneses. Esto implica hacer un “borrón y cuenta nueva”, como parte del costo de recuperar al enfermo. Sólo así se produciría el milagro japonés, en que a pesar de las menores ventas esperadas, una mejora en la eficiencia operativa -¿un 10% de margen operacional, “a la japonesa”?- permitiría a GM revertir su situación, con un negocio que alcanzara a cubrir sus costos, gastos y servir adecuadamente la deuda.

¿Una ganga por USD1,65 billones? ¿Y por qué no? Si Obama salió presidente, no tiene nada de raro que una compañía japonesa -y no Chrysler- compre a firme GM por medio de una oferta hostil de compra. Una buena idea en tiempos de crisis, donde el pez grande se puede comer a otro de similar tamaño, pero más débil.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Evidencia de poca competencia


Desde 1929 el concepto de interés aparece en nuestra legislación, cuyo espíritu ha sido proteger al consumidor de una eventual usura por parte de algún prestamista. Así, hoy, la ley señala que no puede cobrarse un interés “que exceda en más de un 50% al corriente” que esté vigente. Este límite se denomina interés máximo convencional”.

Pero hay algunos alcances que conviene destacar. Primero, no tiene sentido establecer una tasa máxima convencional (TMC) basándose en las mismas tasas que operaron en el período anterior. La TMC está en función del interés corriente, que el mismo cuerpo legal define como “el interés promedio cobrado por las instituciones financieras”. Lo anterior sería tan absurdo como si un supermercado le dijera a sus clientes que por política de la empresa sus precios no van a subir más allá de un 50% del precio promedio del mes anterior. No hay razón para que este techo no siga subiendo. En efecto, siguiendo esta metodología, si todos decidieran subir las tasas en un mes determinado, la próxima tasa máxima vigente sería mayor y así sucesivamente. Lo anterior no deja de ser sólo una anécdota matemática, sobre todo cuando en nuestro mercado pocos actores controlan la mayoría de las colocaciones.
Segundo, la TMC no cumple su objetivo porque hay formas de “eludirla”: la tasa efectiva que termina pagando el cliente, incluyendo todos los costos relevantes (gastos de administración, comisiones, etc.), en muchos casos supera con creces la TMC. Este concepto de tasa efectiva es ampliamente utilizado en Estados Unidos, y se conoce como APR... un ejemplo de transparencia digno de imitar.

Finalmente, la mera existencia de la TMC –hoy en 56,6% anual– es un reflejo de que el mercado no opera en forma eficiente. Lamentablemente esa no es nuestra realidad… ¡Y este es el problema de fondo! Una efectiva competencia tendría un efecto mucho más potente que cualquier paquete reactivador –como los anunciados recientemente– y, por cierto, una tasa de equilibrio inferior a la TMC, haciendo que ésta última no tenga razón de ser. Una verdadera protección contra cobros excesivos.

Evidence of poor competition


Since 1929 the concept of interest shown in our legislation, whose spirit has been to protect the consumer from a possible usury of any lender. So, today, the law states that can not be charged an interest "that exceeds by more than 50% of current interest". This limit is called the “maximum conventional interest”.


But there is some point of views that it should be emphasized. First, it makes no sense to set a maximum rate conventional (TMC) based on the same rates that operated in the previous period. The TMC is a function of current interest, that the same law defines as "the average interest charged by financial institutions". This would be as absurd as if a supermarket told clients that by company policy prices will not rise beyond 50% of the average price of the preceding month. There is no reason why this roof does not continue to rise. In fact, following this methodology, if all decide to raise rates in a given month, the next highest current rate would be higher and so on. This does not be just an anecdote mathematics, especially in our market where few players control the majority of loans.


Second, the TMC does not meet its goal because there are ways to "escape": the effective rate that the customer ends up paying, including all relevant costs (administrative expenses, commissions, etc.), in many cases far exceeds the TMC. This concept of effective rate is widely used in the United States, and is known as APR ... an example of transparency worth imitating.


Finally, the mere existence of the TMC -now 56.6% annually- is a reflection that the market does not operate in an efficient manner. Unfortunately that's not our reality ... and this is the fundamental problem! An effective competition would have a much more powerful than any package reactivation -such as recently announced- and, indeed, a balance rate lower than of TMC, making the latter has no reason to be. Real protection against excessive charges.