miércoles, 31 de octubre de 2007

Una frase para tener en mente


Una interesante respuesta de Alan Greenspan sobre la proyección del dólar en el corto plazo: “hace varios años la Reserva Federal trató de proyectar el tipo de cambio dólar/euro. Les puedo asegurar que la Reserva Federal tiene más información que cualquier otro agente. Se lo encargamos a dos o tres de nuestros econometristas top. Les dijimos: “acá está la base de datos. Proyecten”. Pero luego volvieron a decirnos que su capacidad de predecir tenía casi la misma exactitud que proyectar si la moneda iba a caer en cara o sello”.

sábado, 20 de octubre de 2007

El cartelito de la señora Enriqueta


Hace muchos años atrás, un kiosco de barrio tenía el siguiente cartelito: “aquí no se venden cigarrillos”. ¿La razón? la señora Enriqueta –la dueña– no quería fomentar este mal. No quería hacerse partícipe de ello en lo más mínimo. Su conciencia no se lo permitía. Si alguien quería contaminarse, que entonces comprara cigarrillos en otro lugar. Simple, claro y totalmente entendible.

La Seremi metropolitana acaba de multar con $33 millones a algunas cadenas de farmacias por no tener disponible la “píldora del día después”. La ministra de salud señaló que no hay ninguna razón para lo anterior, ya que el producto sí se encuentra disponible. "No pueden seguir negándose porque está en el formulario nacional de medicamentos, ellos tienen que tener el medicamento", señaló.

El punto en cuestión no es la disponibilidad o no del producto. Es, más bien, la obligatoriedad de venderlo aunque cada farmacia por conciencia, utilidad, o cualquier otra razón, no lo desee hacer.

El Estado apunta a que todas las personas tengan las distintas posibilidades para tomar sus propias decisiones. Un principio correcto, pero no por asegurar dicha libertad, debería pasar a llevar otra. A pesar de que existe una ley al respecto, muchas veces éstas pasan y prevalecen los principios.

La señora Enriqueta estaría indignada.

miércoles, 17 de octubre de 2007

¿Y si dolarizamos?


La “preocupante” caída del dólar ha hecho que salgan una serie de anuncios para enfrentarlo. Uno de ellos, por ejemplo, es que los exportadores tengan contabilidad en dólares y paguen sus impuestos en dicha moneda. Medida que “va en la dirección correcta”, comentan algunos economistas. (Un comentario al margen: “...eso sí, que si el dólar sube, sigan pagando sus impuestos en dólares”, me dijeron).

Pero dado que la volatilidad en el tipo de cambio, y en especial la apreciación del peso –que debería continuar– generan tanto nerviosismo en algunos agentes, políticos y autoridades, ¿qué pasaría si dolarizamos?

Entre los beneficios, obviamente estaría la eliminación de la incertidumbre cambiaria peso-dólar (no así con otras monedas) y menores costos de transacción. Pero probablemente es el beneficio más importante el que menos se ve a simple vista (¿porque no es contable?): converger a la institucionalidad de Estados Unidos, que va más allá de tener una misma tasa de inflación o de interés, por ejemplo. Implica adoptar regulaciones o estructuras económicas del país al cual se quiere “imitar”, que por definición es eficiente. De hecho, el crecimiento que tuvieron los países más atrasados en su incorporación a la Unión Europea prueba lo anterior.

Los principales costos de dolarizar son, por un lado, la pérdida del instrumental cambiario como herramienta de ajuste para el país (especialmente si los precios y salarios no son flexibles, como es el caso chileno), y por otro lado, la ausencia de la política monetaria (un Banco Central autónomo), válida en el corto plazo.

En síntesis, conviene empezar a discutir en serio una dolarización en nuestro país, analizando sus beneficios y costos, sin descartarla per sé, como suele ocurrir. Resulta una muy buena idea –no nueva, por cierto– para que nuestro país en relativamente poco tiempo gane una real competitividad y eficiencia, a la altura de las ligas mayores.

Al final, nuestro PIB per cápita va a reflejar necesariamente esta mejor situación.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Las repúblicas de Banana y Eficiente


Había una vez, dos países, las repúblicas de Banana y Eficiente, muy distintos entre sí. El primero presentaba una economía agrícola básica poco abierta y sin mucho valor agregado. El segundo, en cambio, paulatinamente se fue haciendo más productivo, relacionado con el mundo globalizado. En resumen, era más competitivo y eficiente, con una institucionalidad que funcionaba relativamente bien, buen nivel de infraestructura y su capital humano más capacitado. Dicha eficiencia la podía “sentir” un turista que visitara ambos países: su dinero le rendía mucho más en Bananero que Eficiente, donde todo tipo de servicio no transable era “barato”: alojamientos, comidas, diversión, cortes de pelo, ropa hecha localmente y otros.

La república de Banana se dio cuenta que se estaba quedando atrás y empezó agresivamente a hacer cambios importantes, siguiendo el modelo de Eficiente. Con el correr de muchos años, su moneda –del dólar bananero– se fortaleció. La brecha en el precio de los servicios no transables entre ambas repúblicas era más pequeña que la de años atrás…era lógico pensar que esto pasaría. Incluso, ahora, Banana tenía un sector exportador más desarrollado, que gracias a los avances del país podía competir mejor en el exterior. A pesar de enfrentar una moneda más apreciada, a ningún exportador de este país se le habría pasado por la mente volver atrás, cuando su tipo de cambio era mayor.

Pero con el tiempo estas cosas se fueron olvidando, y los exportadores se pusieron nerviosos con la moneda muy fuerte. “Tenemos ingresos en dólares y costos en moneda local, y perdemos competitividad”, decían, olvidando que esencialmente la productividad es la que determina dicha competitividad.

El ministro de Hacienda de la república de Banana manifestó que un crédito en moneda local del Gobierno haría que el dólar se fortaleciera frente al dólar bananero, dando una señal a los exportadores. La medida difícilmente revertiría todo el proceso que durante años venía haciendo Banana. Su capital humano se estaba revalorizando, y probablemente lo seguiría haciendo. La visión contable del ministro –de entradas y salidas de divisas, de diferenciales de tasas y otras– probablemete era correcta en el cortísimo plazo, pero no estaba considerando la fuerza que sustentaba la moneda más fuerte, que decía que su país valía más en el contexto mundial.
A veces, los árboles impiden ver el bosque.

lunes, 8 de octubre de 2007

Uno de colección


El artículo que aparece en la foto (hacer clik sobre ella para leerlo) es uno de esos que merecen ser guardados. Explica la naturaleza de la riqueza de las naciones y, entre otros aspectos, el por qué el PIB no capta en su integridad el principal factor productivo de un país: su gente.

viernes, 5 de octubre de 2007

¿Del Big Mac al iPod?


En Hong Kong se puede comprar el iPod más barato, con sólo US$148 dólares, señala un estudio de un banco australiano. Dicho estudio busca comparar las monedas y el poder de compra en 55 países. Inmediatamente nos recuerda la medición del índice Big Mac realizado por The Economist. Pero, ¿será lo mismo?

Los resultados del informe muestran que el iPod Nano de 4 Gb cuesta US$149 en Estados Unidos, US$370 en Brasil (el lugar más caro) y US$294 en Chile. Si bien hay efectos de aranceles aduaneros e impuestos que pueden distorsionar el análisis, estas cifras estarían mostrando implícitamente que la moneda local estaría muy apreciada en Brasil y Chile. ¿Y es eso correcto?

No sería correcto comparar los resultados de este estudio con los aparentemente parecidos índices Bic Mac. La gran diferencia entre ambos es el tipo de producto elegido: el iPod es 100% transable, mientras que una parte importante de los componentes del Big Mac incluye elementos no transables, destacándose la mano de obra local. Es este elemento no transable el que, con todas las observaciones que puede tener una aproximación como ésta, mostraría una mejor estimación del desajuste cambiario en los países. De hecho, las mediciones del Big Mac señalan permanentemente que nuestra moneda sigue depreciada, y no apreciada.

Al parecer, el Big Mac no será destronado.

jueves, 4 de octubre de 2007

Un salvavidas para Bachelet




Los magros resultados mostrados por la encuesta Adimark no han pasado desapercibidos para el Gobierno, como quizás ocurrió con alguno anterior, en los que era recurrente escuchar que no se trabajaba en función de las encuestas. La aprobación ciudadana a la gestión presidencial bajó a un preocupante 35,3% y seguramente –tal como en una guerra– las reuniones en el salón de las decisiones ya no son tan triviales.

¿Qué hacer? Difícil, si no se quiere caer en análisis muy generales del tipo “mejorar la gestión” o “hacer que el país crezca más” –por dar algunos ejemplos– y que en el ámbito empresarial equivaldrían a decirle al director de la empresa que “la compañía debe mejorar sus márgenes”. La gran pregunta es cómo revertir esta situación, con pocas ideas centrales, pero específicas a la vez, y sin ceder a tentación para caer en el populismo, un caro antídoto de cortísimo plazo.

A riesgo de caer en las mismas generalidades, algunas sugerencias:

Existe consenso en que la caída en la aprobación está asociada con la gestión del Gobierno. El Transantiago es el caso símbolo. Por lo tanto, en lo inmediato Bachelet debería tener claros que proyectos en carpeta son los que poseen consenso con la oposición y acelerar su aprobación en el Parlamento; cuáles podrían tener un acuerdo, y hacer el lobby apropiado; debería también dejar encima de la mesa proyectos del tipo sistema binominal, difíciles de llegar a acuerdo, pero que con una buena estrategia comunicacional se pueden obtener importantes dividendos, en lo que a frío cálculo político se refiere.

El nuevo escenario de mayor gasto fiscal puede ser una buena oportunidad para usarlo eficientemente (una generalidad, es cierto), sin necesariamente abarcar las casi ilimitadas áreas, sino enfocarse en las que mayor efecto tienen en los más pobres. En este sentido, en lo que queda de su mandato, Bachelet debería esforzarse por reasignar el gasto social en los quintiles de menor ingreso, un cambio necesario cuyo timing viene como anillo al dedo (ver http://comopiensasves.blogspot.com/2007/08/la-magia-s-existe.html).

Finalmente, centrarse en los problemas que mayor insatisfacción causan en la gente (otra generalidad): el Transantiago, el empleo y la delincuencia. Los entendidos han dado varias ideas concretas en todos estos casos. Habría que empezar a analizarlas en serio, seleccionarlas y jugársela.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Tipo de cambio y competitividad




La paulatina caída del dólar ha preocupado a los exportadores y a la Presidenta. El valor de la divisa pronto se acerca a la “barrera psicológica” (frase cliché del momento, sin mayor sustento) de los $500. “No es un tema que nos deja indiferentes”, dijo ayer Michelle Bachelet, mientras los exportadores llamaron a tomar medidas para hacer subir el dólar, como si éstas tuvieran un real soporte en el mediano plazo.

Todas estas declaraciones indirectamente nos dicen que un dólar alto es bueno para el país, ya que, entre otros aspectos, fortalecería la competitividad del sector exportador, motor del crecimiento.

Pero una reflexión con respecto a la competitividad (y teniendo en cuenta que existe una diferencia entre el tipo de cambio nominal peso-dólar y el tipo de cambio real): éste es un concepto que se debe aplicar a todos los sectores productivos, no sólo a las exportaciones. Cabe destacar que el sector transable (donde están las exportaciones) representa 1/3 de la economía de nuestro país, y el sector no transable los 2/3 restantes. Un dato interesante es que el sector no transable es el intensivo en mano de obra.

Se tiende a pensar que un tipo de cambio real bajo le resta competitividad al sector exportador y al país como un todo. Esto en general es falso en el mediano y largo plazo. Hay que entender las causas que están detrás de una caída en el tipo de cambio real: si la causa es que el país ha ganado productividad, la caída en el tipo de cambio real es el resultado de una economía más (y no menos) competitiva.

El avance que ha tenido nuestro país se debe reflejar en una moneda más fortalecida en relación a las economías desarrolladas, asociado a un tipo de cambio real más bajo por este efecto. Es precisamente la mejor infraestructura del país (puertos, vías, transporte, etc.) y su mejor institucionalidad, entre otros aspectos, lo que permite a los exportadores ser más competitivos. El tipo de cambio real más bajo es un reflejo de eso. Pero eso no se registra contablemente y los menores ingresos derivados de la “desfavorable” conversión peso-dólar nublan el análisis.

martes, 2 de octubre de 2007

Del peso al dólar chileno, una reforma monetaria sugerida







Cuando una vendedora de Beijing me preguntó sobre la moneda de mi país y el cambio de ésta versus el Yuan (o Remimbi), le contesté que aproximadamente $70 equivalían a 1 Yuan. Su reacción daba que pensar: algo sorprendida y con una expresión que reflejaba que mi moneda en realidad valía poco. Algo parecido le ocurrió a un amigo cuando él le comentó a un estadounidense que cerca de $700 (de aquel tiempo) podían comprar US$1.

Pero lo curioso es que en el primer caso, en realidad un chileno medio gana más que su par chino, corregido por paridad de poder de compra. El punto es que la conversión no nos favorece porque el “corte” que le damos a nuestra moneda como unidad de medida en relación a las demás es la menor denominación disponible, es decir, $1.

En nuestro país prácticamente no se puede comprar algo con $1 ó $5. Para efectos prácticos, la unidad mínima relevante probablemente sea la moneda de $10. Entonces, una reforma monetaria sugerida: que los actuales $1.000 se conviertan en una nueva moneda chilena (¿dólar chileno?), divisibles en 100 centavos equivalentes cada uno a $10 que conocemos hoy. Así, nuestra moneda se transaría, por ejemplo a aproximadamente CH$0,5 por dólar o 14 Yuanes por CH$1.

En estricto rigor, el ejercicio aritmético anterior no tendría efecto real en el desempeño del país y sus cuentas macro, pero dicha conversión elevaría psicológicamente la moneda chilena a una posición más importante, dejando de ser “tan tercermundista”.

La idea no es nueva: Milton Friedman ya la había propuesto hace más de treinta años con el fin de combatir la inflación. Una sugerencia que hoy día puede tener una segunda aplicación, dentro de un nuevo contexto.

lunes, 1 de octubre de 2007

¿Desplazará China a Estados Unidos?








La importancia que ha tomado China en el contexto mundial se va haciendo cada vez más evidente. Con más de 1.300 millones de habitantes (21% de la población del mundo), ya para el año 2004 se ubicaba en la segunda posición dentro de los países con mayor producción (PIB corregido por Paridad de Poder de Compra o PPP): US$7.642 billones, un 65% de lo que produce Estados Unidos (ver estadísticas en http://comopiensasves.blogspot.com/2007/09/algunas-cifras-importantes-sobre-china.html).

Lo relevante de lo anterior es que claramente China aún no alcanza su máximo potencial, mientras que Estados Unidos ya es un país desarrollado. En este sentido, las tasas de crecimiento chinas juegan a su favor.

Pero, ¿desplazará China a Estados Unidos como potencia económica? Un antecedente interesante a analizar es el ranking de los países con mayor PIB per cápita corregido por PPP. Los primeros cinco lugares son los siguientes (cifras del año 2004, referencia Estados Unidos = 100, fuente: The Economist):

1) Luxemburgo: 176,3, con 0,5 millones de habitantes.
2) Bermuda: 174,5, con 0,1 millones de habitantes.
3) Islas Caimán: 156, con 0,1 millones de habitantes.
4) Estados Unidos: 100, con 297 millones de habitantes.
5) Noruega: 96,9, con 4,6 millones de habitantes.

Note que los tres países que se ubican antes de Estados Unidos en el ranking suman menos de 1 millón de habitantes, esto es, un 0,3% de la población de Estados Unidos. Por lo tanto, hay que tener cuidado con la lectura de dicho ranking, ya que con una alta probabilidad Estados Unidos posee una población mayor al millón de personas con un PIB per cápita muy superior a Luxemburgo.

Sin corregir por PPP también se ve que hay varios países con un PIB per cápita superior al de Estados Unidos (que ocupa el 9° lugar en este ranking), pero ninguno de ellos supera los 10 millones de habitantes. Ésta es precisamente la gran ventaja o el sobresaliente valor de Estados Unidos: mantener un alto promedio de PIB per cápita (proxy del estándar de vida) para sus casi 300 millones de habitantes.

¿Qué tiene que ver esto con el avance chino? Mucho. Probablemente China desplace a Estados Unidos como la primera economía mundial, pero en términos de bienestar o PIB per cápita, el desafío es infinitamente mayor porque la ventaja de Estados Unidos sobre China supera las cinco veces. Una brecha muy difícil de disminuir y prácticamente imposible de superar, dadas las magnitudes involucradas.

En el desarrollo chino, el tamaño sí importa, constituyendo una ventaja y desventaja a la vez.

La paradoja de Beijing







Resulta curioso comparar Santiago con Beijing, la capital del país más poblado del mundo. Cifras al año 2004 (fuente: www.demographia.com) muestran que los habitantes de Santiago y Beijing son 5.425.000 y 11.250.000 personas, respectivamente. A priori uno podría pensar que los ciudadanos de Beijing viven más apretados, pero no es así. La superficie de Santiago asciende a casi 65.000 hectáreas, mientras que la de Beijing 304.300 hectáreas, es decir, la capital china es unas 4,7 veces Santiago. Lo anterior tiene implícito que la densidad (habitantes/hectárea) de Beijing es mucho menor que la de Santiago: 37 versus 84.

Para los que estudian economía urbana el dato de la densidad debería llamar la atención. En general, se establece que existe una relación negativa entre densidad y PIB per cápita…relación que no se estaría dando en Beijing, en comparación con Santiago y otras ciudades del mundo.

¿Qué esperar para Beijing? Es impresionante ver cómo esta ciudad crece. Por otra parte, también existe una gran migración desde el campo a la ciudad: de las cifras de The Economist (edición 2007), se puede deducir que aproximadamente el 1,9% de la población migró a la ciudad en ultimo año, es decir, unos 25 millones de habitantes (algunos estudios hablan de 40 millones), donde seguramente Beijing capta una parte importante de dicha migración (de hecho, se habla que la población actual es de unos 15 millones de personas). Lo que ocurra finalmente con la densidad dependerá de cuál efecto es mayor, pero sería razonable esperar que la densidad aumente hasta algún equilibrio.