martes, 27 de septiembre de 2011

Tasa Máxima Convencional, la oportunidad perdida (parte II)











Parece del todo razonable que se rebaje el factor que se aplica a la tasa promedio de los créditos de consumo, de 1,5 a 1,35, para así lograr una caída en la Tasa Máxima Convencional (TMC), la que hoy supera el 50% anual en las colocaciones relevantes de las personas naturales.


¿Pero, por qué de 1,5 a 1,35, y no de 1,5 a 1,25 ó 1,2? La respuesta, casi inmediata, apunta al gran chivo expiatorio: el riesgo. De hecho, con el ajuste propuesto se comenta que habrá una desbancarización que podría llegar a unas 200 mil personas. “Habrá más personas que no serán sujeto de crédito”, dijo el presidente de la Asociación de Bancos.


En Estadística, se habla de error tipo I y II. El primero se comete cuando se rechaza una hipótesis cuando ésta es verdadera en la población (falso positivo: se determina que un paciente está enfermo, cuando en realidad está sano); el segundo ocurre cuando no se rechaza una hipótesis cuando ésta es falsa en la población (falso negativo: se determina que el paciente está sano, cuando en realidad está enfermo). Aplicando al caso de los créditos de consumo, ¿qué es peor, rechazar un crédito a una persona que “sí lo merece”, dado su riesgo, u otorgar un crédito a una persona que “no lo merece”? Las altas rentabilidades sobre el patrimonio de los principales actores dan holgura para ceder en el error tipo II, sin echar a perder la última línea del estado de resultados en forma dramática.


Con todo, ¿explica el riesgo la existencia de créditos con tasas por sobre el 50% anual? Veamos. Supongamos que existe un banco dedicado sólo a entregar créditos de consumo, posee una estructura de activos y de deuda/capital similar al promedio del sistema (esto es, por el lado de los activos, 70% colocaciones, 30% activos fijos y otros, y por el lado de los pasivos 18% depósitos a la vista, 49% captaciones, 24% obligaciones con bancos e instrumentos de deuda emitidos y 9% patrimonio). Como supuesto de trabajo, consideremos que los pasivos relevantes devengan un 5% anual (tasa alta para una empresa triple A), que este banco hipotético tiene un índice de eficiencia similar al promedio del sistema (46,6%) y que, dado el segmento objetivo al que se apunta, tiene un porcentaje de incobrable de 5%, considerablemente más alto que el promedio[1]. ¿A cuánto podría llegar la tasa de colocación y dar un grado razonable de rentabilidad a los accionistas? Si la tasa de colocación es de 20% anual, este banco tendría una Rentabilidad sobre el Patrimonio (ROE) de 10%; si la tasa de colocación es de 25% anual, el ROE sería 26%.


En conclusión, puede convivir un alto riesgo con rentabilidades, aunque menores a las actuales, igualmente atractivas. Rentabilidades más “normales” o de equilibrio en un escenario competitivo.


La TMC es el resultado de la tasa promedio del sistema multiplicado por el factor. En la columna anterior se propuso utilizar como referencia una tasa competitiva y no el promedio del sistema, que en esencia, es explicado por cuatro bancos. A esto, podríamos agregar lo que se desprende de esta columna: aplicar un factor que tenga asociado un ROE coherente con una situación de equilibrio. O una alternativa: seguir con el factor de 1,35, pero abonar un monto en pesos en la cuenta corriente del cliente que termina de pagar un crédito, de tal forma de compensar al buen pagador, que probablemente no fue evaluado como tal al inicio. Como esto ocurriría al término del crédito, el riesgo se esfumó. Resultado final: cliente con una tasa efectiva premium, y a la vez, una razonable rentabilidad para la institución bancaria.







[1] Navegando en el laberinto www.sbif.cl, a julio 2011 las provisiones de la banca en los créditos de consumo fue 6,25%. Pero provisión no significa definitivamente incobrable (de hecho, la recuperación de colocaciones castigadas equivale a un 22% de las provisiones). Por otra parte, la cartera morosa en los créditos de consumo fue 2,26% y la cartera vencida un 0,48%.

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