miércoles, 28 de noviembre de 2007

Colorín colorado… este cuento no se ha acabado


La difícil situación por la que pasa la DC –en la que algunos incluso la han calificado como la más grande de su historia– es muy probable que deje secuelas, cualquiera sea su desenlace. El punto es evaluar tales consecuencias, las que pueden ser vistas como una oportunidad o amenaza, dependiendo de la posición que se tome.

Un analista comenta hoy en La Tercera que, por un lado, una eventual candidatura de Alvear depende de que se concrete la expulsión de Zaldívar y de su gestión posterior. Por otra parte, si no se concreta la expulsión, Zaldívar saldría ampliamente fortalecido. Puede ser, aunque en el primer caso la candidatura de Alvear evidentemente que no tiene ahora la misma fuerza del principio.

Por el lado del gobierno, una crisis en uno de sus principales partidos, aunque desvía en cierta forma el foco noticioso –que siempre se agradece–, no le conviene en el mediano plazo, ¿pero cómo poner más paños fríos a un enfermo cuya fiebre no baja?

La mayor oportunidad de la situación se visualiza en Renovación Nacional, especialmente si Zaldívar deja la DC, porque si hace los pasos correctos (léase guiños correctos), estratégicamente puede lograr sintonía con un sector importante de la DC, partido que históricamente tiene más de centro que de izquierda.

Los fríos cálculos políticos se asemejan a la memorable frase de Michael Corleone en la película El Padrino: “no es nada personal, son sólo negocios”. Esto hace pensar que el cuento aún no ha terminado.

martes, 27 de noviembre de 2007

No a la competencia entre cuatro paredes, Sí a la competencia en la cancha


El Tribunal de la Libre Competencia se encuentra analizando la propuesta de fusión entre dos grandes del retail: Falabella y D&S. Los argumentos a favor y en contra han sido expuestos y se espera una decisión final dentro de aproximadamente un mes.

Entre los argumentos a favor, están los entregados por economistas ligados a una de las casas de estudios más importantes del país (si no la más importante). En síntesis, el informe de 249 páginas (disponible en http://www.tdlc.cl/) plantea básicamente que la fusión permitirá a la compañía obtener sinergias en costos, economías de ámbito, ventajas de una mayor escala y oportunidades de crecimiento por eficiencias, menor costo de capital e internacionalización. Los precios de compra más bajos en el exterior irían en beneficio de los consumidores.

El problema es que se asume a priori que dichos beneficios serían traspasados a los consumidores, como si esto fuera un paso natural del proceso. He ahí un error importante, porque no necesariamente existiría este incentivo en una empresa que legítimamente busca maximizar sus beneficios, y donde la fusión constituye indudablemente un paso positivo en este objetivo. Es más, dicho traspaso se nubla cuando se trata de un cambio estructural en la industria global del retail y no solo de los supermercados. Es este cambio estructural el que refuta el argumento de que la sola concentración no basta para anular la fusión y que debería estar acompañada de barreras a la entrada y sustitutos cercanos.

Una presentación en contra de la fusión (10 páginas, disponible en http://www.outsider.cl/) plantea un análisis general acerca de la conveniencia de realizar o no la fusión. Entre los puntos podemos destacar los siguientes:

1) Fusión implicaría un cambio estructural de la industria: el 52% de las ventas de grandes tiendas, supermercados y mejoramiento del hogar pertenecerían a solamente dos actores: Falabella más D&S sumarían un 33% y Cencosud 19%. Un paralelo: si el banco Santander Chile (Nº1) y el BCI (Nº 3) se fusionaran, llegarían a una cuota equivalente de mercado de 35% sobre las colocaciones bancarias totales en Chile, y entonces sólo 2 actores, al sumar al Banco de Chile (Nº2), concentrarían el 53% de las colocaciones. Comentario: si una fusión así se hiciera, ¿no es cierto que por lo menos daría que hablar? ¿Qué cree Ud. que resultaría con dicha fusión hipotética, mayores o menores tasas de interés a los clientes?

2) El 40% de las utilidades consolidadas tienen origen financiero. Las tasas de los créditos bordean el 40% anual y su costo de fondos es del orden del 7% anual. En Estados Unidos, las tasas equivalentes son del 14% y 5%, respectivamente. Las menores alternativas de crédito afectan a los más pobres. Comentario: por ello es necesario el análisis global de la fusión y no sólo centrarlo en la concentración que tendrían los supermercados. Sugerencias tales como aprobar la fusión con la condición de que se venda un supermercado en Talagante, por ejemplo, no atacan el problema de fondo.

3) Es indudable que los dos mayores actores del retail en Chile marcarían la pauta en la industria. El resto, mero observador y seguidor de la estrategia de aquéllos.

4) La fusión equivale a comprar participación de mercado a cambio de competir abriendo locales, fortaleciendo el equilibrio oligopólico. Los posibles nuevos entrantes lo harán al “club” existente, sin cambiar las reglas del juego. Comentario: se argumenta que la entrada de Saieh a la industria de los supermercados es una muestra de las pocas barreras a la entrada. Pero esta es una transacción a nivel societario, un mero cambio de nombre, ¿o acaso hemos visto que se están construyendo más supermercados?

Es pretencioso exponer en una sola página todos los argumentos a favor y en contra, pero en síntesis resulta razonable concluir que los beneficios para la entidad fusionada probablemente no sean traspasados a los consumidores en su integridad. Si el mercado global del retail es de unos USD 31.000, un aumento en los precios de 1% anual, llevaría a pagar una cuenta extra de USD 310 millones al año, ¿un Transantiago de menores excedentes? Le dejamos la tarea de calcular el valor presente de esto y compararlo con los beneficios de la fusión para la compañía.

Una fusión es una transacción que legítimamente forma parte de la estrategia corporativa de la empresa. Lo que es bueno para una empresa, no necesariamente también lo es para el país. Lo anterior es obvio pero se tiende a olvidar, especialmente si la discusión gira en torno a eventos puntuales y nos llenamos de cifras, indicadores y regresiones que, como dicen en el campo, “embolinan la perdiz”.

Ojalá que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia realice el “análisis de equilibrio general” y le haga honor a su nombre.

martes, 20 de noviembre de 2007

La intolerancia de la tolerancia


En los últimos años se ha hecho común en nuestro país la lucha de grupos discriminados por la sociedad en orden a que sean escuchados y tratados de igual forma que la mayoría. Probablemente acompañada con el cambio de siglo, esta silenciosa revolución se torna cada vez más fuerte, siendo ahora normal ver desfiles, salidas del clóset, columnas y discursos, entre otros, exigiendo sus olvidados derechos en una sociedad más “civilizada”.

Principio correcto, que ni el más osado pondría en duda. La discriminación, en cualquiera de sus formas, es aborrecible.

Pero una cosa es no discriminar y otra muy distinta es que necesariamente se deba aceptar algún patrón de conducta. La delgada línea que separa ambos terrenos es más difícil de apreciar cuando especialmente los medios nos señalan implícitamente que ahora resulta que lo malo es bueno y lo bueno es anticuado.

La intolerancia de la tolerancia ocurre precisamente cuando la mayoría debe tratar con guante blanco al resto. Y si esto no ocurre, paradójicamente, aquéllos se exponen a ser lapidados por los segundos e incluso por sus pares, a pesar de no discriminar y aceptar la esencia de la persona, pero no sus actos. A veces se olvida que la libertad tiene límites.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Un intento fallido para controlar un mercado no competitivo


Desde el año 1929 que el concepto de interés aparece definido expresamente en nuestra legislación (Ley Nº 4.694). A partir de entonces otros dos cuerpos legales se han promulgado –DL 455 en 1974 y la Ley 18.010 en 1984 y vigente a la fecha–, los que junto a cuatro modificaciones más han dado forma a la actual regulación de interés máximo.

La Ley 18.010, en su artículo Nº 6 señala que “no puede estipularse un interés que exceda en más de un 50% al corriente que rija al momento de la convención, ya sea que se pacte tasa fija o variable. Este límite de interés se denomina interés máximo convencional”. Si bien el espíritu de la ley en este caso busca proteger al consumidor de una eventual usura por parte de algún prestamista, creemos que resulta necesario hacer algunos alcances respecto de este tema.

En primer lugar, no tiene sentido establecer una tasa máxima convencional basándose en las mismas tasas que operaron en el mercado nacional en el período anterior. La tasa máxima está en función del interés corriente, que el mismo artículo Nº6 de la Ley 18.010 define como “el interés promedio cobrado por los bancos y las sociedades financieras establecidas en Chile en las operaciones que realicen en el país”. Lo anterior sería tan absurdo como si un supermercado les dijera a sus clientes que por política de la empresa en un mes determinado no va a subir los precios más allá de un 50% del precio promedio del mes anterior. No hay razón para que este techo no siga subiendo. En efecto, siguiendo esta metodología, si todos decidieran subir las tasas en un mes determinado, la próxima tasa máxima vigente sería mayor y así sucesivamente... para entretenerse en Excel: si el promedio de la tasa anual de interés corriente se eleva en un 1% cada mes (100 puntos base), ¡la tasa máxima pasaría de un 49,6% (vigente a noviembre 2007) a un 67% anual dentro sólo de 1 año! Lo anterior no deja de ser sólo una anécdota matemática, sobre todo cuando en nuestro mercado pocos actores controlan la mayoría de las colocaciones.

La Tasa Máxima Convencional no cumple el objetivo por el cual nació, si es que éste fue un intento de controlar el cartel. Por el contrario, su existencia es un reflejo de que el mercado no opera en forma competitiva, ¿o cree usted que tendría razón de ser una Tasa Máxima Convencional en un mercado eficiente? Pero dado que lamentablemente esa no es nuestra realidad –que dicho sea de paso es el problema de fondo en todo esto– si la finalidad es evitar excesivos cobros por concepto de intereses, ¿por qué no fijar una tasa máxima en función de un factor multiplicado por la tasa a la que se financia el Fisco o las grandes empresas en Chile? Como estas entidades tienen acceso a financiamiento exterior, las tasas locales que enfrentan no pueden diferir mucho de aquéllas. El factor por el cual se multiplica esta tasa (1,5 o incluso 2) dejaría espacio para el spread de un crédito de consumo dado a un cliente “más riesgoso”. El resultado: una tasa tope conceptualmente más eficiente que la actual Tasa Máxima Convencional, y por cierto mucho menor que ella.

sábado, 10 de noviembre de 2007

¡Grande Chávez!


Sin duda que el Presidente de Venezuela no pasa desapercibido. Es todo un personaje. Si hasta complicó a Michelle Bachelet con sus invitados en la reciente cumbre iberoamericana. Chávez siempre ha sido impredecible y la prensa sabe que con él debe estar atenta en todo momento.

Es común encontrar a lo largo de la historia ciertos líderes que, con convicción y gran poder de persuasión, logran sus objetivos a cualquier costo. Chávez ciertamente ha logrado muchas de sus metas, y en ese sentido ha sido eficiente.

El antagonismo de Chávez y otros que lo siguen es positivo. Sí, porque mientras más opuesto es un bloque de países respecto de otro, más fácil resulta determinar la eficacia de uno versus el otro para sus habitantes. La pugna capitalismo-comunismo fue prueba de ello. Entonces, si exageramos, todos aquellos que se oponen a Chávez, en el fondo deberían darle gracias por el gran trabajo realizado, aunque, eso sí, lamentablemente a un costo muy alto. Es como si la Coca Cola tuviera que competir con un jugo en polvo de tercera categoría en vez de la Pepsi.

Al final, las cosas caen por su propio peso.

martes, 6 de noviembre de 2007

¿Flexibilidad o inflexibilidad laboral en Chile?


En una importante revista de circulación nacional, el ministro del trabajo plantea que está en desacuerdo con la “costosa inflexibilidad” laboral que, a su juicio, supuestamente no habría en Chile. El problema es de percepción, señala, ya que el mercado del trabajo chileno es uno de los más flexibles del mundo, ubicándose en el puesto doce de una muestra de 161 países. Y cita algunos ejemplos de lo que contempla nuestro código del trabajo: permite jornada parcial (art. 40 bis), jornadas flexibles (art. 40 bis C), contratos temporales (art. 159) y remuneraciones por productividad (art. 44), además de la posibilidad de establecer el salario mínimo proporcional, diferenciado y por hora.

En conclusión, el ministro señala que habría una ceguera en torno a la flexibilidad real, o dicho de otra forma, la inflexibilidad laboral tendría mucho de mito.

Pero planteemos otro punto de vista. La mera existencia de una legislación “flexible” no garantiza que efectivamente el mercado laboral también lo sea. De hecho, los contratos de tiempo parcial casi nadie los usa en Chile (si no, pregúntele lo difícil que esto resulta a una mujer que desee trabajar media jornada). No es un problema de regulación, agregando más leyes y abultando el código.

Si consideramos el mercado de Estados Unidos, muchas de las prácticas laborales (vacaciones, indemnizaciones, licencias médicas, períodos de descanso, aumentos de sueldo, beneficios y finiquitos) no son reguladas ni por la legislación respectiva (la FLSA, Fair Labor Standards Act, Acta de Estándares Laborales Justos) ni por leyes estatales (en general), sino que son determinadas libremente entre el empleador y el empleado. ¿Se atropellan los derechos de los trabajadores? Al contrario, ésta es una instancia en que el trabajador negocia, se defiende y decide si opta por dicho puesto de trabajo o no.

Es esta la real flexibilidad laboral, que permite adaptarse mejor a los vaivenes de la economía y maximiza el valor del capital humano al facilitar su desplazamiento hacia los sectores más rentables. Si no lo cree, considere que en Estados Unidos existe una de las más altas tasas de rotación laboral (que no es dañino) y el período promedio en que una persona se encuentra desempleada se mide en semanas y no meses o años como en nuestro caso.

Finalmente, más que la posición relativa en los rankings, lo que importa realmente es la aceleración de la convergencia de Chile a las economías de primer nivel.