viernes, 16 de junio de 2023

Cuando la competencia funciona el revés (II)

 https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/06/16/cuando-la-competencia-funciona-el-reves-ii/


La semana pasada se publicó “Cuando la competencia funciona el revés”, escrita por el colega François Meunier. Como no coincido con lo planteado, me permito escribir esta columna ya que estimo que hay errores conceptuales de los cuales se podrían derivar malas políticas públicas.

En síntesis, se señaló que a veces la competencia funciona al revés, porque puede ocurrir que “cuanto más intensa es la competencia, más suben los costos y los precios, y también los beneficios”. “¿Por qué una empresa como L’Oréal gasta casi once veces más en publicidad que en investigación y desarrollo (I+D)?”, planteó el escritor. Agregó que la “carrera armamentista” generada por la publicidad para diferenciar sus productos se refleja en los precios: “Imaginemos un mundo ficticio que pudiera prescindir de la publicidad: el precio del champú podría venderse un tercio (32%) más barato. Si una normativa prohibiera que la publicidad superara el 10% de las ventas, esto sería igual de eficaz para la competencia e igual de eficaz para informar a los consumidores”. El ejemplo de L’Oréal demostraría, a juicio del columnista, que “en determinadas configuraciones, la competencia puede ser muy violenta sin que esto reduzca costos y precios”. Y se hace un paralelo con las AFP, donde la gente “no es muy sensible a la diferencia de planes” y “los costos comerciales son altos porque la competencia está furiosa para quitarse clientes entre sí”.

El principal error conceptual, desde mi punto de vista, es la confusión del término “competencia”. La competencia desde el punto de vista del marketing no es lo mismo que la competencia desde el punto de vista económico. Y para políticas públicas y bienestar social, importa este último concepto.

Tener mercados competitivos maximiza el bienestar social. Es una situación ideal y, aunque poco probable en la realidad, las políticas públicas debieran enfocarse en tratar de llegar a este ideal. Mientras más se aleje del mismo, mayor es la pérdida para la sociedad en su conjunto. Y es precisamente en los mercados imperfectos donde deben existir regulaciones apropiadas. He ahí un rol de las políticas públicas. Entre otras cosas, en este ámbito las políticas públicas se deben enfocar a que en los mercados no existan barreras de entrada o salida, incentivar la entrada de nuevos oferentes, garantizar que exista información clara y transparente, promover la destrucción creativa y corregir cualquier externalidad negativa que dé lugar a “abusos”. Por cierto, todas estas empresas funcionan con la idea de maximizar su beneficio dentro del rayado de cancha permitido.

Así, dentro del ámbito de acción de las políticas públicas será tener un diagnóstico correcto de los mercados y abordar los monopolios, oligopolios, competencia monopolística, monopsonio, oligopsonios, entre otros, en el entendido que su actuar produce una pérdida social.

Ahora bien, el concepto de competencia desde el punto de vista del marketing es otra cosa. Entonces, es perfectamente factible encontrar mercados no competitivos desde la visión de la economía y, al mismo tiempo, muy competitivos en términos de marketing. En efecto, en la teoría económica de precios se tratan casos de guerras de precios en mercados imperfectos, estrategias de líder y seguidor, donde, ciertamente se llega a un equilibrio que es menos eficiente que el equilibrio dado por un mercado de competencia perfecta. Así, por ejemplo, nuestro mercado financiero bancario tiene características de oligopolio donde, sin duda, las estrategias de marketing son bastante agresivas para captar clientes, pero están lejos de ser competitivos desde el punto de vista económico. Las AFP, también con estrategias agresivas de marketing, requieren de mayor competencia ya que no presentan diferencias significativas en los retornos entre ellas, se mueven en manada, no pueden pagar una rentabilidad más allá del riesgo asumido y cobran caro para el servicio que entregan, por lo que requieren de una señal de precios eficiente de largo plazo.

Entonces, confundir los conceptos puede llevar a diagnósticos errados, como señalar que a pesar de existir una competencia agresiva con gran publicidad (marketing), no se obtienen los resultados deseados de precios más baratos, y con ello señalar que la competencia (económica) funciona al revés. Y diagnósticos errados llevan a políticas erradas.

¿Excesiva publicidad en comparación con el gasto en I+D? Cuidado, podría llevar a diagnósticos confusos. ¿Sugerir limitar el gasto excesivo en publicidad para que los precios bajen? Cuidado. En los países comunistas la publicidad era considerada una "desviación capitalista". Tras leer dicha columna quizás alguien piense que sería bueno nombrar un ente estatal que fije lo que se gasta en comercialización y publicidad. ¿Se cree que un gasto en I+D es socialmente más productivo que un gasto en publicidad? ¿Se cree que una inversión en "infraestructura" es mejor que un gasto "superfluo" en, digamos, turismo? ¿Quién determina lo que es óptimo para la sociedad en cada caso?

Si el mercado del lujo es competitivo, los gastos en publicidad que tengan son el óptimo social, no importando cuán "altos" le parezcan a una persona. Ahora, si el mercado no es competitivo, debe tratarse como se tratan los mercados no competitivos en general, con empresas reguladas, impuestos, subsidios u otras herramientas, pero sin afectar partidas que a uno le "parecen" elevadas.

Diagnósticos errados, políticas erradas. Por la vía de la columna en comento se podría peligrosamente llegar a un intervencionismo desatado que no tiene ninguna justificación desde un punto de vista social.

 

Iván Rojas B.


lunes, 5 de junio de 2023

COLUMNA NO PUBLICADA POR EL MOSTRADOR: FALABELLA y su karma

 

Falabella está en crisis. A diciembre de 2022 registra más de US$1 billón en deudas financieras de corto plazo, las cuales debe pagar/renovar para seguir viviendo. En el mercado se comenta que debe pagar US$600 millones este año para no perder su nota crediticia. ¿Cuál es el plan? Vender activos (se dice que podría recaudar US$250 millones) más un necesario y considerable aumento de capital. En esta columna expongo cual es el verdadero problema de Falabella y cuya solución es más compleja que un aumento de capital.

¿Está sobreendeudada Falabella? La respuesta es: depende. Hace 10 años, la deuda financiera de Falabella era de US$4.173 millones (2012); en 2022, la deuda fue US$5.429 millones. Pero en 2012 Falabella tuvo utilidades netas de US$853 millones; US$948 millones en 2013 y US$909 millones en 2017, previo a la pandemia. El año 2021 tan malo no fue (utilidades de US$823 millones). Sin embargo, en 2022 Falabella solo ganó US$155 millones. Entonces, tener una deuda que es 35 veces las utilidades del año puede ser un problema serio, sobre todo cuanto ésta se mantenía en torno a 5 veces.

¿Y por qué fue tan trágico el año pasado? Falabella tuvo pérdidas en el negocio no financiero. Consideremos Chile, que es donde tiene más desarrollada su estrategia integral y que explica parte significativa de las utilidades del holding. En 2022 Chile aportó US$272 millones en utilidades (en 2012 aportó US$528 millones), y el negocio no financiero explicó el 58% de las ganancias. Y en lo no financiero, el negocio inmobiliario y Sodimac aportaron utilidades, mientras que las tiendas por departamento y supermercados tuvieron pérdidas.

Aquí viene el primer punto que quiero destacar. Si bien el 2022 no fue un año bueno para el retail en general, lo que ha ocurrido en Falabella debe ser analizado con cuidado. Si bien en 2022 el segmento de tiendas por departamento perdió plata, en los últimos años nunca ha sido realmente importante en la generación de utilidades. En Chile, las tiendas por departamento aportaron menos del 10% de las utilidades totales previo a la pandemia (8,9% en 2018; 7,4% en 2017). Por su parte, el segmento de supermercados no existe: aporta menos del 3% de las utilidades totales previo a la pandemia (2,3% en 2018; 2,1% en 2017), y en 2022 perdió plata. En cambio, en los últimos 10 años el negocio financiero no solo ha ido ganando protagonismo, sino que ha sido esencial, convirtiéndose en la principal fuente de utilidades.

Falabella es y ha sido desde hace a lo menos una década, un negocio financiero, que se apoya en el retail para generar utilidades. Es así y no al revés. En Chile, las utilidades del negocio financiero superan con creces las utilidades de las tiendas por departamento. Ya en 2012 el negocio financiero generaba utilidades 2,78 veces superiores a las generadas por la tienda por departamento; previo a la pandemia 5,08 veces; y en 2021 fue 2,27 veces. Con pandemia, crisis e inflación, el negocio financiero ciertamente se ve afectado, pero no le entran balas y sigue generando utilidades.  En 2022 las utilidades del negocio financiero superaron a las del negocio no financiero.

Si al análisis anterior le quitamos el negocio inmobiliario, dejando solamente el negocio financiero, Sodimac, tiendas por departamento y supermercado, las cifras comparativas son aún más elocuentes. Dejo esta tarea para que se entretengan los analistas. Revisen la nota 36 de la Memoria 2022, que está por allá en la página 308 de la Memoria anual de Falabella… la página más importante de las 330 que tiene el libro.

A propósito de la Memoria anual, la impresión (errónea) que uno se lleva al leer páginas y páginas es que Falabella es una gran tienda por departamento con negocios derivados. Dicha impresión errada se refuerza al ver la publicidad y leer los análisis superficiales que se centran mucho en las ventas por metro cuadrado y no tanto en la tasa de costo final que paga el cliente con tarjeta CMR.

La realidad es que Falabella no gana mucha plata vendiendo zapatos, camisas ni televisores; y mucho menos vendiendo abarrotes. Todo esto es accesorio para potenciar el real negocio, el financiero. A Falabella le interesa que usted compre la camisa y pague con su tarjeta CMR. Recuerdo que hace unos 10 años recibí un sorpresivo llamado de un analista de un banco de inversión de Estados Unidos haciéndome preguntas sobre el mismo análisis comentado en esta columna; con los datos a dicha fecha, las conclusiones ya eran claras. Me llamó la atención lo que me dijo: que ningún analista había hecho tal diagnóstico y que se centraban mucho en “las ventas por metro cuadrado”, y que esa era la razón por la cual quería conversar conmigo. Pues bien, lo que ha pasado en los últimos 10 años ha reforzado tal diagnóstico.

La crisis de Falabella no se soluciona (solamente) con un aumento de capital ni con cambios en la presidencia. No se trata de abordar solo el lado derecho del balance. También, el caso Falabella va más allá del management. Se trata de un caso de economía, y específicamente de cómo una empresa ha aprovechado las imperfecciones en el mercado del crédito para obtener rentas anormales. Producto de la insuficiente información y competencia, escasa regulación y control y analfabetismo financiero, Falabella ha logrado extraer lo mejor de dos mundos: financiero y retail, siendo éste último un apoyo al primero. Ha establecido un negocio de tiendas por departamento y supermercado, con discretas utilidades o incluso pérdidas, pero cuya presencia y alcance ha permitido ventas conjuntas y atadas, marcando la pauta al resto del retail que copia su estrategia y minimizando a los comerciantes que no disponen de medio de pago propio. Y en el negocio financiero, coloca créditos a tasas de costo final para el cliente (sumando todos los gastos, seguros, cobros administrativos de mantención y comisiones) que la Tasa Máxima Convencional no controla.

Y la banca tradicional -que de partida no es competitiva- está incluso en clara desventaja. El banco Chile y Santander no pueden vender camisas ni perfumes para enganchar créditos caros.

¿Cuánto tiempo más durarán estas imperfecciones de mercado? En la medida que Chile retome el camino hacia el desarrollo y se corrijan los desequilibrios económicos, el “modelo” cambie desde pro-empresa a pro-mercado, se minimice cada vez más la influencia de grupos de interés en todos los ámbitos, la regulación sea más efectiva y esté en línea con una sociedad que exige respuestas y acción, habrá cada vez menos cabida para compañías que sustentan su estrategia de desarrollo en imperfecciones de mercado. En el lenguaje coloquial, las imperfecciones de mercado se llaman comúnmente abusos.

El futuro de Falabella dependerá de cómo se adapte a este nuevo escenario que tarde o temprano llegará con real competencia, innovación y destrucción creativa; en definitiva, un escenario de equilibrio. Su historial no es bueno. No está acostumbrada a competir de verdad, y me refiero a la competencia desde el punto de vista económico y no del marketing (en esto último nos expertos). Falabella se ha hecho adicta a las rentas anormales provenientes de un desequilibrado negocio financiero… depende cada vez más de ellas para sobrevivir. Y lo que la hizo grande, quizás sea la causa de su lenta decadencia.

Los fondos buitres del mercado siguen apostando con sus ventas cortas a que las acciones de Falabella van a seguir cayendo.  Mi apuesta es que Falabella ya alcanzó su máxima grandeza. Su modelo de negocio depende de un desequilibrio y se está agotando. Venderá todos los negocios accesorios y terminará siendo absorbida por un google bank. El nuevo precio de la acción deberá ser coherente con este nuevo equilibrio.

 

 

Iván Rojas B.

viernes, 2 de junio de 2023

Caso Australis… huele a pescado podrido, ¿y algo más?

https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/05/20/caso-australis-huele-a-pescado-podrido-y-algo-mas/


 

El caso Australis es interesante de analizar en lo que ocurrió y en lo que actualmente es el foco de atención. En esta columna expongo una hipótesis; hay algo que no (me) cuadra en todo esto.

Cuenta la leyenda que el empresario chileno Isidoro Quiroga vendió a los chinos la compañía salmonera Australis en US$ 921 millones, y en ese proceso, la versión china alega que en el due diligence y a la hora de negociar la compraventa se les ocultaron graves problemas de sobreproducción de salmón, con el fin de alcanzar un precio más alto, y dicen ser víctimas de una estafa. Los chinos piden deshacer la venta y que se les devuelva lo pagado más US$ 300 millones en daños. Señalan que la sobreproducción sistemática fue para justificar los múltiplos de valorización de la compañía que terminaron pagando; sin sobreproducción –dicen-, la empresa valdría la mitad de lo que se pagó.

La versión chilena del cuento dice que los chinos estaban al tanto de dicha “iregularidad”, la cual habría sido informada en informes y correos electrónicos que señalarían que los controladores chinos estaban al tanto de los problemas y que fueron informados expresamente de los casos de sobreproducción. Incluso más, dicen que los chinos ordenaron expresamente a la administración local mantener e incluso aumentar los niveles de producción.

¿Cuento chino o cuento chileno? Bueno, serán los tribunales de justicia los que determinen si los chinos sabían o no sabían la situación irregular de sobreproducción de Australis. Mientras tanto, el taxímetro de los abogados corre con fuerza.

A todo lo anterior, agréguese el lobby reservado ante el ministro Marcel, por ambos lados. En el caso de los chinos, presionando a Marcel, además, con que ellos son también los principales importadores de fruta chilena y China es el principal destino de las exportaciones de nuestro país.

Lo que me motiva a escribir esta columna es que resulta curioso que el tema se centre en si los chinos sabían o no sabían de esta ilegalidad, y no en la ilegalidad en sí, ni en sus aristas. Y es que estamos hablando de una sobreproducción no de un 10% o un 15%, ¡sino de 50% en varios años! El potencial de cosecha de los 47 sitios de Australis era de 117.000 toneladas por año, mientras que la cosecha autorizada era de tan solo 72.000 toneladas por año. La pregunta que debería centrar la discusión es: ¿nadie se dio cuenta? Qué raro.

A la empresa nunca “la pillaron” realmente; se autodenunció por las infracciones, y enfrenta multas de la Superintendencia del Medio Ambiente por más de US$ 70 millones. O sea, estamos hablando que se pudieron producir, transportar y exportar decenas de miles de toneladas en exceso (y millones y millones de dólares de diferencia) y nadie vio nada, nadie dijo nada, nadie supo nada. Ni aduanas, ni el SII, ni la CMF (Australis es una empresa que se transaba en bolsa), ni los auditores, ni analistas, ni las estadísticas de comercio exterior llamaron la atención… qué raro. Ni el p*q en los análisis llamó la atención. Pasó piola.

Entonces esto huele mal, muy mal. ¿Cómo se “esconde” una sobreproducción de esa cuantía? Camiones, containers, facturas, … no es fácil esconder, o equivalente decir, no es tan difícil buscar y encontrar. Entonces, la hipótesis es: ¿No estaremos en presencia de un caso de corrupción? Vale la pena al menos investigar, mucho más allá de aclarar si los chinos sabían o no sabían esta denominada eufemísticamente “contingencia por exceso de producción”.

¿Por qué pasó esto? ¿Dónde están las autoridades? Sorprende que el escándalo no sea el verdadero escándalo; sorprende que no se hable tanto en la prensa; sorprende que haya pasado piola. Si se comprueba o sale a la luz que el olor a podrido viene de corrupción en distintos niveles, el caso Australis no solo dejaría al desnudo debilidades regulatorias de la institucionalidad local y un daño a la imagen de Chile, sino que pasaría a estar en la lista negra en la que figuran otros emblemáticos casos que han socavado el núcleo de la institucionalidad y han generado cuantiosa pérdida social, al demostrar que es posible conseguir una ventaja ilegítima, secreta y privada, contraria a lo que sería la realización de prácticas transparentes.

 

Iván Rojas B.