miércoles, 10 de febrero de 2016

Niños de 65 años






http://www.elmostrador.cl/mercados/2016/02/09/para-el-estado-seguimos-siendo-ninos-a-los-65-anos/


Cuando nos integramos a la vida laboral, el Estado nos dice que somos malos administradores del dinero, que pensamos sólo en el presente y no prevemos nuestro futuro. Así, independiente de si el sueldo es el mínimo o si es alto (con un tope que un bajo porcentaje de los trabajadores supera), el Estado nos obliga a ahorrar para acumular fondos para nuestra jubilación; los trabajadores independientes tampoco se salvan.

El Estado quiere que los individuos sean responsables con su futuro y los obliga a ahorrar, para que no sean cargas del mismo, después. El argumento de destinar obligatoriamente un porcentaje del sueldo para el sistema de capitalización individual puede ser totalmente discutible, especialmente si se cifra la confianza absoluta en que éste será la solución de un problema que escapa al mercado de capitales.

Pero concedamos por un momento el punto, y estemos de acuerdo en que nuestra irresponsabilidad  financiera no nos lleva a tomar decisiones con madurez durante nuestra vida laboral, que somos “botaratas”, que tenemos cero capacidad de ahorro y/o priorizamos el consumo presente, donde lo urgente se antepone a lo importante. Por lo tanto, concedamos también, que es necesario que nos obliguen a ahorrar para nuestra previsión y que cada uno se hace responsable de su jubilación con sus ahorros personales, especialmente cuando se ha demostrado que el anterior sistema de reparto no se autofinanciaba.

Okay hasta aquí. El punto a discutir ahora es que al momento de jubilar, el Estado sigue creyendo que a los 65 años todavía somos niños incapaces de tomar sabias decisiones financieras  y nos obliga a retirar de a poco nuestra plata, ya sea mediante un Retiro Programado con la AFP (que algunos quieren eliminar), o mediante la contratación de una Renta Vitalicia con una Compañía de Seguros de Vida.

Hace poco (diciembre 2015), en Perú se aprobó un proyecto de ley en que los afiliados a una AFP que cumplan 65 años podrán elegir si perciben la pensión que les corresponda o solicitan a la AFP la entrega de hasta el 95,5% del fondo disponible de su cuenta individual, o en los montos que el pensionado considere necesario, en cuyo caso no tendría derecho a ningún beneficio de garantía estatal. Además, se podrá retirar lo aportado en caso de enfermedad terminal y utilizar un 25% de la cuenta individual como garantía para la adquisición de una vivienda en cualquier momento de la afiliación. Ahora está en manos del Presidente, quien debe promulgar u hacer observaciones. Simplemente notable. Parece que Perú se nos está adelantando. Uno de los defensores de este proyecto planteó que “con este cambio al día de su jubilación el afiliado va a tener la libertad de decidir si se queda en la AFP o saca su plata y compra dos taxis usados y los pone a trabajar”.

Si asumimos que una persona alcanzó la madurez a los 65 años y va a ser responsable con sus años postreros, ¿por qué no dejamos que tomen sus propias decisiones informadas?

Propuesta para Chile: que al momento de jubilar (¡o incluso antes!) se permita retirar lo que exceda a la pensión mínima garantizada. Que quede a libre disposición para que el lolo de 65 años decida lo que para él es su óptimo: si compra 2 taxis, emprende un negocio, si quiere viajar por el mundo o cumple su sueño y se compra una motocicleta y sale a recorrer Chile. ¿Acaso no es mejor que sea la propia persona la que decida, y no el Estado, cuál es el mejor destino de sus recursos, especialmente a esa altura de su vida?

Los agoreros de siempre nos llenarán de “hay que”… analizarlo muy bien, ser muy cuidadosos, cuidar que no se farreen la plata, ver el efecto en las pensiones. Se les podrá responder que, como el Estado se “cubre” al retener los fondos que garantizan la pensión mínima,  le da lo mismo el uso de la plata excedentaria, porque este juego es sin llorar. ¿Son niños o adultos a los 65 años? La libertad trae aparejado responsabilidad.

Finalmente, la principal oposición a esta propuesta vendría por parte de las Compañías de Seguros de Vida, las que ya no tendrían un mercado cautivo con sus Rentas Vitalicias. Lo más grave: una propuesta como aquella desnudaría, “por el lado de los quesos”, la débil situación patrimonial en la que ellas ya se encuentran,  con respirador artificial gracias a una ficción contable.

Iván Rojas B.