El tema del salario mínimo “ético” nuevamente ha acaparado la atención. Se plantea que
“el sueldo mínimo debería ser transformado en un sueldo ético” de por lo menos $250.000, porque con el salario actual no se puede vivir.
En efecto, lo más probable es que con el salario mínimo no se pueda vivir. Pero, sin dejar de lado esta verdad de fondo, creo que es necesario aclarar que el “salario mínimo” y un “salario mínimo suficiente para subsistir” son dos conceptos totalmente distintos: el primero apunta al salario que debería recibir el trabajador menos productivo (para más detalles, ver http://comopiensasves.blogspot.com/2007/07/salario-mnimo-de-216000.html ), mientras que el segundo se relaciona con cuánto ingreso se debe disponer para acceder a una canasta mínima de bienes y servicios.
Tecnicismo puro, dirán algunos. Teoría que no por ello resulta irrelevante, porque a la hora de tomar decisiones que afecten a todos los chilenos, el populismo puede aflorar fácilmente. Y como ya hemos visto antes, los más perjudicados pudieran ser justamente aquellos a quienes se quiere ayudar: los más pobres.
Una vez claro el punto, y yendo al tema de fondo, ¿cómo hacer que una familia logre ingresos mínimos suficientes para subsistir dignamente? Existirían, al menos, tres áreas.
Primero, lograr una eficacia en el gasto social en cuanto a su focalización y eficiencia administrativa (de esto viene un tema más adelante). Segundo, crecimiento económico y flexibilidad en el mercado laboral, de tal manera de tener más opciones para encontrar o cambiarse de empleo (el ingreso autónomo de los más pobres proviene esencialmente de su trabajo), dentro de un plazo razonable de algunas semanas, como en Estados Unidos, y no en meses (seis y más) como ocurre en la actualidad. Y tercero –y probablemente el de mayor plazo–, lograr que el empresariado “comparta” los beneficios que su próspero negocio le entrega con uno de sus principales stakeholders, sus empleados, acercándose más a la efectiva productividad de éste. Esa es la mejor forma de anticiparse a posibles conflictos o estallidos sociales. La gran pregunta es: ¿cómo lograr este último punto? Honestamente no lo tengo muy claro, pero creo que este cambio de mentalidad pasa más allá de dictar eventuales leyes…la buena noticia es que a la larga vamos para allá, si queremos jugar en las ligas mayores.
“el sueldo mínimo debería ser transformado en un sueldo ético” de por lo menos $250.000, porque con el salario actual no se puede vivir.
En efecto, lo más probable es que con el salario mínimo no se pueda vivir. Pero, sin dejar de lado esta verdad de fondo, creo que es necesario aclarar que el “salario mínimo” y un “salario mínimo suficiente para subsistir” son dos conceptos totalmente distintos: el primero apunta al salario que debería recibir el trabajador menos productivo (para más detalles, ver http://comopiensasves.blogspot.com/2007/07/salario-mnimo-de-216000.html ), mientras que el segundo se relaciona con cuánto ingreso se debe disponer para acceder a una canasta mínima de bienes y servicios.
Tecnicismo puro, dirán algunos. Teoría que no por ello resulta irrelevante, porque a la hora de tomar decisiones que afecten a todos los chilenos, el populismo puede aflorar fácilmente. Y como ya hemos visto antes, los más perjudicados pudieran ser justamente aquellos a quienes se quiere ayudar: los más pobres.
Una vez claro el punto, y yendo al tema de fondo, ¿cómo hacer que una familia logre ingresos mínimos suficientes para subsistir dignamente? Existirían, al menos, tres áreas.
Primero, lograr una eficacia en el gasto social en cuanto a su focalización y eficiencia administrativa (de esto viene un tema más adelante). Segundo, crecimiento económico y flexibilidad en el mercado laboral, de tal manera de tener más opciones para encontrar o cambiarse de empleo (el ingreso autónomo de los más pobres proviene esencialmente de su trabajo), dentro de un plazo razonable de algunas semanas, como en Estados Unidos, y no en meses (seis y más) como ocurre en la actualidad. Y tercero –y probablemente el de mayor plazo–, lograr que el empresariado “comparta” los beneficios que su próspero negocio le entrega con uno de sus principales stakeholders, sus empleados, acercándose más a la efectiva productividad de éste. Esa es la mejor forma de anticiparse a posibles conflictos o estallidos sociales. La gran pregunta es: ¿cómo lograr este último punto? Honestamente no lo tengo muy claro, pero creo que este cambio de mentalidad pasa más allá de dictar eventuales leyes…la buena noticia es que a la larga vamos para allá, si queremos jugar en las ligas mayores.
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