miércoles, 3 de octubre de 2007

Tipo de cambio y competitividad




La paulatina caída del dólar ha preocupado a los exportadores y a la Presidenta. El valor de la divisa pronto se acerca a la “barrera psicológica” (frase cliché del momento, sin mayor sustento) de los $500. “No es un tema que nos deja indiferentes”, dijo ayer Michelle Bachelet, mientras los exportadores llamaron a tomar medidas para hacer subir el dólar, como si éstas tuvieran un real soporte en el mediano plazo.

Todas estas declaraciones indirectamente nos dicen que un dólar alto es bueno para el país, ya que, entre otros aspectos, fortalecería la competitividad del sector exportador, motor del crecimiento.

Pero una reflexión con respecto a la competitividad (y teniendo en cuenta que existe una diferencia entre el tipo de cambio nominal peso-dólar y el tipo de cambio real): éste es un concepto que se debe aplicar a todos los sectores productivos, no sólo a las exportaciones. Cabe destacar que el sector transable (donde están las exportaciones) representa 1/3 de la economía de nuestro país, y el sector no transable los 2/3 restantes. Un dato interesante es que el sector no transable es el intensivo en mano de obra.

Se tiende a pensar que un tipo de cambio real bajo le resta competitividad al sector exportador y al país como un todo. Esto en general es falso en el mediano y largo plazo. Hay que entender las causas que están detrás de una caída en el tipo de cambio real: si la causa es que el país ha ganado productividad, la caída en el tipo de cambio real es el resultado de una economía más (y no menos) competitiva.

El avance que ha tenido nuestro país se debe reflejar en una moneda más fortalecida en relación a las economías desarrolladas, asociado a un tipo de cambio real más bajo por este efecto. Es precisamente la mejor infraestructura del país (puertos, vías, transporte, etc.) y su mejor institucionalidad, entre otros aspectos, lo que permite a los exportadores ser más competitivos. El tipo de cambio real más bajo es un reflejo de eso. Pero eso no se registra contablemente y los menores ingresos derivados de la “desfavorable” conversión peso-dólar nublan el análisis.

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