viernes, 26 de agosto de 2016

Opción de Retiro de Fondos de las AFP: ¿una Idea Irresponsable?





Se ha comentado que permitir el retiro de los fondos de pensiones acumulados al momento de jubilar sería una iniciativa irresponsable, que podría terminar con el ahorro previsional, ya que podría tener como efecto el uso de los ahorros para comprar bienes de consumo (como está sucediendo en Perú), en vez de ser destinados para lo que fueron concebidos. ¿Quién se va a hacer cargo de aquellos que malgastaron sus recursos o que, a pesar de tener conciencia de ello, invirtieron mal? El gran riesgo –se señala- es que la gente tome malas decisiones debido a las necesidades de consumo presente, que imponen mayor urgencia, en desmedro de la previsión. Así, se dice que la medida es popular, pero irresponsable, porque al final el problema le rebotará al Estado.
En el fondo, el pensamiento detrás de este corralito legal es que hay que proteger a la gente de ellos mismos y de su ignorancia. Se subestima la capacidad racional de las mismas. ¿Será, realmente, una idea irresponsable?
Partamos de la base que el sistema de capitalización individual fue una buena idea para reemplazar el saco roto del sistema de reparto, en el entendido que fuese la propia persona la que ahorrara obligadamente para su vejez; el Estado garantizaría una pensión mínima. Concedamos que esta forma de ver ambos roles -el individual y el del Estado- permitió dar una salida al problema y fue positiva dada la realidad por la que pasaba el país en aquel entonces. Claramente, hoy la discusión central pasa por redifinir el sistema de pensiones que como sociedad queremos y cómo éste se financia. Dicho lo anterior, algunas consideraciones:
1.       ¿Puede una AFP diferenciarse del promedio teniendo un retorno ajustado por riesgo permanentemente superior? No.
2.       ¿Puede una AFP tener capacidad superior de análisis y anticiparse para obtener ganancias permanentemente por sobre el riesgo asumido? No.
3.       ¿Existe diferencia estadísticamente significativa entre el retorno corregido por riesgo entre dos multifondos cualquiera? No.
4.       ¿Se ha informado claramente (y la Autoridad, exigido) que las comisiones que cobran las AFP pueden restar 300 puntos base a la rentabilidad histórica bruta? No.
5.       ¿Se ha explicado que las proyecciones de valores futuros (y la tasa de reemplazo de 70%) se hicieron y se siguen haciendo utilizando un supuesto retorno esperado, pero que existe alguna probabilidad de terminar con menos plata que la suma lineal de aportes? No.
6.       Considerando el problema demográfico, el mercado laboral y el casino del mercado de capitales, ¿se ha explicado que el sistema de capitalización individual es una forma de ahorro que será “una ayuda” para su vejez, donde la persona tendrá que prever otras alternativas de ingresos? No.
7.       ¿Se ha explicado que a la hora de jubilar, las Compañías de Seguros de Vida (CSV) están prometiendo explícitamente Rentas Vitalicias (opción preferida) que no pueden pagar si no asumen cierto riesgo en las inversiones? No.
8.       Siguiendo con el punto anterior, ¿se ha explicado que las deudas por Rentas Vitalicias, bien calculadas, no son las que dice la contabilidad, y que el capital de respaldo de las CSV puede ser negativo hoy?
Entonces, ¿quién es irresponsable? Se dice que si un hombre y una mujer logran acumular $100 millones (gran desafío dado los sueldos promedios y lagunas), al jubilar pueden tener una pensión de unos $556 mil y unos $420 mil mensuales, respectivamente. ¿Prefiere los $100 millones cash o las goteras de $556 ó $420 mil? Esa es la realidad. ¿Por qué no mejor dar la libertad para que cada persona pueda decidir libremente que es lo que mejor se adapta a sus necesidades?
¿Y si malgasta la plata? Permitir retirar el exceso por sobre la pensión básica que garantiza el Estado; los irresponsables no podrán regresar llorando. En una sociedad que supuestamente está “madura” para discutir temas tan complejos como el aborto, la legalización de la marihuana, el matrimonio homosexual y la eutanasia, ¿no va a poder discutir si en materia previsional, seremos “mayores de edad” a los 65 años o seguimos siendo niños cuyo Estado paternalista debe tomar las decisiones? El Estado ya obligó a ahorrar, algo habrá quedado de tal disciplina en los afiliados.
¿Y si, dado el analfabetismo financiero, no sabe en qué invertir o toma malas decisiones? Nuevamente, se trata de permitir retirar el exceso por sobre la pensión básica. Es una opción. Si la persona quiere tomar una Renta Vitalicia o Retiro Programado, es libre de hacerlo.
¿Y si con tanta plata dando vuelta proliferan los estafadores? El lolo de 65 años ya es grande y se sabrá cuidar. ¿Y qué pasa si la persona termina teniendo una gran sobrevida? Este es un problema retire o no la plata, porque la magia no existe.
Sí, permitir el retiro (¡del exceso!) es popular, pero no necesariamente irresponsable, si se hace bien. Y en un sistema ampliamente cuestionado, una medida así de popular puede limar asperezas y permitir la discusión de fondo sobre los roles del Estado y de cada individuo en las pensiones.
Por cierto, una medida de tal magnitud no es una buena noticia para (el negocio de) las AFP y las CSV; recurrirán a todo lobby posible -llamando por todos los medios a la cordura y prudencia, y todo con la bandera de la preocupación por los más pobres- para impedir algo así en Chile, que es un país serio. Pero serviría para que hicieran una reingeniería y verdaderamente se enfocaran en volver a las bases del diseño original, que no es lo que tenemos ahora.
Finalmente, para quienes dicen que si con esta plata la gente empieza a comprar departamentos, se generaría una burbuja en los precios... ¡Qué terrible! En una de esas, la gente es más pilla y usa esa plata de respaldo para que su hijo pida un crédito hipotecario, y dicha avalancha presiona a la baja las tasas, y la añorada competencia llega por el lado de los quesos. En fin; dejemos que el mercado se defienda sólo. Y dejemos que la libertad opere, aunque sea cuando uno llegue a viejo.
Iván Rojas B.
Autor de “La Magia del Sistema de Pensiones”

 

jueves, 18 de agosto de 2016

¿Son caras las AFP? Sí





 

Respecto del tema de las comisiones hay que reconocer que existe mucho ingenio para su presentación. Cito ejemplos, ¿ha oído Ud. esta afirmación: las comisiones son un porcentaje bajo del sueldo, digamos un 1%?, y no toman en cuenta que en realidad lo relevante es el porcentaje que la comisión representa del monto total que Ud. destina a su jubilación, y por lo tanto, el mismo 1% del sueldo equivale a un 9,1% del monto que se le descuenta mensualmente. ¿O estas dos siguientes, en defensa de lo anterior y dignas de un premio a la creatividad?: a) la comisión se cobra una vez y nunca más, sólo en el momento que ocurre el descuento, después la administración es gratis; b) la comisión como porcentaje del monto administrado es decreciente en el tiempo, llegando a ser un porcentaje muy mínimo, inferior a lo que cobran otras inversiones alternativas. Ingeniosos.

La comparación con otras alternativas de ahorro, en mi opinión, también es limitada, toda vez que se trata muchas veces de propósitos y horizontes de inversión distintos.  Por su parte, comparar con otros sistemas de pensiones tiene el inconveniente de que se pueden presentar estructuras de cobros diferentes si no se llevan a la Tasa Efectiva de Retorno (o TIR) para el afiliado. Y aquí el punto central: sólo la TIR para el afiliado es el indicador que al considerar tanto la rentabilidad del fondo como las comisiones permite entregar información exacta y comparar peras con manzanas.

Normalmente, cuando se habla de los retornos de los multifondos se hace desde el punto de vista de la inversión en sí misma y no desde el punto de vista del afiliado. Todos los cálculos y comparaciones que se hacen consideran la rentabilidad bruta de la inversión, sin deducir las comisiones que mes a mes paga el cotizante. Grave error de omisión.

¿Cuál será el efecto de las comisiones en la rentabilidad para el afiliado? LA (destaco LA como sinónimo de única) herramienta matemática-financiera que domina a cualquier otro indicador creativo que queramos usar es la Tasa Interna de Retorno (TIR) implícita en los Flujos de Caja FINALES para el afiliado. El afiliado hace un trato o pacto en que cada mes destina el 10% más la comisión cobrada a cambio de un fondo acumulado al final de su vida laboral. La tasa que iguala el valor futuro de los ahorros mensuales (comisiones incluidas) con el fondo acumulado es la rentabilidad relevante para él. Esa es la TIR.

Hagamos el cálculo. Consideremos los datos de más de 30 años, desde la creación del sistema (1981) y luego (2002) las 5 opciones que se crearon con los multifondos. El siguiente cuadro resume los retornos de la inversión (brutos) y la rentabilidad final que para el afiliado (TIR, deducidas las comisiones). No se decepcione.


Para el período 1981-2012, ¡las comisiones representaron más de 300 puntos base de la rentabilidad bruta! Para ser justos en el análisis, debería caer un poco si aumentamos el plazo a unos 40 años, pero ojo, también estamos considerando el caso de una persona que cotizó por 31 años, ¡sin ninguna laguna previsional!

Los porfiados de siempre puede que nos den otro argumento: la función de las AFP no es sólo invertir, existe una serie de tantas otras tareas que las AFP deben hacer, tales como recaudación, cobranza judicial, administración y pagos de beneficios, sucursales, gestión comercial y un largo etcétera. Tareas todas que deben ser financiadas. Es cierto, si la comisiones sirven para financiar estas otras actividades (argumento totalmente discutible y que da para otro apartado ya que son productos distintos), ¡con mayor razón deben ser deducidas de la rentabilidad bruta!

Informar sólo la rentabilidad bruta es entregar información parcial. Perfectamente los afiliados podrían sentirse “engañados”.

A la luz de los hechos, ¿no resulta caro el sistema, especialmente cuando sabemos que una AFP no se puede diferenciar del promedio del sistema, ya sea por la camisa de fuerza que impone la legislación o porque no está claro que posea una capacidad superior de análisis y market timing, y que, en equilibrio, su rol es prácticamente nulo en la obtención de rentabilidades anormales, más allá de las que explica el riesgo asumido?

Por paradójico que resulte, la estrategia más sensata para una AFP (¿Estatal?) apunta a lo siguiente: “seguir al resto” en sus portfolios de inversión, cuidándose de prometer sólo eso, y diferenciarse radicalmente en las comisiones cobradas, que éstas lleguen a ser una fracción de incluso la más barata que hay actualmente, constituyendo una señal clara de precios de equilibrio de largo plazo.

 

Iván Rojas Bravo.

 

jueves, 11 de agosto de 2016

Perfectible









El (supuesto) padre del modelo actual de pensiones perdió una oportunidad de oro para defender a su creatura. Más que el fondo de lo tratado en la entrevista aquélla -que no fue mucho-, fueron el tono, las palabras y ejemplos poco afortunados los que le hicieron un flaco favor al sistema de pensiones, que había que defender, polarizando aún más el debate. No hay nada de malo en hablar duro, al contrario, a veces es necesario, pero la insensibilidad social reflejada se tragó a la amistad cívica. Si ya era difícil, “hacer ver” a la muchedumbre que su mísera pensión se debe a que “no le echó suficiente bencina al Mercedes"-responsabilidad que exime al sistema de pensiones, que justamente fue diseñado con este input necesario y no hace magia- ahora dicha labor educacional es simplemente imposible.



El debate actual dejó de ser técnico-racional y, en consecuencia, no se trata de exponer las bondades del sistema actual versus el de reparto. Va más allá de consideraciones económicas. En un ambiente en que la ciudadanía exige un derecho que ya asume adquirido (cosa no muy buena para debate técnico), se deberá repensar -filosóficamente, por decirlo así- el sistema de pensiones: qué pensión mínima queremos garantizar, cuál será el rol del Estado, qué se le exigirá a la gente y, por supuesto, quién y cómo se paga la cuenta todos los meses.


Entonces, dejando la chimuchinasabrosa de los últimos eventos, hablemos en serio. Más allá de las trivialidades de aumentar la edad de jubilación, aumentar el aporte mensual, fortalecer el mercado laboral para disminuir las lagunas previsionales, crear una AFP estatal que agregue competencia, que “se pongan” los empleadores en cotización adicional y también paguen ellos las comisiones (aquí un breve paréntesis: ¿se han preguntado que una cosa es quién pague y otra cosa es sobre quién recae el “impuesto”, y que lo que realmente importa es sobre quién recaerá esta mayor cotización, lo que estará determinado por las elasticidades de oferta y demanda de trabajo?).
Pongamos el dedo en la llaga y hablemos de los temas de verdad, todo con amistad cívica y tratando de ponerle el cascabel al gato.


Primero: Hacer proyecciones de valores futuros, aunque estén sujetos al cumplimiento de determinados parámetros, tiene el peligro de convertirse en una promesa implícita. Promesa arraigada en la ciudadanía, quiérase o no. Tratar de hacer entrar en razón a las masas es, a esta altura, un ejercicio que no conduce a ninguna parte.



Segundo: Hacer proyecciones usando retornos esperados a secas tiene un riesgo asociado y, por lo tanto, si bien puede ser el escenario más probable que se dé (aunque la evidencia muestra que no hay que creerle mucho a los expertos), hay alguna probabilidad de perder. Esto es, terminar con un monto acumulado que puede ser menor a la suma lineal de los aportes en el tiempo. Por muy baja que sea esta probabilidad, por tratarse de platas de terceros ahorradas para la jubilación, es un deber moral informarla claramente al afiliado. Y aquí un tema de fondo: con la película completa, ¿estará de acuerdo el afiliado en asumir algún riesgo con sus ahorros para la jubilación, o preferiría asegurarse y tener todo en renta fija? La pregunta es válida y va más allá de la elección de los multifondos; tiene que ver con el diseño del modelo de pensiones, tiene que ver con que si el modelo debe permitir que ahorros destinados a jubilación jueguen, aunque sea un poco, en el casino, so pretexto de ganar más, y especialmente cuando, en el largo plazo, el retorno ajustado por riesgo del multifondo A no le gana al multifondo E.


Tercero: La época dorada de las altas rentabilidades en Chile ya pasó. Y no volverá. Los expertos ahora proyectan los fondos de pensiones usando un conservador con 4% real anual. ¡Una locura! Y volvemos nuevamente a lo mismo: se están haciendo proyecciones usando supuestos retornos esperados y no se cuenta el cuento completo. ¿Cuál es el peor escenario? Como ciudadano, exijo saber. Entonces, nuevamente tropezamos con el fantasma de las promesas implícitas.



Cuarto: Para el diseño de un sistema de pensiones, dada la relevancia y sensibilidad del tema, lo más razonable para proyectar valores futuros es utilizar una tasa libre de riesgo, que es, en definitiva, lo que se podría asegurar. Tasa que en economías triple A es cero o negativa (real) a plazos largos; agregue riesgo país chileno y voilá. Dicho sea de paso, la tasa libre de riesgo (que no es lo mismo que la TPM) no tiene para cuándo subir. Entonces, llegaremos a la conclusión que la magia no existe, y para tener una tasa de reemplazo de (pensiones que sean equivalente a) 70% del sueldo promedio de los últimos años, se debe por lo menos duplicar el aporte mensual y aumentar la edad de jubilación en 5 años, ¡y sin lagunas previsionales!



Quinto: Claramente una tasa de reemplazo “decente” es una pretensión demasiado grande para el sistema de capitalización individual. Las cifras, digámoslo claramente, no dan si no se hace cirugía mayor, cosa que se habla muy poco. Especialmente en lo que viene a futuro en términos de rentabilidades. Con todo, el sistema de capitalización individual es la mejor opción, pero siempre en el entendido que será un apoyo a otras alternativas de ahorro que cada persona debe prever. Esta transparencia hoy no existe.


Sexto: Repensar el sistema de pensiones no puede estar exento de corregir: A) la bomba de tiempo que existe en las Rentas Vitalicias (de hecho, es parte del sistema de pensiones), donde las Compañías de Seguros han prometido rentabilidades que no pueden cumplir en ambiente libre de riesgo, y su capital de respaldo se esfumaría por completo si valorizan sus pasivos a la correcta tasa de descuento; como he señalado varias veces anteriormente, es problemita es mayor al de las “bajas pensiones”, porque puede ocurrir que esas mismas “bajas” pensiones no se la paguen completamente. B) la imperfección en el mercado de capitales, especialmente en los créditos de consumo dado a tasas que no tienen coherencia con riesgo ni costos, y que son una forma de expropiación.



En todo este contexto, una forma de legitimar el sistema frente a una ciudadanía empoderada que exige respuestas es dar la libertad de que la persona a la edad de jubilar pueda disponer de los fondos que excedan la pensión básica, si así lo desea. Sin llorar al papá Estado después. ¡Libertad, libertad mis amigos!


Iván Rojas B.

Autor de “La Magia del Sistema de Pensiones

jueves, 4 de agosto de 2016

La Ley de la Calle







¿Por qué un tema tan relevante como la jubilación no fue tratado con la importancia requerida, más allá de la banal discusión de la AFP Estatal o las soluciones parche del informe de la Comisión Bravo, y nuevamente “la calle” alteró la agenda? La calle muchas veces ha sido ninguneada. No es que la razón vaya de la mano con la mayoría. De hecho, muchas veces no es así. El punto es que la calle -un subconjunto de la ciudadanía- ha mostrado sus dientes y eso hay que tenerlo en cuenta.

Los defensores de las AFP creen que este tema es supuestamente técnico. Si hasta el padre adoptivo de las AFP -por el bien de Chile- vino a defender a su creatura. Los variados defensores coinciden en destacar las bondades del sistema de capitalización individual en relación a la debacle del sistema de reparto; señalan que hay que cuidarse del populismo; acusan ignorancia en todo aquel que ose decir lo contrario. Lo que hasta ahora no entienden es que el debate actual no es –solamente- técnico. Ya es tarde para ello. Pasó la vieja.
El debate es otro. No nos equivoquemos. El partido se juega en otra cancha, mucho más difícil, porque a esta altura la calle no oye razones; y quien la trate de ignorante, será pasado por la guillotina en la plaza pública, simbólicamente, por ahora.

El debate instalado versa sobre repensar el sistema: discutir qué tipo de previsión queremos y qué se le exigirá a la gente. Y aquí, señores defensores, sus argumentos supuestamente técnicos pierden peso, y el sistema de reparto –quiérase o no- se establece como una idea válida, en el sentido de discutir sobre derechos adquiridos. ¿Acaso no ocurrió lo mismo con educación? ¿Vendrá después salud y vivienda? ¿Es sorpresa que estas cuatro áreas de necesidades básicas del ser humano estén sujetas a revisión?

¿Cómo llegamos a esto?

En gran parte es responsabilidad de las propias AFP, sus defensores y Autoridades. Ustedes –me refiero a las AFP, sus defensores y Autoridades- vendieron una pomada que la ciudadanía acuñó como una promesa. Promesa implícita que derivó en que ahora exista la percepción que hay un derecho adquirido a una pensión digna. Contra eso es difícil pelear. Ni se les ocurra argumentar que no hay ningún documento formal que estipule la promesa aquélla, porque será apagar el fuego con bencina.

Ustedes cometieron el gran error (y lo siguen cometiendo, y eso que son técnicos y se vanaglorian de ello) de hacer proyecciones usando el retorno esperado, sin considerar el Equivalente Cierto. No comprendieron el diseño del sistema; prendieron velas en el altar del mercado de capitales para que solucionara un problema demográfico donde sus poderes son muy limitados. ¿Quiénes fueron los ingenuos? Lo peor, ustedes no contaron la película completa. No les dijeron claramente a la gente, desde el principio, que este nuevo sistema es sólo una ayudita para su vejez. Platita poca pero segura, debería haber sido el lema; pero ustedes inflaron e inflaron el globo de “LA” solución.

Si a lo anterior agregamos la cabal (con b) percepción que hay abusos a la orden del día… Houston, we have a problem. Entonces, ahora no nos quejemos; tengan claro que aquí la culpa no es del chancho

La ceguera de ustedes también les ha impedido ver que hay otra dificultad que convenientemente están chuteando pa´ más adelante: las Rentas Vitalicias que venden compañías de seguros que prometieron retornos que no pueden cumplir en escenario seguro. Les rinden pleitesía a los modelos de supervisión importados y en las circulares de-sastre. La calle aún no reclama por esto, pero cuando capte la real dimensión de este problema, el agravante silencio de ustedes será imperdonable.

Y todo esto, paradójicamente, se ha dado en la época de oro de los retornos en Chile; retornos que no se van a volver a repetir.

Entonces, los defensores del actual sistema, retornados incluidos, deberían comenzar por hacer un mea culpa, no ningunear al adversario y desarrollar las mal llamadas habilidades blandas para sentarse a una variopinta mesa.

Palabras finales

Personalmente no estoy de acuerdo en volver al fallido e insostenible sistema de reparto. Por otra parte, la idea de la capitalización individual fue buena, pero lamentablemente se chacreó. La calle está pasando la cuenta, porque aquí se vendió una pomada; inconscientemente, tal vez, pero da lo mismo a estas alturas. No se saca nada con explicar que nunca se hicieron promesas o si las variables que usaron en las otrora planillas de cálculo no se dieron. La calle asume un derecho adquirido y no la van a sacar de sus consignas.

Se debe estar consciente que el debate se centrará en repensar el sistema de pensiones. Y si se quiere que el Estado se haga cargo, se deberá financiar con más impuestos. En relación a ello, últimamente los expertos no le achuntan a nada. Si hasta en 100 años se podría alcanzar la gratuidad en educación, imagínese en una reforma al sistema de pensiones que son, según se dice, serían unos USD12.000 millones anuales; la vamos a alcanzar el día del níspero después de las 2 de la tarde, y cuando la gente viva 130 años… entonces, nuestros expertos dirán que no se dieron las variables estimadas. En fin.

Nuestros expertos deberían considerar que una forma de legitimar el sistema es dar la libertad para que la gente pueda disponer libremente de sus fondos que exceden la pensión básica solidaria.

En la próxima marcha de agosto tendremos –me atrevo a decir- más de 1 millón de personas exigiendo derechos. En pro de la libertad y dado el escenario actual, ahora más que nunca es relevante dejar paradigmas preconcebidos y pensar que el lolosaurio de 65 años ya está grandecito para tomar sus propias decisiones, sin llorar. La solución a la peruana es mucho más inteligente de lo que creen.

Finalmente, la discusión de fondo sobre las AFP no está exenta de corregir las imperfecciones en el mercado de capitales. No conectarla es gravísimo. Las personas tienen USD160.000 millones ahorrados forzadamente ganando una discreta rentabilidad sujeta a riesgo, y como no pueden disponer libremente de ellos, es como si no los “valorizaran”, es decir, ni saben cuánto tienen acumulado, porque “los tienen pero no son suyos”; y, por otra parte, están endeudados en más de USD26.000 millones en créditos de consumo que cuestan un ojo de la cara, más allá de todo costo y spread razonable, otorgados por compañías que se financian en parte con dichos ahorros. Lo que ganan –nominalmente- por un lado ni siquiera compensa los intereses efectivos que pagan por el otro.

Tal como Chile fue pionero en la creación de las cuentas individuales, ahora es el minuto de ser pionero –también- en repensar el sistema.


Iván Rojas B.
Autor de “La Magia del Sistema de Pensiones