jueves, 20 de diciembre de 2018

El problema de Viña "y" Valparaíso

https://www.elmostrador.cl/mercados/2019/01/03/el-problema-de-vina-y-valparaiso/


Ha sido común leer crónicas o cartas de importantes autores que coinciden en señalar que Valparaíso, Viña, o ambos, tienen un grave problema. Coinciden en el diagnóstico del síntoma de la enfermedad, mas no siempre en la causa.

Lo que es evidente es que ambas ciudades muestran un deterioro permanente en el tiempo, y aunque una haya tenido “una ayuda extra” (Casino en Viña), estamos lejos de hablar de progreso. Lo que también es evidente es que ambas ciudades “se necesitan” para salir de su decadencia. Letargo que queda manifiesto en la carencia de espacio urbano por habitante y la precaria calidad del poco existente.

Para poner en contexto, Santiago[1] tiene unos 6.350.000 habitantes, que viven en una superficie urbana de unas 114.000 has. (densidad de 56 hab/ha, digna de países subdesarrollados). Por su parte, Valparaíso y Viña tienen 890.000 habitantes en  total, en una superficie urbana de 15.500 has (densidad de 57 hab/ha, pero en una topografía mucho más accidentada que Santiago en términos de pendientes y quebradas, por lo que la densidad efectiva sería mucho mayor: los porteños viven más achoclonados que los santiaguinos, cosa que ya es mucho decir).

Los principales factores que explican el crecimiento de las ciudades son el crecimiento de la población, crecimiento del ingreso y la disminución del tamaño promedio del hogar. La consecuencia de lo anterior es que tanto Santiago como el Gran Valparaíso seguirán creciendo a densidades más bajas, aumentando el consumo de suelo (como referencia, la densidad del Gran Santiago en 1992 fue 96,5 hab/ha, y en 2002 fue  85 hab/ha (-12% en 10 años)). Adicionalmente, en Viña y Valparaíso está el efecto segunda vivienda y la obsolescencia económica de muchas de viviendas e infraestructura, lo que incrementará el crecimiento relativo de estas dos ciudades hermanas en comparación con Santiago.

Dicho crecimiento no es malo per sé, siempre que sea diseñado, planificado y que se anticipe a las externalidades que genera, positivas y negativas, tal como lo han hecho ciudades de países desarrollados que tienen densidades de 10 hab/ha o incluso menores. Y ahí está el problema local, en la improvisación de las políticas urbanas.

¿Qué se hará si el Gran Valparaíso crece unas 7.500 has más dentro de los próximos 15 años, esto es, un promedio de 500 has al año?

En el caso de Valparaíso, considerando su calidad de Patrimonio de la Humanidad, resulta vital que su planificación considere el rediseño del casco histórico de la ciudad como una ciudad moderna orientada a los servicios y turismo; esto implica la reconversión de parte importante de las viviendas que están en los cerros y de su urbanización, junto con la expansión residencial de la ciudad hacia sus zonas naturales de crecimiento dadas por la conectividad y accesibilidad actual y proyectada con el Gran Santiago.


Iván Rojas B.



[1] Fuente: www.demographia.com, World Urban Areas, 14th Annual Edition, abril 2018.

martes, 18 de diciembre de 2018

El Mentiroso de Harvard


Salió elegido como uno de los 100 jóvenes líderes en Chile en la edición 2003. Su declaración ante un hiperventilado fiscal de alta complejidad comenzó señalando que era ingeniero comercial de la PUC, carrera a la cual ingresó con el mejor puntaje de selección y se graduó con el más alto promedio; posteriormente señaló que tenía un magíster en economía financiera de la PUC, donde se graduó con el premio excelencia académica. Finalmente, remataba que estudió en Harvard y se graduó con distinción. Para no dar nombres por ahora, lo llamaremos el señor NN.

Luego de tal floreada introducción, señaló que como gerente general de la sociedad investigada, debía hacerse cargo de una importante cartera de inversiones: acciones, bonos, derivados y otros, en una diversidad de mercados e industrias, a nivel nacional e internacional. Entre sus responsabilidades estaba dirigir un equipo de entre 3 y 5 personas, tomar las decisiones de inversión y verificar la implementación de éstas. En el año investigado rendía cuenta directamente a quién poco tiempo después sería el Gran Hermano. Fue muy enfático en señalar que el gerente de administración y finanzas no dependía jerárquicamente de él (gerente general), cuestión esencial, como veremos más adelante, en la elección de quien sería el chivo expiatorio de esta historia.

Como previamente se sabía tanto el motivo de la cita con el fiscal figurín, como las ganas que tenía este último de agarrar a su jefe (y anotarse el logro más alto de su carrera), había que preparar las respuestas y, en consecuencia, la conveniente puesta en escena que se iba a hacer no podía dejar cabos sueltos. Lo más importante, había que establecer el control de daños. ¿Dónde encontrar al responsable de todo? Estaba aquí mismo, en Santiago. No es nada personal, solo negocios.

En relación a un contrato que el fiscal le exhibió, el señor NN, acompañado del abogado de confianza de su jefe, ni se arrugó en mentir. Dijo que, de acuerdo a la información que él había recabado, el contrato era legítimo y correspondía a una operación de cobertura cambiaria. Lo lavó con más de una decena de operaciones similares –supuestamente verdaderas- con otras instituciones financieras. Señaló que, en todo caso, sin dejar lugar a ninguna duda, la decisión no fue de él, sino que de un ejecutivo que trabajaba con él en el mismo edificio de Santiago de Chile, pero que era autónomo en sus actos y que jerárquicamente no le reportaba. Para hacer más creíble la historia, el señor NN dijo que estaban probando a la sociedad contraparte del citado contrato, y que aunque esta operación le trajo una utilidad de “alrededor de $49 millones de pesos” ($49.950.000 para ser exactos), el atraso de 5 días en el pago hizo que tomaran la decisión de no seguir operando con dicha sociedad. La patudez no tiene límites. Ese fue un golpe cruel y gratuito, lleno de ingratitud. En la jerga popular eso tiene otro nombre. Finalmente, recalcó que los recursos de esta utilidad fueron destinados a inversiones y no a campañas políticas.

La historia fue similar a un escrito que el señor NN había enviado previamente al mismísimo subdirector jurídico del SII. Ningún paso en falso. Todo debía ser coherente. Es que el señor NN no tiene un pelo de tonto.

El señor NN se salvó de ser formalizado. Se salvó de la exposición pública y del juicio social anticipado. Y lo más importante, le salvó el pellejo a su jefe, otro pillín de Harvard, del cual nadie se atrevería a dudar jamás de su honorabilidad. Quedaron libres de polvo y paja. Seguramente se ganó sus felicitaciones por su valorada obediencia y lealtad.

Esta historia, hasta ahora, ha quedado como una posverdad. El daño colateral del noble mentiroso de Harvard no solo fue hacia su propio compañero de trabajo; también hay terceros tanto o más afectados. Pero el señor NN es un hombre honorable, como son todos ellos, hombres todos honorables.

Él y su jefe se rieron de las instituciones, de su colaborador y de quienes le sirvieron de contraparte. Ni siquiera se dignaron en pedir disculpas. Pero con la misma cara llena de risa deberán ir a Pedro Montt a declarar ante tres jueces, ojalá ciegos. Deberán prepararse para responder a la prensa también. Como dice el refrán, “el que explica, se complica”, aunque vaya pauteado.

Es cierto que esta historia es bastante atípica para una columna. No se trata de un ataque; se trata de revelar hechos que hasta ahora pasaron jabonados por la Fiscalía y cuya “estrategia” de manejo deja en evidencia lo repudiable que puede llegar a ser cierta clase de personas, por muy galardonados laureles que ostenten. No importan los daños a terceros. Lamentablemente esta historia no es una distopía. Pero como dijo Marco Antonio en su discurso ante el cadáver de César (Shakespeare), “El mal que hacen los hombres perdura sobre su memoria”. 


Iván Rojas B.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Work/Café, ¿Real innovación, o más de lo mismo?



Interesante comentar una entrevista al gerente general de Banco Santander, publicada hoy en Pulso (link más abajo), a raíz de que el banco fue uno de los ganadores del premio PwC Chile Innovación 2018, con su iniciativa “Work/Café”, un nuevo modelo de atención a clientes y negocios, que integra una cafetería.

Se plantea que “la banca, al igual que otras industrias, está desafiada por la transformación digital”, frase con la cual estamos absolutamente de acuerdo. Tal como se señala, “todas las industrias, y no sólo la banca, deben entender que hoy la tecnología avanza cada día y ha cambiado la forma en que las personas se relacionan con las empresas, modificando, incluso, sus costumbres, por lo que debemos estar a la altura de lo que los clientes esperan de nosotros”. Impecable frase.

Pero entrando al área chica, el tema de fondo es qué entendemos por innovación. Si quién da el premio estima que innovación es enchular el modelo actual, y por otro lado, si el ganador piensa que Work/Café es “nuestro ícono en innovación”, estamos mal. Doblemente mal.

Hemos dicho en reiteradas ocasiones que el efecto económico asociado a la transformación digital es la destrucción creativa, que reemplaza -¡sin piedad!- funciones de producción (especialmente en los servicios). La mayor eficiencia se daría por dicho reemplazo más que por “adaptaciones”. La destrucción creativa, además, no reconoce límites geográficos: las –cómodas para los actuales players- restricciones reglamentarias, barreras de distinto tipo, lobby del bueno y del malo, ciertamente pueden poner un cierto freno al cambio, pero no lo paralizarán.

La señal de precios de equilibrio es, entonces, clara. Es posible ofrecer el mismo servicio (o incluso un servicio muy mejorado), a una fracción del costo actual. De eso se trata la eficiencia; se desplaza la frontera de posibilidades de producción. ¿Cómo puede competir con eso un modelo que tiene una pesada mochila de costos fijos? ¿Enchulando, parchando o adaptando el modelo actual? ¿O metiendo más costos fijos aún, como Work/Café? Difícil, muy difícil… dice la canción.

Reforzando lo dicho. Como precio=costo marginal, los márgenes se reducen. Con márgenes reducidos, no hay costo fijo que aguante. “Seguirá existiendo el mundo presencial”. Sin duda, si al final somos de carne y hueso. El punto es: ¿a qué costo?

Capaz que en poco tiempo más, Work/café lo compre Starbucks… y barato.

Sí, la verdadera innovación tiene que ver con la real destrucción creativa más que con enchulamientos. Dichas diferencias no son solo discrepancias de opinión: al tener el foco mal puesto, se genera un innecesario freno al desarrollo, un costo social, y excedentes que no son absorbidos por el consumidor. Tarde o temprano la destrucción creativa se va a imponer a las obsoletas funciones de producción, pero mientras antes se haga, mejor.


Iván Rojas B.



miércoles, 5 de diciembre de 2018

Riesgo (de Entel)



Siempre está. Pero se olvida. Especialmente se olvida cuando se hacen proyecciones o emiten/compran deuda a plazos irreales o incoherentes con la amplia destrucción creativa asociada a la cuarta revolución industrial de la cual medio mundo está hablando.

El avance tecnológico -que seguirá acelerándose- produce, entre otros efectos, tres consecuencias inevitables para las empresas: primero, cada cierto espacio de tiempo –cada vez más corto- se reemplazan funciones de producción (estamos hablando de mucho más que “mejoras” a la forma de producir bienes y servicios, en las cuales no es posible aplicar “parches” o “adaptarse”); segundo, se genera mayor competencia global, que tarde o temprano, vence las barreras que protegen y otorgan el oxígeno que mantiene vivos a empresas que operan en imperfectos mercados internos; y tercero, se acorta dramáticamente el ciclo de vida de las empresas, particularmente el período de madurez y relativa fortaleza y estabilidad en los flujos de caja.

Resumen en una palabra: incertidumbre.  Riesgo.

Por supuesto, supongo con una alta probabilidad, tanto diversos analistas como agentes inversionistas en general y hasta la propia CMF estarían de acuerdo en el diagnóstico anterior. En teoría.

Pongamos un ejemplo hipotético. Hace 10 años analistas evaluaron una mina de cobre: estimaron flujos por un periodo de años y un valor residual final, en función de las reservas comprobadas y diversos análisis de mercado. Clasificaron la mina como triple A para efectos de la emisión de deuda pública a muy largo plazo, coherente con el desarrollo de la inversión, deuda que fue ampliamente demandada en el mercado de capitales. En el año 10, se descubrió que la mina ya no es de cobre, sino de oro. Todos felices. Se re-evaluó la empresa como una mina de oro. ¿Y si hubiese sido al revés? Incertidumbre (en ambos lados).

Pongamos ahora un ejemplo real: Entel.

Hace 10 años, por decir un plazo relativamente largo, Entel fue evaluada y valorizada de una determinada manera. Pero claramente la evaluación de hoy no es la misma, especialmente en  una empresa sujeta más fuertemente a la destrucción creativa que quizás empresas de otros sectores. Sin embargo, a diciembre 2017, un 80% de su pasivo financiero correspondía a bonos, de los cuales el 99% era a largo plazo. En 2013 la compañía colocó bonos en el mercado internacional por USD 1.000 millones a 10 años; en 2014 colocó bonos en el mercado local por UF 7 millones (unos USD 300 millones) a 21 años y USD 800 millones en el mercado internacional a 11,5 años. A marzo 2017, Feller Rate clasificaba la solvencia y los bonos de Entel como "A+/Positivas", y sus acciones como “1ª Clase Nivel 2"; a marzo 2018, ICR Clasificadora de Riesgo ratificó la solvencia y bonos de Entel en “Categoría AA- con tendencia estable”, y ratificó la clasificación en “Primera Clase Nivel 1” las acciones. Hoy Entel vale en bolsa USD 2.485 millones (Bolsa/Libro de 1,28 veces).

Algunas preguntas que deberían ser relevantes en los análisis, más allá del Excel:  ¿Es coherente el plazo de emisión de deuda con…

      a) el riesgo que la destrucción creativa impone en el ciclo de vida de la empresa?

       b) la incertidumbre que imponen los cambios regulatorios?

      c) las condiciones de mayor competencia que no existían hace 10 años, y que seguirán agudizándose?

     d) el cambiante mix de productos, que hace 10 años no era el mismo que el que existe hoy, y que en 5 años más lo más probable   es que también cambie?

Quizás la música se acabe antes de lo previsto y varios hagan una pérdida inesperada con los mal llamados instrumentos de renta fija. Y también con las acciones. ¿Y ningún analista o clasificadora de riesgo siquiera advirtió la situación? ¿Y la CMF nunca pidió que el Directorio de la empresa se pronunciara sobre el costo de reposición económico y la brecha implícita con el valor bursátil?

Quizás alguien plantee que varios aspectos del riesgo del cual se habla en el ejemplo citado, son parte del riesgo diversificable. Bueno, dígale eso a la ciudadanía empoderada, porque seis AFP poseen el 17,8% de las acciones de esa compañía… a ver que le contesta. Conviene reflexionar que el ejemplo de Entel citado se replica en muchas otras empresas y mercados; la destrucción creativa, que es la parte central de esta columna, genera per se un riesgo sistémico, no diversificable.

Es el riesgo. Es la variabilidad de un retorno esperado que no se puede asegurar. No hay que olvidarlo en este tipo de análisis de empresas; tampoco hay que olvidarlo –dicho sea de paso- cuando se hacen proyecciones de valores futuros de pensiones utilizando un retorno esperado, supuestamente conservador, de 4% anual, y se diseña toda una industria (y reformas) en base a ello, sin considerar la Ley de Murphy; y lo peor, sin contarle a la ciudadanía.


Iván Rojas B.