martes, 3 de enero de 2012

Alicia y el gato








“¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?”, preguntó Alicia. “Eso depende, en gran medida, de a donde quieras ir”, respondió el gato. Sabia respuesta, especialmente aplicable a esta época del año, cuando hacemos un balance de lo que pasó y nos proyectamos.
Dicho balance no debería ser sólo laboral. Tal como dijo Arthur Schopenhauer: “para el que no sabe a que puerto se dirige, no hay ningún viento favorable”, una vida sin metas es como un viaje sin rumbo. Esto podría resultar hasta obvio, porque todos en general nos movemos motivados por algo. El punto es qué tipo de metas nos motivan a actuar. Hay quienes viven exclusivamente tras fines materialistas, probablemente porque el concepto moderno de felicidad –según ciertos estudios– estaría relacionado con la posición relativa que una persona tiene en relación con sus pares. Lamentablemente, este tipo de metas produce un sentimiento de satisfacción (¿felicidad?) momentáneo. La clave está, entonces, en fijar la vista en las cosas “que no se ven”. Así, una buena sugerencia podría ser hacer una lista breve de puntos de cómo enriquecer nuestro ámbito personal, familiar y laboral este 2012, y luego agregarle submetas de corto plazo, de tal manera que el día a día no impida avanzar en las cosas que realmente valen la pena. Bienvenido 2012.

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